Titina Azuaje, Ministra del Poder Popular para el Turismo nos ha dado la impopular noticia de que el turismo merideño se verá afectado por el “cierre definitivo” de nuestro teleférico; provocando diferentes reacciones en el medio merideño, entre las de destacan las de carácter político, que no dejarán de afectar los resultados del próximo noviembre.
Se anota un punto a su favor al destacar “la responsabilidad que tiene el Gobierno Bolivariano de preservar la seguridad e integridad de los ciudadanos que usan el teleférico”; pero, inmediatamente es reprobada con su afirmación de que el teleférico “había llegado a su fin y no es posible hacer más reparaciones”.
Estoy seguro de que si se hubiera tomado un poco más de tiempo para oír opiniones de expertos, no hubiese emitido tan temeraria afirmación. Dado el comportamiento, más político que académico, asumido por la Universidad de los Andes durante el gobierno de Chávez, no puede aspirarse que éste oiga a sus especialistas, por temor de que pudieran mezclarse ambos aspectos.
Antes de opinar técnicamente sobre el teleférico, debo aclarar que soy ingeniero electricista; pero, mi experiencia en proyectos industriales elaborados y construidos por empresas transnacionales –en algunos casos centenarias– me ha permitido conocer detalles técnicos y administrativos aplicables en cualquier área de la ingeniería. En respaldo de lo afirmado, puedo presumir que –en contra de la opinión de mis colegas civiles– mantuve durante una década que la vía alterna del Puente Chama debería construirse aguas abajo del actual; y así se decidió, aunque no se ha dicho cuando.
A la Ministro Azuaje no la han informado adecuadamente, porque la revisión técnica debe realizarla una empresa, el nuevo proyecto otra; la construcción una tercera y la inspección de la obra una cuarta. En todos los casos resultaría muy “saludable” llamar a licitación. ¡Claro está que un nuevo proyecto derivaría sólo de un estado crítico del actual teleférico! Esto último no puede afirmarse hasta que sea conocido el informe técnico, el cual –de acuerdo con la noticia– fue realizado por la misma empresa que sin licitación va a construir la nueva obra.
Dudo de la veracidad del informe técnico, sin conocerlo, por “razones obvias: primero, esta obra fue construida por el gobierno de Pérez Jiménez –junto con el puente Chama– y gracias a la rigidez de la inspección sus obras aún perduran; segundo, porque a quién se le ocurre “poner un zamuro a cuidar la carne”; tercero, porque en un tiempo tan breve, no puede realizarse una revisión de tal magnitud y obtener resultados fiables. ¿Las estructuras metálicas fueron sometidas a radiografías y ultrasonidos para determinar si el metal está fatigado?
Si es dinero lo que sobra y alguien desea lucirse con una buena obra, sugiero que se le de conclusión al proyecto de Mi General y se construya el tramo hasta Barinas; tal vez contribuya a disminuir el agobiante tráfico del páramo, al lograr que un numeroso grupo de turistas utilicen esta atracción turística para acceder a la ciudad; o se construya el viaducto Virgen del Carmen–Milla, para eliminar el tapón de entrada. Pero, considero que la obra más determinante del occidente del país –que también contribuiría al turismo merideño– es la construcción de la vía alterna al Puente Chama; lo contradictorio es que no hay presupuesto ni para el anteproyecto. ¿Olvidan que a los gobernadores de Mérida ahora los elige el Sur del Lago?
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