A finales del año pasado, luego de las elecciones regionales del 23 de noviembre, se realizaron numerosos análisis de los resultados y de lo que éstos significaban. El presidente Chávez hizo una analogía con un juego de béisbol, en el cual la primera vez, las elecciones regionales de 2005, se había ganado 20 a 2 y ahora, en estas elecciones, se había ganado 17 a 5. Sin embargo, la mejor analogía se la oímos al profesor Vladimir Acosta, el cual en su programa radial comentó que si se quería comparar estas elecciones con una actividad deportiva habría que hacerlo con una carrera pedestre en la cual el corredor que iba adelante estaba dando muestras de cansancio y el corredor que venía detrás comenzaba a recortarle distancias. Evidentemente, este es un buen ejemplo de lo que está ocurriendo en la revolución bolivariana. Lo que hay que analizar entonces, es el por qué de esta situación, por qué la revolución que parecía invencible electoralmente hasta finales del año 2006, ahora se muestra vulnerable en este terreno, y ya muy pocos son los que se animan a cantar victoria por anticipado, prefiriendo aguardar por los informes del CNE antes de salir a festejar. El 3 de diciembre de 2006 las fuerzas revolucionarias obtuvieron 7.309.080 votos, 63 %, y las fuerzas de la reacción 4.292.466 votos, 37 %; el 2 de diciembre de 2007, las fuerzas revolucionarias obtuvieron 4.379.392 votos, 49,29%, y las fuerzas de la reacción 4.504.354 votos, 50,7%; el 23 de noviembre del año pasado: las fuerzas revolucionarias obtuvieron en torno al 55 %, y las fuerzas de la reacción 43 %. Esta vez la reacción superó su límite histórico de 4 millones y llegó a los 5 millones, la distancia entre los corredores que en 2006 era de 26%, se ha reducido a 8,73%: el corredor que viene detrás se sigue acercando peligrosamente. Esto es preocupante ya que confirma la tendencia que viene trayendo el proceso, y más preocupante si tenemos en cuenta que lo que estaba en juego era la posibilidad de permanencia en el poder del propio presidente Chávez. De mantenerse esta tendencia, ¿qué ocurrirá en las próximas elecciones? En sus primeras declaraciones después de las elecciones, un grupo de dirigentes de la reacción sacaba estas mismas conclusiones y planteaba continuar por este camino, seguro que tarde o temprano tendrá éxito en su empeño de alcanzar el gobierno a través de la vía electoral. Esa convicción es la que, seguramente, llevó a estos personajes siniestros a cambiar la torpe estrategia de denunciar fraudes inexistentes y montar guarimbas, que había empleado en anteriores elecciones, y aceptar los resultados dados por el CNE.
1.- Por qué la enmienda
En sus primeras intervenciones luego de las elecciones del 23 de noviembre, el presidente Chávez reconoció que había llegado a la conclusión, por demás obvia, que por el momento no tenía relevo en la dirección de la revolución y que por ello había que enmendar la constitución para que él se pudiera presentar a la reelección en el año 2012. El presidente, que siempre se ha destacado por su sintonía con el sentir del pueblo, se percataba de algo que las masas ya habían entendido desde hacía tiempo cuando de su seno surgió aquello de “menos mal que tenemos a Chávez infiltrado en el gobierno”. Por eso esas masas comprendieron mejor que nadie lo que se jugaba en esta elección y salieron nuevamente a apoyar a Chávez en las urnas. Si alguien tenía dudas de lo que sería un posible gobierno de la reacción, ésta se había encargado de despejarlas en sus escasos dos meses de gobierno en los Estados de Miranda, Carabobo y Táchira, donde desataron una campaña implacable, al mejor estilo fascista, en contra de las misiones sociales. Sin embargo, el reconocimiento de Chávez de la ausencia de líderes revolucionarios capaces de sustituirlo en el gobierno sólo sirve para desnudar una de las principales carencias de la revolución, y es que en Venezuela se repite lo escrito por Trotsky al comienzo del Programa de Transición: “El rasgo fundamental de la situación política mundial en su conjunto es la crisis histórica de la dirección proletaria”. Este es, sin duda, el gran drama de la revolución bolivariana. La naturaleza aborrece el vacío y esa falta de dirección revolucionaria, de partido revolucionario, de un programa revolucionario, le dejan el campo abierto a la burocracia gubernamental para que lo llenen con las fracasadas y anacrónicas tesis del reformismo. Dentro de estas tesis se destacan las de ir logrando legitimidad para la revolución a través de la vía electoral, he ahí la explicación a los 15 procesos electorales que han tenido lugar en estos 10 años de revolución. En la medida que no se aplica un verdadero programa revolucionario que profundice y termine de consolidar a la revolución en el poder, en pocas palabras un programa que acabe de una vez por todas con la propiedad privada de los medios de producción y por ende con el poder que aún conserva la burguesía, a los reformistas se les hace indispensable legitimar cada medida que toman a través de una elección. Esto es un arma de doble filo porque se continúa jugando con las reglas de juego del enemigo y las masas se van cansando de tantas elecciones sin que al final de las mismas terminen de verle el queso a la tostada. Lo que hay que entender y explicarle a esas masas es que en definitiva las revoluciones no se ganan ni se pierden en las mesas electorales sino en las calles, con su activa y protagónica participación.
2.- Qué significa este resultado para la revolución
A pesar del triunfo y de la lógica alegría que esto despierta entre las masas revolucionarias por haber derrotado nuevamente a la reacción, hay que ser realistas para poder analizar este resultado en su justa dimensión. La victoria en el referéndum le va a permitir a Chávez y al resto de los funcionarios de elección popular poder presentarse en sucesivas elecciones sin límite de períodos. En el caso específico de Chávez le garantiza postularse a la reelección en el año 2012, pero es que de aquí a allá aún faltan cuatro años, con la posibilidad que la reacción intente convocar un referéndum revocatorio en el año 2010. Es decir, más allá del placer que siempre deja una victoria sobre el enemigo, si somos realistas aún no se ha ganado nada y el peligro de la contrarrevolución, tanto externa, a través de la oligarquía y sus representantes, como interna, impulsada por la burocracia, se mantiene intacto. La alegría por el triunfo de hoy bien se puede convertir en una alegría de tísico dentro de 4 años si la revolución no se profundiza y por el contrario continúa perdiendo terreno. En ese sentido, la verdadera importancia de este resultado hay que buscarla en el hecho que con él las masas renuevan su confianza y su esperanza en que la revolución finalmente les resuelva sus necesidades más inmediatas. Para los sectores de la vanguardia de la revolución es el ganar un poco más de tiempo para organizarse y terminar de construir esa dirección revolucionaria que está haciendo falta para que se ponga al frente de esas mismas masas y las conduzca a la victoria.
También habría que dedicarle una palabra, aunque breve ya que no merecen más que eso, a los sectores sectarios de ultraizquierda que, una vez más, se colocaron a contramano del sentir de las masas y con ello de la historia, y llamaron a votar nulo en estas elecciones. Una vez más, también, demostraron que no entienden nada de lo que es una revolución y que su triste papel es el de parecerse cada día más al de la reacción.
3.- Sin embargo, el cansancio de las masas es real
Como decíamos antes, no hay que dejarse encandilar con el hecho de haber triunfado este domingo, y aquí es bueno recordar una vez más al filósofo Baruch Spinoza cuando decía que no había que reír ni llorar sino comprender. Hasta este 15 de febrero, el electorado de la reacción se había mantenido estable en torno a los cuatro millones de votos y el del sector más consciente de las masas revolucionarias también rondaba esta cifra, ello si tomamos en cuenta los resultados de la única derrota electoral de la revolución. Quienes habían inclinado la balanza hacia el lado de la revolución en las anteriores elecciones habían sido los elementos más atrasados de esas masas, en los cuales se mezclaban sectores populares y no pocos sujetos de la pequeña burguesía. Sin embargo, este domingo encontramos otro elemento preocupante en la participación de estos sectores populares más atrasados: si bien en el referéndum constitucional de 2007 no votaron en contra de la revolución, absteniéndose de votar, lo que provocó que la reacción ganara con sus históricos 4 millones, este 15 de febrero casi un millón de personas de estos extractos populares, que hasta el año 2006 habían votado por la revolución, salieron ahora a votar en contra de ella y aumentaron las arcas de la reacción haciéndola superar los 5 millones de votos. Es una clara señal que estas personas, a las cuales no se puede catalogar de oligarcas, han perdido su esperanza en la revolución. En un artículo que escribimos luego de las elecciones del 23 de noviembre decíamos: “…Contrariamente a lo que se ha dicho desde algunos sectores del chavismo, lo ocurrido en el referéndum constitucional no fue un accidente, los resultados de estas elecciones regionales demuestran una conexión entre uno y otro evento: el cansancio y la apatía de los sectores más atrasados de las masas, que se comenzó a ver el 2D, continúa presente y si no se reflejó más claramente en estos resultados se debe al gran esfuerzo de Chávez y del sector más conciente de las masas revolucionarias que echaron el resto para evitar una derrota. Es obvio que la revolución comenzó un declive el 2D y que el mismo se mantiene, y si no se cambia el rumbo rápidamente, profundizando la revolución, nada evitará la derrota final de la misma”. Hoy, después de conocidos los resultados de este nuevo referéndum, esta tendencia no ha variado a pesar del triunfo.
