Libertad, libertad……..libertinaje. (Y II)

Libertad, un valor que todos queremos, pero que muy pocos sabemos defender o de la cual podemos abusar muy frecuentemente. Vivir libremente es respetar; usar libremente nuestra libertad de expresión es respetar a los demás, y es decidir en ejercer un derecho bien o mal. Si en nuestro extremo fanatismo o nuestro incontrolable odio usamos nuestra libertad de expresión para denigrar de los demás, afirmo que no estamos siendo libres, mas bien LIBERTINOS. Ser contestatario no es ofender, agredir, denigrar; es oponerse a lo establecido. Si usted es contestatario, opóngase….con razones, con ideas, con proyectos, con soluciones. Si se opone maltratando, eso es Libertad, pero de AGRESIÓN, no de EXPRESIÓN.

En el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos se consagra la libertad de expresión: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de expresión,…”, pero el artículo 29 de esa misma declaración la limita. Pero la limita, o mejor dicho, la delimita, a lo que por simple sentido común luce como justo; la libertad de expresión no es un derecho absoluto, como lo es el derecho a la vida. No. Por amor a Dios. Imagínese un día, solo un día, en el cual cada quien pueda decir lo que quiera, con las malas palabras que quiera, en el tono que quiera, donde quiera, a la hora que quiera, falso o no, grotesco o mesurado, solo porque se ejerce la libertad de expresión. ¡Ni el señor Yon Goicochea lo resistiría! ¡El señor Duglas Barrios saldría en carrera a exigir que se le respeten sus derechos! Y esta vez contarían con mi apoyo. La libertad de expresión, señores, es un derecho que deja de serlo cuando no respeta el valor de los demás, el derecho y las libertades de los demás. En efecto, el artículo 29 de la Declaración Universal de Los Derechos Humanos dice que “…, toda persona estará solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar el reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática.” Claro, así si es buena la libertad de expresión. No como me la pinta Derechos Human Rights, ni como me la dibuja los medios de comunicación Venezolanos, ni como la defendía Ybeyise Pacheco. Mi libertad de expresión no es licencia para mentir, manipular, violar.

En el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su artículo 19, también se consagra, como un derecho humano, la libertad de expresión (parágrafos 1 y 2), pero el parágrafo 3 la limita: “El ejercicio del derecho previsto en el parágrafo 2 de este artículo entraña deberes y responsabilidades especiales. Por consiguiente, puede estar sujeto a ciertas restricciones, que deberán estar, sin embargo, expresamente fijadas por la ley y ser necesarias para: a) Asegurar el respeto a los derechos o a la reputación de los demás. b) La protección de la seguridad nacional, el orden público o la salud y la moral pública.” ¡Claro! ¡Por supuesto! El mal uso o abuso de este derecho, siempre tendrá repercusiones en nuestros semejantes, en los demás. Y mas, pero mucho mas, si se trata de el mal uso o abuso de una persona que tiene la posibilidad de “llegar” a grandes conglomerados a través de el medio escrito, o audiovisual, es decir, el periodista o comunicador social, o el profesor quien comparte con gran número de alumnos. Es descabellado pensar que nuestro proceder es independiente y único y que podemos actuar como si fuésemos los únicos en el planeta tierra e imponer nuestras ideas sin ton ni son, pasando por encima de los derechos que tienen los demás a que se les respete. El mal uso de la libertad de expresión se convierte en un actuar de acuerdo a nuestros impulsos, sin reconocer barreras, límites, ética, deontología, es decir, se convierte en libertinaje de expresión.

En la Convención Sobre Los Derechos Del Niño, en su artículo 13, parágrafo 1, también se consagra la libertad de expresión de los niños. Pero en el parágrafo 2 la restringe basándose en los derechos de los demás y de la nación. La Convención Americana Sobre Derechos Humanos también la consagra y la limita a (siempre, inexorablemente siempre) la protección de los derechos de los demás y la seguridad de la Nación.

Entonces me pregunto ¿Por qué los dueños de los medios solo leen los artículos de estos tratados que les convienen? ¿Qué está pasando en la profesión periodística que es necesario vigilar para que no cometan barbaridades informativas? ¿Olvidaron premisas básicas de todo buen periodista como la necesidad de la imparcialidad en la comunicación? ¿Olvidaron que es básico constatar cada noticia antes de difundirla? ¿Olvidaron que es sagrado no mezclar información con opinión?

La libertad de expresión es buena. Si, es muy buena, pero hasta tanto no atente contra mis derechos, mi reputación, y no ponga en peligro, en riesgo, la seguridad nacional, el orden público y la salud mental de todo un pueblo. Si mi libertad de expresión conculca tus derechos, no la quiero; si mi libertad de expresión consiste en exigir que se me escuche y yo a cambio no escucho a nadie, pues, no la quiero; y si mi libertad de expresión es decir lo que me venga en gana sin mirar el daño que pueda hacer, pues, tampoco la quiero. Quiero una libertad de expresión que me haga libre, más no libertino.

Los grupos de jóvenes que han estado marchando a nombre de la libertad de expresión hicieron lo contrario en la UCAB, en contra del joven Robert Serra; defienden su libertad de expresión y se la niegan a Robert Serra. ¡Vaya contradicción! Quiero LIBERTAD no LIBERTINAJE.

villegas_41@hotmail.com


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Oswaldo A. Abarca

Profesor de la Universidad Politécnica Territorial de Mérida

 oswaldoabarcam@gmail.com

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