En los años ´70 Simón Díaz protagonizó una extraña película que nunca más los canales de televisión transmitieron. Se llama “la empresa perdona un momento de locura” y consistía en un trabajador honesto y servicial que luego se convirtió en un dirigente sindical combativo y al que la empresa fue luego reabsorbiendo de tal manera que lo enajenó y convirtió en un colaborador que traicionó los intereses de sus compañeros trabajadores. Es decir, la empresa le perdonó al trabajador ese momento de lucidez que tuvo. Bien, si alguna lección podemos extraer de lo que está ocurriendo en Honduras es que la derecha no perdona ni un momento de locura o de lucidez. El Presidente Zelaya que no es ningún izquierdista revolucionario o socialista, simplemente se acercó a una nueva manera de hacer las cosas, convertir su gobierno en uno de mayor carácter popular, donde el pueblo tuviese mayores niveles de participación, sin pretender dar el paso hacia el socialismo. Un socialdemócrata, pues.
La burguesía hondureña no le perdonó semejante atrevimiento, que saliera de los moldes del neoliberalismo rampante, de ese capitalismo salvaje y empobrecedor de un pueblo por siglos sojuzgado, vejado, humillado. Que se incorporara al ALBA y apoyara a Chávez y a Fidel. He allí el verdadero rostro de la oligarquía latinoamericana, acompañada de la derecha más recalcitrante que se ha podido apreciar, la misma que se expresó en Chile cuando Allende intentó la primavera socialista con rostro democrático. Usando las mismas armas jurídicas de la derecha. No se lo perdonaron, como no le han perdonado a Chávez que de militar golpista y con visión bolivariana y nacionalista diese el salto hacia una democracia popular, radical y que ahora se haya declarado socialista, anticapitalista y ¡¡horror!! Antiimperialista.
Así es la derecha. Así es la oligarquía. Convenzámonos.
Cuando veo a antiguos amigos otrora de izquierda, que soñaron y lucharon por el Socialismo y ahora, cuando tenemos un Presidente que se declara como nosotros, que oye y difunde a Alí Primera, que le echa en cara al imperialismo sus verdades, que habla de la propiedad socialista y colectiva, que defiende la dignidad del pueblo cubano, que rinde homenajes a Allende, promueve a Marx, a Gramsci, a Rosa Luxemburgo, a Trotsky, a Galeano, que expropia a transnacionales y a grandes latifundios (redundo con intención) para entregarle la tierra a campesinos, expropia fábricas para entregárselas a los obreros; esos amigos entonces dan la espalda y critican, cuestionan, y enfrentan a todo lo que venga del gobierno revolucionario.
Es decir, van contra todo lo que alguna vez soñaron, pregonaron y por lo que lucharon. Ahora son tránsfugas, renegados, entregados sin remilgos a las fauces de la derecha y de sus antiguos enemigos, a los que ahora no critican, sino que avalan. Hoy votan por Ledezma, el que los reprimió, hacen loas de Betancourt, el que los persiguió con saña, mató y desapareció a sus compañeros. Les entró un Alzhaimer histórico, pues se olvidaron de las masacres como Cantaura, Yumare, el Amparo y el Caracazo y ensalzan a adecos y copeyanos, andan con ellos agarraditos de la mano, marchan y cantan “adelante a luchar milicianos, a la voz de la renovación” (dicen renovación pues borran de sus labios la palabra revolución). Son los Pompeyos, los Teodoros, los Puerta Aponte, los Amèrico, los Blanco Muñoz, los Manuel Caballeros. Los tenemos en cada uno de nuestros estados, en cada una de nuestras ciudades, son los exmilitantes del MAS (cuando éste era el partido de Cabrujas), del MIR, de Bandera Roja, de Ruptura, eran los “comecandela” de la izquierda y otros que, para no generalizar se denominaban luchadores sociales o comunitarios. Por supuesto, que en el chavismo que no perteneció a la izquierda histórica también los hay: Miquilena, Alfredo Peña, Baduel, Acosta Chirinos (entre otros)
Ahora, para demostrar que son antichavistas de verdad verdad son capaces de cualquier cosa. De la delación, de servir de puntas de lanza con argumentos pseudoizquierdistas para atacar al proceso de cambios venezolano, capaces de ser lanzados como arietes contra las manifestaciones de revolucionarios. Capaces de aparecer en Globoterror como los protagonistas de la lucha antichavista, sin importarles el “fó” que le hacen los derechistas históricos. A éstos les temo más que a los adecos y copeyanos de toda la vida. De Ramos Allup, Ledezma , Leopoldo Castillo y demás especímenes de la fauna fascistoide uno sabe a qué atenerse y hasta comprende que se mantengan defendiendo los intereses de la burguesía. Al menos son consecuentes con lo que siempre fueron. Los tránsfugas No. ¿O acaso ahora son lo que en realidad siempre fueron?. Aún así, la derecha tampoco los perdonará. Siempre tenderá una sombra de duda, pues si ya traicionaron, luego lo pueden volver a hacer. Están en el limbo histórico y político.