El diario de Oscar Heck – el 12 de junio del 2024

No puedo parar de pensar --- con gran tristeza y muchísimo dolor --- sobre las inmensas tragedias familiares de las cuales me entero todos los días viviendo aquí en Venezuela, y de la tremenda indiferencia del Estado venezolano al respecto, resultado del monumental éxodo de alrededor de 25% (hasta ahora) de nuestra población hacia otros países en búsqueda de la sobrevivencia y de trabajo digno en un ambiente libre de la masiva corrupción Estatal y social que nos plaga y nos está literalmente matando al 80% de la población desde hace 10 años.

Es más, cada día, todos los días, me cuentan de alguien más que se ha ido del país, anoche fue una ex funcionaria de una alcaldía de Venezuela quien se fue --- sin decir nada a nadie hasta haberse ido --- con sus dos hijos, viajando en autobús desde Venezuela hasta Perú (más de 4000 kilómetros), para enseguida agarrar otro autobús a Chile (más de 3000 kilómetros), donde la esperan con un trabajo digno del cual ella y sus dos hijos podrán vivir adecuadamente, algo que ella no ha podido hacer aquí en Venezuela desde hace años.

Anoche también me enteré que una muchacha venezolana que vivía en Chile con su marido venezolano y sus tres hijos desde hacía cuatro años cuando se fueron, se fue hace poco a Cúcuta (Colombia), donde ahora va a dejar a sus tres hijos de edades (aproximadamente) 4, 2, y 1 con familiares allí, para enseguida devolverse otra vez a Chile donde se reencontrará con su marido y con un trabajo digno, dinero que mandarán a sus familiares en Cúcuta para cuidar a sus tres hijos durante los próximos años (no saben cuándo podrán reunirse otra vez).

Ahora, ya que ha pasado un tiempo, les contaré de otra tragedia, una barbaridad cuyos detalles también conocí anoche (aunque supe del caso anteriormente). En el comienzo de este año 2024, se fue un grupo de ocho venezolanas, cruzaron el Darién, después cruzaron toda Centroamérica, llegaron a México, y en seguida a la frontera de EEUU, pero llegaron sin suficiente dinero para pagar a los coyotes (con el fin de cruzar la frontera hacia EEUU), entonces tomaron los caminos peligrosos por las montañas, y allí, tres de ellas (las otras se habían separado del grupo en camino), fueron salvajemente violadas por un grupo de sádicos, y casi las mataron, les rompieron todo sus aparatos sexuales y el trasero.

Por suerte, otro grupo de hombres las rescataron y las llevaron a las clínicas y enseguida hasta la frontera de EEUU donde el gobierno de EEUU las acudió y las internó en un hospital allá hasta que recuperarán, y enseguida les dieron refugio en ese país, y apartamento, y el permiso para trabajar allí, o sea, las cuidaron, las atendieron y las aceptaron como seres humanas dignas en dificultades, no como los animales y esclavas que el Estado venezolano las ha tratado desde hace 10 años (si no, no se hubieran ido del país en primer lugar, ¿verdad?).

Y estos casos son solamente algunos pocos casos entre millones similares, sí, millones, no miles, ni cientos de casos, o sea, este tipo de tragedias ocurren a diario a millones de emigrantes venezolanos y sus familiares, es algo monumental, es una tragedia histórica que sería bueno grabar para la eternidad.

¿Por qué?

Bueno, porque como los judíos (ver más abajo), como los seres humanos dignos y valientes que somos, no debemos jamás olvidar, jamás, porque eso forma parte de nuestra historia colectiva e universal.

Nuestros nietos y bisnietos y sus hijos, deben saber lo que les pasó, por qué nacieron y crecieron en países extranjeros, lejos de su patria, lejos de sus familiares, y deben saber por qué fueron abandonados por aquí y por allá, y por qué fueron separados de sus padres.

Eso, no debe jamás olvidarse, porque somos un pueblo digno y valiente, únicos sobre este planeta, y auténticos.

La culpa no fue de los padres, es que ellos, como padres jóvenes, no tuvieron otra opción, hicieron lo posible bajo las circunstancias extremas e inhumanas en las cuales se encontraban en aquel momento, eso es todo.

¿No es así?

Sí lo es.

Es más, aquí en Venezuela, el Estado venezolano, que yo sepa, jamás ha contribuido por nada a cuidar de sus propios migrantes en el exterior (pero otros países, sí, lo cual asombra), jamás, es más, jamás dicen pío, ni jamás lloran ni una sola lágrima, ni tampoco les ayudan en nada excepto con algunos muy pocos vuelos aéreos de retorno, como para hacer su show, como si a ellos les doliera estas perfectamente evitables tragedias familiares que ocurren todos los días a nuestros migrantes y sus familias y familiares, una destrucción bárbara de nuestra sociedad.

Yo soy judío, y todas estas tragedias de las cuales yo y millones más de venezolanos y venezolanas nos enteramos todos los días, me hacen pensar en Hitler, y a su gente, quienes destrozaron a millones de familias judías, romas, y otra gente y razas (como los Yukpa y "Guajiros" aquí en Venezuela) que los nazis consideraban defectuosas e inútiles en la creación de la nueva patria "próspera" de Hitler, libre de "indeseables" y libre de la "chusma" nacional.

Hitler tampoco jamás lloró ni una sola lágrima.

Bueno …

Me gustaría escribir por lo menos un libro donde se contarían las historias personales de estas tragedias, un libro que sería como una memoria colectiva, una biografía nacional histórica describiendo en detalle las consecuencias de la peor y más humanamente destructiva y oscura época de nuestra Venezuela.

Viajaría de pueblo en pueblo, de casa en casa, haciendo una compilación de todas estas tragedias (bueno, no todas, porque el tiempo no alcanza, sin embargo, otros podrían seguir el ejemplo), con el fin de que nunca nos olvidemos, como los venezolanos y venezolanas dignos y dignas que somos, valientes, únicos, y auténticos sobre este planeta, de nuestra trágica realidad, sin embargo, no tengo ni un centavo más para poder cumplir con este muy intenso deseo o impulso (no sé cómo describirlo ya que es un sentimiento muy profundo, saben, hace casi 50 años que ando por estos lados, y adoro a Venezuela y a la mayoría de su gente, desde siempre), es que, ni me alcanza el dinero para cumplir con mis propios deberes y necesidades actuales, pero, creo que sería un excelente proyecto.

¿No creen?

Estoy perfectamente dispuesto a hacer ese libro (o serie de libros), así como lo hice durante nueve años con Vheadline.com como corresponsal viajando de pueblo en pueblo y reportando lo que ocurría en las calles desde todos esos pueblitos y ciudades que visitaba, pero, alguien tendría que pagarme todos los gastos, más un porcentaje de las ventas del libro, o de los libros, ya que hay muchísima materia.

Creo que serían libros muy interesantes para el mundo entero que también formarían parte de un registro histórico de nuestra experiencia colectiva como pueblo, como pueblo digno y valiente, como sociedad única y auténtica, como sobrevivientes de la peor tragedia humana que nos ha tocado vivir a todos, en toda nuestra historia.

¿Qué piensan ustedes?

Gracias.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 852 veces.



Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

Visite el perfil de Oscar Heck para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: