A propósito de la derrota…

Luego de la derrota del 2 de diciembre se hace imperativo que los bolivarianos comprometidos con el proceso de cambio revolucionario que se viene impulsando en nuestro país, liderado por el comandante Chávez, procedamos a realizar un balance tanto en el plano individual como en el ámbito colectivo de los resultados electorales y de las implicaciones que los mismos pudiesen contener. Evidentemente que cada quien, cada colectivo intentará su balance desde la perspectiva en que se desenvuelve, con los datos que están a su alcance y con las experiencias que haya recabado. Lo cierto es que estamos en momentos práxicos y los aires decembrinos se brindan para la reflexión y el análisis.

En un primer momento reflexivo se hacen presente un conjunto de elementos para el análisis que están a flor de piel y que, por supuesto, requieren de la respectiva revisión. Desde la no tenencia de un instrumento político – organizativo para afrontar una tarea como la que significaba un reto de la magnitud de la Reforma Constitucional, el PSUV se encuentra apenas en fase germinal, hasta la no incorporación a la campaña de cuadros y dirigentes del proceso bolivariano, que por una u otra razón, no estaban motivados para asumir la defensa de la Reforma, bien porque no compartían parte de su contenido o bien porque afectaba su intereses particulares e inmediatos. Habría que incorporar, además, más allá de la cuestión mediática, la poca difusión que la Reforma tuvo en el seno del pueblo; el poco tiempo disponible y la incorporación de tantos artículos (69 al final) que generó mucha confusión.

Así como estos, se pudiesen relacionar otros factores que tuvieron, a nuestro juicio, incidencia en los negativos resultados obtenidos. Pero hay algunos a los que asignamos en nuestro análisis una mayor relevancia. Es el caso del triunfalismo. A pesar de las alertas oportunas que en este sentido se formularan, el grueso de los bolivarianos nos dejamos llevar por el peso de una trayectoria triunfal que nos había reportado 11 triunfos electorales consecutivos en apenas 9 años. Este triunfalismo nos hizo aflojar el empeño que debía caracterizar nuestra práctica política en una contienda tan crucial como la que acabamos de perder. En este mismo orden relevante ubicamos el descuido del trabajo en el seno del pueblo, siendo el caso, por ejemplo, el de las Misiones que deberían tener una atención permanente, no casuística, y que han sido prácticamente dejadas al garete; la poca efectividad demostrada para afrontar el problema del abastecimiento y la especulación, es otra expresión que traduce, en el fondo, el abandono de lo que debía ser el centro de nuestro trabajo, es decir, satisfacer las demandas y necesidades del pueblo. Y ello fue así porque en algún recodo del camino quedó la preocupación central por la alianza social que logra nuclearse desde los primeros momentos del proceso bolivariano. Bloque social que tiene su epicentro en los grandes sectores empobrecidos, los excluidos del campo y la ciudad. Son estos sectores sobre los que ha descansado la cadena de triunfos políticos electorales alcanzados en estos 9 años de gobierno revolucionario. Pués bien, sentimos que en esta batalla se dislocó la atención debida hacia esa alianza popular desviándose la orientación hacia un rumbo impreciso, intentando abarcar al conjunto social cuando por la naturaleza del objetivo que estaba en juego, la transformación del Estado para la creación de las bases socialistas de la sociedad venezolana se requería, por el contrario, concentrar los esfuerzos en los amplios sectores empobrecidos y de trabajadores, base de sustentación fundamental del proyecto bolivariano.

Si al triunfalismo y a la desatención de la base social fundamental del proyecto bolivariano, le agregamos la acción política comunicacional de los enemigos del proceso bolivariano, concebida, financiada y monitoreada desde los laboratorios orquestados por las agencias imperialistas que supieron estimular los viejos miedos aun latentes en la psiquis social de nuestro pueblo, que fueron apuntalados por siglos y décadas de conservatismo, tradicionalismo y temor exacerbado al comunismo, el resultado difícilmente podía ser distinto. La abstención por la que optaron sectores que venían siendo afectos al chavismo es un elocuente indicador de la incidencia que tuvieron en esta batalla electoral los errores y fallas de las fuerzas revolucionarias como el efecto neutralizador de la acción política imperial.

El resultado del 2 de diciembre pasado refleja, claramente, que si bien las fuerzas revolucionarias bolivarianas tienen el dominio político en tanto que ejercen el poder, controlan el Estado, no han conquistado la hegemonía ideológica – cultural de la sociedad. Esta es consecuencia de un largo, paciente e inteligente trabajo en el seno del pueblo, que es, precisamente, el que hay que acometer en los años por venir. Feliz Navidad y Reflexivo Año Nuevo para todos



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

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