El modelo es una representación simplificada de la realidad construido para facilitar su análisis, comprensión y la prospección de su comportamiento. En la modelación de los sistemas socioeconómico es particularmente importante la identificación y caracterización de las variables y externalidades, de los actores y sus interrelaciones dinámicas, evitando que por su rigidez, el modelo opere como un “lente” que distorsione la realidad induciendo por ello la adopción de decisiones y políticas públicas desacertadas.
Pareciera que el modelo que utiliza nuestro gobierno para gestionar la política cambiaria y enfrentar la guerra económica de la burguesía, no ha tomado en cuenta las casas de cambio cucuteñas, como agentes de la cotización del “dólar paralelo”. Este se transa en bolívares para satisfacer la alta demanda de nuestra moneda, derivada por el interés de la población de la frontera colombiana, de adquirir a precios subsidiados -por la vía del contrabando estimulado por la brecha cambiaria-- gasolina, harina de maíz precocida, leche, café, carne, pollo, papel higiénico, azúcar, arroz, electrodomésticos y pare usted de contar.
En la práctica, desde allí se está controlando la formación en Venezuela de precios especulativos, al tener estos como referente el “dólar Cúcuta” difundido por “dolartoday” y otros portales, llegando a posicionarlo hasta un valor 7 veces superior al tipo de cambio oficial. Esto ha fortalecido la economía ilícita, detrás de la cual están las mafias del narcotráfico y paramilitares, creando pobreza, generando inseguridad y escases crónica en nuestros estados fronterizos y mucho más acá. A ello contribuye también la asignación de dólares de CADIVI a las remesas que fluyen hacia Colombia y son transadas en el “mercado cambiario cucuteño” para retroalimentar la especulación. Por cierto, dichas Casas de Cambio fueron autorizadas en 1999 por el Estado colombiano para operar con un tipo de cambio peso/bolívar diferente al que se cotiza en Bogotá, aunque manteniendo su paridad respecto del dólar. Esta “hábil” medida de la oligarquía colombiana le ha permitido por más de una década, tener el sartén por el mango en las relaciones comerciales bilaterales para succionar nuestra renta petrolera y generar una relación asimétrica bilateral a su favor, sin que se le haya puesto el cascabel al gato.