Martes, 27 de septiembre de 2022.- Yo no me puedo enfermar, señor.
Así me dijo una señora que tiene un puesto de verduras en una de las calles aledañas al mercado de Quinta Crespo, al cual suelo ir con cierta frecuencia a comprar los bastimentos para la casa.
Es uno de los sitios que visitamos, doña Fru, experta compradora, incansable rastreadora de los mejores productos y precios en esta Caracas, últimamente lluviosa y ensartada de truenos y este servidor.
La señora Fru, por cierto, me ha comentado que los precios no son los mejores pero las mercancías que ofrecen son frescas, variadas, se consigue casi de todo tipo de alimentos y especias y además frescas, en buen estado.
La primera vez que estuve en este mercado, ubicado casi al final del lado sur de la avenida Baralt, de esta ciudad capital, fue hace muchos años, por lo menos hace más de cuarenta, con mi amigo Rafi, con quien solía parrandear y amanecer.
En una de esas nos paramos en Quinta Crespo a comprar lo necesario para preparar un hervido de gallina, quedó muy bueno.
La ciudad lo permitía y éramos jóvenes.
El mercado se mantiene y está vivo y vibrante, se le podrían y deberían hacer mejoras a las instalaciones para modernizar sus operaciones y facilitar su limpieza.
La estatua del general Joaquín Crespo que está prácticamente en la entrada principal del mercado, en toda la esquina y su área circundante tienen que ser intervenidas y mejoradas, se requiere también de mayor presencia de los cuerpos de seguridad en la zona.
Mayor seguridad, mayor orden y más aseo.
Recoger regularmente la basura, no dejar que se acumule, un trabajo serio de remodelación urbana, como el que se hizo en algunas calles del centro de la ciudad, adecentaría la zona y los negocios incrementarían sus ventas y pagarían más impuestos.
Se podría empezar estableciendo la rutina de pegarle unos buenos manguerasos, todas las noches, con mangueras de presión a las calles y a las aceras del mercado y sus alrededores, limpias cambiarían su actual aspecto de abandono.
Atención camarada Alcaldesa de Caracas, esperamos que estas recomendaciones y sugerencias no caigan en saco roto.
Pero realmente, lo que me motivo a escribir esta nota fue un intercambio de ideas que tuve con la señora del puesto de verduras, que nombré inicialmente, con la señora María.
La observé, la última vez que la vi, trabajando como siempre, ordenando su puesto, ayudando a todos, atendiendo a sus clientes, afanosa en su labor pero un poquito fañosa, como resfriada, con su respectivo tapaboca bien puesto.
Cuando me llegó el turno de ser atendido, aproveché el momento para preguntarle por su salud y ahí fue que me dijo: yo no me puedo enfermar, señor.
Bueno, y lo mínimo que le podía preguntar es ¿cómo es eso?, todos podemos enfermarnos, es casi un derecho, le dije.
Se me quedó mirando directamente a los ojos, sin hablar, luego de unos segundos me contó su situación personal: jefa de casa, sostén de familia, trabaja para la comunidad donde vive, como quince personas dependen de lo que esta mujer trabajadora produce, me explicó que entre los que de ella dependen hay siete niños en edad escolar.
Y me repitió: yo no me puedo enfermar.
Le pregunté también, si tenían los comerciantes de la zona algún tipo de asociación, sindicato o algún fondo en el que todos contribuyeran y que los podría auxiliar en un caso de emergencia, como podría ser el de enfermarse, por ejemplo.
Y su respuesta fue negativa, con más de veinte años en la zona, me aseguró que nunca había oído hablar de eso.
Por esta muestra de falta de atención a estos comerciantes minoristas, a quienes con ellos trabajan y a quienes de ellos dependen, cabezas de familia, creadores de empleo, trabajadores, se hace imprescindible la creación o activación, si existe, de un mecanismo de seguridad social que prevea y auxilie casos como el de la señora María.
¿Cuántos casos como el de la señora María existen?
No solamente hay que atacar las deficiencias en la infraestructura y en la base física que permita operar más eficientemente al mercado de Quinta Crespo, también hay que resolver todos los asuntos relacionados con la Seguridad Social, no solamente de los comerciantes que operan en el área sino de todos los que allí laboran y de quienes de ellos dependen.
Y que nunca más tengamos que oír de nuevo:
Yo no me puedo enfermar, señor.