A propósito del primero de mayo y el incremento salarial

El pasado primero de mayo conmemoramos la heroica gesta de los mártires de Chicago, dirigentes sindicales que luchaban por reivindicaciones laborales como la jornada de trabajo de 8 horas diarias fueron objeto de una brutal represión por parte del poder del capital, la prensa burguesa los satanizó y criminalizó ante la opinión pública y luego la coerción del estado se hizo presente con persecución policial y judicial y la ejecución en la horca de varios de los dirigentes obreros que encabezaban la lucha.

 

En Venezuela, al igual que en el resto de América Latina, la situación de la clase trabajadora no es nada fácil, la precariedad laboral, los salarios de hambre, las malas condiciones de trabajo, el terrorismo patronal y la progresiva perdida de reivindicaciones históricas han sido elementos recurrentes en la vida de los trabajadores y trabajadoras.

 

En el caso de nuestro país, hemos avanzado en la conquista de ciertas reivindicaciones laborales parciales, la inclusión de más personas a la seguridad social, la inmovilidad laboral y recientemente la anunciada reducción de la jornada laboral a 6 horas diarias para el año 2010. No obstante seguimos padeciendo los males mencionados en el anterior párrafo tanto en el sector privado como público, debido al sistema de contratados que niega la estabilidad laboral y el goce de derechos básicos para el trabajador como sindicalizarse, derecho a huelga, derecho a ciertos beneficios sociales, etc.

 

Más allá de un masivo desfile rojo rojito más y de una exigua movilización de la desgastada y desprestigiada dirigencia de la antigua confederación "obrera"  rendida a intereses patronales públicos y privados que durante años gozó de grandes prebendas políticas de los gobiernos pretéritos y que en la actualidad hace el juego a intereses económicos y políticos más perversos, imperiales, anti obreros y anti nacionales que puedan existir; tenemos una realidad que debe ser tratada con franqueza, amplitud y respeto por todas las opiniones que surjan.

 

Mientras se crea un ambiente de regocijo por el ligero incremento del salario mínimo del trabajador venezolano, se olvida que dicho aumento ha sido realizado solo para el sector laboral que hasta anteayer tenía que vivir (o sobrevivir) con poco más de 500 mil bolívares mensuales, el resto de la clase trabajadora que pudiera estar ligeramente por encima de ese monto (al parecer) no recibirá ningún incremento salarial, mientras cualquiera que vaya al mercado o tenga que sufragar los gastos de la vida cotidiana sabe que el costo de la vida ha crecido vertiginosamente mucho más allá de lo que indican las cifras oficiales, sacando por lo demás, un estimado del salario mínimo en base al valor del dólar regulado que sabemos por lo demás que no es determinante para establecer un valor de cambio en nuestra economía, puesto que muchas ramas de la industria importadora se mueven en base al dólar paralelo.

 

También es pertinente tener en consideración que los trabajadores no somos esclavos como para pretender que la remuneración obtenida se calcule solo para tener lo suficiente para comer. Todo ser humano necesita alimentarse, vestirse, tener un techo apto donde vivir, sanidad, educación y poder extender esto a los suyos, del mismo modo necesita momentos para el entretenimiento, la recreación y el ocio creativo fuera de la alienante rutina mecanizada de trabajo. En ese sentido se puede considerar como una reivindicación importante la reducción de la jornada laboral a 6 horas diarias para el 2010.

 

Con lo anteriormente expuesto quiero decir, que considerando el alto costo de la vida en Venezuela, difícilmente un trabajador pueda satisfacer sus necesidades fundamentales y la de su familia con el salario mínimo establecido, si ponemos en una balanza el costo de un alquiler en una ciudad como Caracas, el costo de los alimentos, el costo del transporte y más aún el del vestido y otros bienes y servicios, nos percataremos que éstos están muy por encima de los salarios fijados y la  reivindicación de la reducción de la jornada laboral sólo servirá para que los trabajadores que ganan salario mínimo tengan que hacer dos o hasta tres jornadas de trabajo si es que quieren obtener lo suficiente para vivir medianamente.

 

En relación a los trabajadores con salarios por encima del salario mínimo, donde entra el sector profesional asalariado que labora tanto en el sector público como privado, solo tenemos un estancamiento en cuanto al nivel de ingreso y un mayor nivel de gasto debido al encarecimiento de las mercancías necesarias para satisfacer las necesidades de la vida cotidiana. En pocas palabras, se esta depauperando progresivamente el poder adquisitivo y calidad de vida de este sector y esta situación es preocupante.

 

En momentos cuando los ingresos que percibe la república por concepto de los elevadísimos precios del petróleo están en su nivel más alto, se hace injustificable semejante política de escasez contra la clase trabajadora venezolana. Mucho menos cuando se observa como se gastan enormes cantidades de recursos económicos del estado venezolano en asuntos no prioritarios, incluso para proyectar la imagen de gobernadores y alcaldes de todo el país a quienes una rara obsesión narcisista pareciera haberles invadido.

 

Del mismo modo extraña  la conducta del sector sindical que se identifica con el proceso revolucionario, especialmente la Corriente Clasista, Revolucionaria y Autónoma, C-CURA – que a mi juicio es la más consecuente - representada por uno de sus máximos dirigentes, Orlando Chirino, (a quien considero un dirigente obrero honesto) que hasta hace poco tiempo atrás pedía un incremento del salario mínimo al doble para luego del primero de mayo, tal como aparece publicado en el site web aporrea.org en entrevista del 24-03-2007 [1] y ahora aparece dando las gracias por este 20% incrementado como si de una generosa dádiva a la clase trabajadora se tratase, tal como aparece reseñado en la edición del diario "Tal Cual" del día 2 de mayo [2].

 

Es comprensible que un aumento de salario no puede hacerse de forma desproporcionada, puesto que si no se estudia adecuadamente las consecuencias de éste podría repercutir en más inflación y otras consecuencias económicas indeseadas, pero tampoco se puede comprender semejante desconocimiento a las necesidades reales del pueblo venezolano, pretendiendo justificarlo diciendo que ahora nuestro salario mínimo es el mayor de América Latina. Todos sabemos las precarias condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras en nuestro continente, no en vano nuestros hermanos colombianos, ecuatorianos, chilenos, peruanos, bolivianos, dominicanos, nicaragüenses, salvadoreños, mexicanos y de muchos otros países han de emigrar masivamente hacia los Estados Unidos y Europa en busca de mejores condiciones de vida o por lo menos mayores ingresos.

 

Este tema amerita un abordaje franco, sincero, abierto y alejado de fanatismos políticos producto de la polarización impuesta por unas circunstancias que han caracterizado a nuestro país en los últimos años, es necesario superar las asimetrías que distorsionan nuestro proceso revolucionario y más aún lograr mejorar la calidad de vida de todas y todos. Esto solo es posible con remuneraciones realmente a la altura de las necesidades del pueblo trabajador para generar mayor bienestar y avanzando cada día más en el goce nuevas reivindicaciones y garantías para que la clase trabajadora pueda ser puntera de la construcción de una nueva sociedad socialista, libre y profundamente democrática. En este sentido la autonomía y libertad sindical es otro punto de honor que debe ser defendido.

 




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Tulio Camacho

Periodista y analista político

 tuliocamacho.ve@gmail.com      @ulioc

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