La sociedad de cómplices

Cuando emprendes una lucha contra los infames,

tendrás muchos momentos de angustia,

pero también la plena satisfacción 

de saber que no te quedaste

de brazos cruzados.

FIDEL

La complejidad de un delito, sea cual sea su naturaleza, no puede ser analizada de manera superficial. Lo artificios discursivos que banalizan esta lucha contra la corrupción no deben limitarse al solo hecho de generar formas mediáticas de un posible castigo. Es necesario avizorar mecanismos que nos permitan ir a la raíz de este mal. Si bien es cierto que se siente un regocijo cada vez que el mismísimo presidente Maduro anuncia -públicamente- que, determinado grupo de personas han sido detenidas por estar incurriendo en delitos administrativos, también es necesario, más bien un clamor, buscar la manera de desmantelar todo el andamiaje que permite el delito.

Los delicuentes administrativos no actúan solos ni generan estos desfalcos de la noche a la mañana. Todo lo contrario, estas personas planifican muy bien lo quieren lograr. No se trata solamente de  negocios directos con empresas de maletín o la repetida búsqueda de la comisión que les permite luego trampear una concesión. No, la cosa está sustentada en un trabajo tan bien diseñado que permite eliminar cualquier tipo de sospecha y deja al margen las denuncias por falta de pruebas. Si no fuera porque estos gandules vociferan sus delitos, pues más difícil sería ponerlos evidencia. Ello obliga a los organismos del Estado a generar formas más efectivas, más seguras que pongan en evidencia las novedosas maneras cómo estas mafias logran sus objetivos y cómo edifican el asqueroso sistema donde se fortalece  la Sociedad de Cómplices. Quiero hacer un especial énfasis sobre este aspecto porque quienes intentan destrozar nuestra Revolución, saben que hacen más daño estando dentro que desde afuera. Estos grupos operan con una logística de cirujanos: cada uno de los lugares administrativamente estratégico cuenta con una pléyade de miserables que se prestan para favorecer estos robos. Ellos se quedan con las miserias que el amo les va dejando. Incluso muchos forman parte de estas redes porque a sí mismos se dicen: si ellos están robando, no joda, yo también lo hago.... Esto lo dicen a carcajadas porque, además, le han perdido la vergüenza al infame acto del robo.

En muchos casos se prestan a colaborar con los chivos porque ingenuamente creen, que no les va a pasar nada, o peor aún, están convencidos que si uno va preso todos irán.... Falacia que después ya no pueden remediar puesto que, en estos casos, los más pendejos, como decían nuestros mayores, son los que realmente caen en desgracia.

Ojalá, usted, camarada que lee estas líneas no ande por estos caminos porque, y aunque le produzcan repulsión mis palabras, puede llegar el día en que toquen la puerta de su casa y frente a sus hijos se lo lleven esposado. ¡Imagine el dolor que le causará a ellos y a todo su entorno familiar!. Siempre es mejor lograr las cosas con la tranquila sensación de que nadie puede llamarte ladrón o cómplice de los ladrones. Triste final para alguien que cree, que está convencido de que la plata robada le durará para siempre. ¡Dinero mal habido, maldición caminando a tu lado!

El otro margen de la sociedad de cómplices, lo cubren aquellos personajillos que se hacen los locos, los que miran para otro lado mientras los desfalcos se producen. Estos neutrales buscan la manera de cuidar el cuchitril donde se les ha dado una responsabilidad menor, pero que igual le da una clara oportunidad de saber lo que sucede donde trabajan. Ellos quieren estar bien con Dios y el Diablo. Jamás comprometen sus nombres ni tienen el valor de hacer público lo que es un secreto a voces. Por esa razón estas joyitas también tienen su cuota de responsabilidad y no basta con que salgan a defenderse, moviendo las manitos, para argumentar que no sabían nada...

Aquí, camaradas, es donde surge la necesidad de darle un golpe mortal a estas redes sistemáticas de corrupción. Claro, en la medida en que toman el poder dentro de la institución, suelen buscar la manera de generar formas de chantaje o de amedrentamiento usando a sus lastimosos perros de presa. Pero hay que seguir en la lucha puesto que sus prácticas, por lo general, suelen usar el mismo patrón de comportamiento:

Poco a poco van controlando los puntos neurálgicos de la administración de la Institución.

Todas las personas que trabajan para generar y hacer eficiente la red de cómplices, conocen con suma antelación al Capo mayor.

Se desprestigia y luego se despide, con cualquier excusa, a todos los trabajadores que bien puedan mostrar su descontento con estos actos.

Se persiguen y se bloquean las páginas web que apoyan a la Revolución particularmente aquellas donde se sospecha que se habla de corrupción.

Se hace un registro de las entradas que los trabajadores hacen a estas páginas para así saber quién puede, según en lenguaje propio de estas lacras, ser los posibles sapos.

Podría hacer un infinito collage de items que develen el quehacer de estas lacras corporativas; pero apremia el tiempo y la lucha no puede parar. ¡Así que vamos  todos a ayudar a nuestro Presidente Nicolás Maduro para que no haya más desfalcos, no solo administrativos sino de aquellos que son más peligrosos: Esos que se producen por la impotencia de no ver a estos tipos tras las rejas!. La Revolución Bolivariana ha sido el escenario ideal para las reivindicaciones históricas de un pueblo que no tiene ni ha tenido nunca, en su identidad cultural, el arte del delito. No nos quedemos con los brazos cruzados. Es necesario y fundamental  la continua lucha contra uno de las peores condiciones humanas: ¡SER UN ASQUEROSO CORRUPTO!

El autor es: Comunicador de calle, registrado con el número 14880, del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (SIBCI). Premio Nacional de Poesía Fernando Paz Castillo (2010). Premio Municipal de Poesía (Trujillo 2003). También es autor de Ceremonia de lo adverso, Las buenas Razones, Cuaderno Palestino, La Tierra & El Fuego y de Otoño en Pekín: Crónicas de otro viaje. Es Magíster en Estudios Culturales de la U-ARCIS de Santiago de Chile.

i.canizalez@hotmail.com



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Isaías Cañizález Ángel

Poeta y comunicador de calle, registrado con el número 14880, del Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información (SIBCI). Premio Nacional de Poesía Fernando Paz Castillo (2010). Premio Municipal de Poesía (Trujillo 2003). También es autor de Ceremonia de lo adverso, Las buenas Razones, Cuaderno Palestino, La Tierra & El Fuego y de Otoño en Pekín: Crónicas de otro viaje. Es Magíster en Estudios Culturales de la U-ARCIS de Santiago de Chile.

 i.canizalez@hotmail.com

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