Acá en Portuguesa, en la ciudad de Guanare, donde nací y he vivido mis cuarenta y un años de existencia (salvo mi espacio de estudios en Mérida, ante la falta de la hoy municipalización de nuestras universidades), se siente con mayor vehemencia esta situación de “miopía táctica”. Advierto que siendo militante del PSUV, no me siento en la misma mesa de las autoridades del partido, ni “salgo a convites” con ellos, porque les aprecio en extremo hipócritas y fariseos. No están convencidos de este proceso de cambio y sus acciones son reiterativas de las críticas que ha tenido el proceso revolucionario en sus diez años de existencia (personas que hasta unos días atrás los veías en bicicleta por las calles de Guanare, hoy andan en ostentosas camionetas último modelo). No disimulan.
Y a esta realidad, “archi conocida”, se le suma los enfrentamientos internos que ya dan pena ajena. En Portuguesa no existe una oposición (como tampoco se ve en el país nacional), sino unos grupos de interés que están allí pescando en “río revuelto”. Buscan afanosos la mano necesitada de quienes tienen el privilegio de los contratos y recursos del estado. El liderazgo de Wilmar Castro Soteldo, no termina de germinar ante ataques desmedidos de los propios compañeros de fórmula. Lo último que se ha colado es que él, en su desesperación de crear conciencia y unidad en el ámbito laboral de la gobernación, está planificando una “caída y mesa limpia”, es decir, la destitución de todos los funcionarios de la gobernación del estado para sanear el inmenso abismo de corruptelas que se ha anidado. Ante los ojos se ve que es una manipulación de información acerca de alguna que otra crítica que ha dado el Gobernador, porque los vínculos de esa nueva mafia que copula en las instituciones de poder son descaradas y reales: cuando se habla de corrupción en Portuguesa es porque verdaderamente existe.
Entonces: ¿qué hacer? Lenin, en su tiempo, respondió con mucho tino esta respuesta ante la realidad del movimiento revolucionario ruso; a nosotros nos queda corto cualquier respuesta sino se motiva a la militancia a entender que erradicar la corrupción y los desafueros internos entre los grupos de interés del chavismo, se traduce en profundización del proceso revolucionario. No se puede hacer “la revolución” en condiciones de inseguridad ideológica: hace falta unificar criterios, dialogar, pero sobre todo reconocer en los opuestos que cada espacio que le damos no los enriquece a ellos, han perdido liderazgo obviamente, pero si nos lleva dos pasos atrás de nuestro objetivo…