El tratamiento sicológico que pretende darle el gobierno madurista a la población venezolana, es una maquina productiva de engaños embotellados en falsas esperanzas. Los vemos a diarios con los benditos bonos, los que se convierten en sal y agua desde todo de punto de vista especialmente por la hiperinflación y luego por la falta de efectivo, ya que la diferencia de precio en los productos al comprarlos por puntos de ventas aumentan hasta un 30% en relación si lo adquieres en efectivo.
Igual sucede ahora con el Petro al querer ponerlo a competir con el Bit Coin, y hasta con el propio dólar. Ilusionando por un momento a los trabajadores y jubilados, asegurándoles que el salario mínimo estaría anclado al Petro.
En decisiones políticas, mantienen un reciclaje y enroque como para marear a los ciudadanos, haciendo pensar que si alguien no sirvió para un determinado ministerio lo nombran en otro diametralmente opuesto a las funciones que debió realizar en el anterior. En las regiones a un mal alcalde lo promocionan para ser candidato a gobernador.
Hoy por hoy, y por la necesidad de hacer ver su "gran espíritu democrático", llaman a las primarias, es más, abiertas en donde puede votar toda la población chavista o no. Las intentan realizar así porque saben que ni los mismos carnetizados irán a votar, al estar molestos con la política económica e inseguridad social.
El discurso se les acaba, cuando manejan dos fechas, la del 27 de julio, con comicios cerrados solamente con la participación de los militantes para elegir a los que se postularan para la segunda fecha el 8 de agosto al elegir a los propios candidatos.
Las elecciones del 27, indudablemente son un filtro muy particular con doble acción, así como los que utilizan para llenar los botellones de agua potable, al convertirse en múltiples eliminadores de fuentes de contaminación. Divididos en diferentes categorías, primero a los que les permiten promocionarse, segundo a los que les dan recursos, tercero a los que aprovechan de cobrarle facturas políticas. Para al final, aplicarles el reglamento interno muy bien diseñado, en donde el candidato ganador tiene la obligación de triunfar con un 51 %, de los electores. De lo contrario la decisión será tomada por la dirección nacional en Caracas, inclusive nombrando alguien que no haya participado, los famosos out siders.
En esa forma y con ese sistema no se puede creer en elecciones internas transparentes, si ya de por sí están contaminadas. Porque, fíjense un ejemplo muy fácil, en un municipio que le interese controlar a Maduro, colocan un operador con el fin de dividirlos, creando varias opciones y lógicamente ninguno de los participantes logrará el 51%.
El problema que se les va a presentar es la actitud posterior de los engañados , aparte de la protesta verbal, hasta donde serán capaces de inscribirse con una tarjeta de esos partidos que han legalizado interesadamente para eliminar la abstención, miren de ser así se llegaría al final del Polo Patriótico.
Con esa reiterada idea de menospreciar la inteligencia de los venezolanos, están cavando la tumba del chavismo y del mismo madurismo.