4.- Aprovechar la victoria para consolidar la revolución
Las masas revolucionarias venezolanas una vez más demostraron su alto nivel de conciencia asestándole otra derrota a la reacción. También demostraron a los pájaros de mal agüero del reformismo y del sectarismo que la correlación de fuerzas aún continúa siendo favorable para la revolución y que si no se toman las medidas necesarias para hacerla triunfar definitivamente no es por su falta de entusiasmo y de participación. Como decíamos antes, las masas han renovado su esperanza en que esta vez sí sus problemas más inmediatos serán oídos y solucionados, en definitiva para ellas socialismo significa que sus necesidades sean resueltas, más allá de hermosas consignas y discursos, y si esto no es así el socialismo no les sirve. Por todo esto, a los burócratas que vuelven a aparecer sonrientes en la fotografía como si ellos hubieran sido los artífices de la victoria, habría que recordarles que ésta se logró no gracias a ellos sino a pesar de ellos. En sus palabras de agradecimiento desde el balcón del pueblo, Chávez pareció comprender este mensaje y dijo que el pueblo había cumplido y que ahora le tocaba a él cumplir, agregando luego que ahora sí se iba a poner todo el empeño para solucionar las lacras de la inseguridad, de la corrupción, del burocratismo, etc. No dudamos de la sinceridad del presidente cuando dice esto, de lo que dudamos es de que sepa cómo hacerlo. En esa misma intervención planteó que pensaba fortalecer el Estado para poder enfrentar estos problemas sociales, es decir, fortalecer la burocracia para combatir el burocratismo. La solución no está en fortalecer al Estado burocrático burgués sino en todo lo contrario: acabar con este Estado capitalista que fue diseñado para aplastar y controlar a las clases dominadas en favor de la burguesía, y si no ver lo que ocurrió hace dos semanas con la represión de los trabajadores de Mitsubishi, los mismos que este domingo salieron a votar a favor del sí, por parte del aparato represivo de este mismo Estado. Hay que desmontar de una vez por todas a este Estado y construir un nuevo Estado, o semi Estado como decía Marx, que sirva a los intereses de los trabajadores, de los campesinos, de las clases populares para comenzar a sentar las bases de la nueva sociedad socialista.
La victoria de este domingo es una nueva oportunidad que se le abre a la revolución para acabar con las tareas que aún tiene pendiente. Repetimos, la correlación de fuerzas continúa siendo favorable aunque el que viene detrás se siga acercando. No obstante, no hay que ser pesimistas con respecto a esto último. A pesar del repunte de la reacción, en la hipótesis que pudiera hacerse con el gobierno a través de unas elecciones, le costaría mucho conservar este poder, el modelo que propone es el viejo y gastado modelo capitalista que está en quiebra en todo el planeta y que en vez de solucionar los problemas de las masas los potenciarían al infinito. Tampoco esas masas se dejarían arrancar lo que han logrado hasta aquí con la revolución y darían una batalla feroz por defenderlo, los resultados del referéndum son una buena prueba de ello. En definitiva, parafraseando a Trotsky cuando se refería a la lucha contra el fascismo (ideología a la cual son afines muchos de los integrantes de la reacción), la contrarrevolución sólo triunfará sobre el fracaso de los revolucionarios. Pero para que ello no ocurra, como lo hemos venido repitiendo cansonamente a lo largo de este escrito, hay que completar la revolución, llevarla hasta el final, y eso no será jamás posible con las fracasadas tesis del reformismo. Es necesario expropiar a la burguesía en vez de conciliar con ella, es necesario nacionalizar los medios de producción, la banca, la tierra y ponerlos bajo control directo de los trabajadores y de los campesinos, sólo así se podrá planificar la economía para dar respuesta a las necesidades de las mayorías. Pero estas tareas, está más que demostrado, es imposible que las realice una dirección de burócratas reformistas y contrarrevolucionarios, hoy más que nunca, es absolutamente necesario que la clase obrera dé un paso adelante y se ponga al frente de las masas para conducirlas a la victoria, esa es la lectura más importante a sacar de estas elecciones y el reto que tiene en lo inmediato el movimiento obrero venezolano.