Haber nacido de las entrañas de su geografía no es cualquier cosa. Terruño que me vio nacer y disfrutar de sus paisajes, montañas, valles y llanuras con las fragancias matutinas que inspiran el aliento para seguir dejando huellas y abriendo surcos para la siembra de esperanzas que se diseminan en los derroteros que van surgiendo en el constante trajinar de la existencia. Tierra de gracia de donde recibí mis primeros alimentos, nutrimentos que brotaron del pezón de sus senos para ir fortaleciendo progresivamente el pequeño soma que empezaba a olfatear la vida y sentir lo magnánimo de sus bondades. En el diario trajinar de mi respiración en ti he conocido las alegrías y las tristezas, mis éxitos y fracasos, mis aciertos y desaciertos; no obstante, ello no es motivo del óbito de la dinámica de la vida. La visión de país deberá prevalecer en ese palpitante mirar hacia el futuro.
El adorno de sus paisajes se halla entre los paralelos 0 grado 43min y 12 grado 12 min y las longitudes de 59 grado 45 min y 73 grado 11min. paseándose por la zona intertropical, al norte de la América del Sur y frente al majestuoso mar Caribe, escenario aventurero de piratas y bucaneros: de ahí su gran importancia geoestratégica y económica, contexto de contenciones imperiales, casi desde el descubrimiento. El énfasis de estas ambiciones se desarrolló desde el siglo XV hasta el XX, cuyo dominio estaba en función de un poderío político, factor económico y presencia militar. Es significativo apuntalar que, de los trescientos años de dominio español en América sólo el siglo XVI se radicalizó sobre la hegemonía y poderío sobre el mar de las Antillas, como también se conoce. El eurocentrismo con sus pasos avasallantes dejó un ambiente temporal de confrontaciones.
Hermosa geografía venezolana bañada con las frágiles y a veces tempestuosas aguas caribeñas, surge en ti esa variedad y vastedad de tu territorio, donde se confunden las miradas y sonrisas de tu gentilicio. Gente adaptada cada uno en su rincón de nacimiento, desde el llanero con su recia faena diaria, atravesando ríos y pantanos como ráfagas de meteoros, al lomo de sus caballos, procurando dormir donde lo sorprenda la noche. Las cuestas andinas con sus habitantes envueltos en montañas, neblinas y la regia disciplina de sus costumbres familiares con sus bebidas y alimentos típicos. Tierra con su silenciosa promesa de riquezas que se materializa a través de una población y masa trabajadora que diariamente se levanta al compás de los rayos del sol para colocar su granito de arena.
Para finalizar, mis amigas, amigos invisibles, el optimismo danza en esta amada Venezuela, contra viento y marea, derrumbando las frases que traen desaliento en la colectividad, incertidumbres, en muchos casos inexistentes. Días recientes visitaba un comercio de víveres; y pude apreciar el abarrotamiento de proteínas y carbohidratos. Allende, me aligeró a pensar que detrás de toda aquella abundancia existen almas que están dando y produciendo a granel, desde el modesto campesino, que es el primero que se levanta para que tengamos los nutrientes en la mesa; hasta el señor gerente de una red comercial. Toda esa producción es oriunda de diferentes regiones del país, en todos sus puntos cardinales. Por ello no dejaré de escribir, apartando la pereza mental y el romanticismo local hasta que me lleven a la cripta: Venezuela, geografía exuberante, y mi cuna de Oro.
¡Gracias!
No lo diga, escríbalo -dijo alguien por estas calles-