Con sus intentonas golpistas, como respuestas a la pérdida del poder político sin el cual el poder económico se tambalea, no se consolida, no se concreta en ganancias, llevan sin parar 14 años sufriendo mermas dinerarias en sus rentas tradicionales, unas pérdidas causadas particularmente por la merma de buenos mercados que anteriormente se hallaban bajo su absoluto control[1], con inclusión de las compras del Estado y de las gobernaciones y Alcaldías, pero, además, porque evidentemente la renta petrolera usurpada impunemente durante más de 120 años dejó de ser su coto privado, el de los capitalistas que hoy invitamos[2] a que se vayan con su música a otra parte conjuntamente con sus adulones, hoy proletarios escualidizados de manera idiota y enfermiza.
Como ya el pueblo mayoritario lo sabe, jamás fueron verdaderos empresarios, el capital que ponían para explotación de nuestros trabajadores era sustraído del Estado mediante todo tipo de triquiñuelas políticas y financieras con la anuencia de gobernantes inescrupulosos y serviles que imperaron en nuestro país hasta la llegada de Hugo Chávez.
Tales ex empresarios causaron además un gran daño a nuestra mano de obra mejor calificada técnicamente. Fue así como jamás estimularon un perfeccionamiento en unos trabajadores que sólo estuvieron convalidando una producción ficticia, minimizada y de tercera calidad ya que sus empleadores no estaban interesados en mejora esa calidad a fin no competir con las empresas importadoras en las cuales también y en paralelo funcionaba ese capital de procedencia petrolera.
Según las estadísticas actuales en materia de demanda efectiva, hoy hay en Venezuela más 4,5 millones de nuevos comensales de los cuales una buena parte sufría los desmanes comerciales de un capitalista hambreador por naturaleza propia. Los pocos empresarios de comienzos del siglo pasado fueron corrompidos por los políticos, perdieron interés en sus fábricas y optaron por dedicarse a importar. Esas pocas fábricas siguieron abiertas a título de pantallas justificativas de los créditos que tanto recibieron de gobiernos parasitarios y antipopulares.
Los empresarios fabriles actuales, como también lo sabe el pueblo, han sido empresarios amañados dedicados a conseguir créditos blandos[3] susceptibles de condonaciones estatales, a minimizar su capacidad productiva para favorecer sus intereses comerciales y, por lo general vivir fuera del país, consumir bienes importados y capitalizar en dólares rumbo a su exportación. No capitalizaron 1 $ en Venezuela. Las exportaciones más estimuladas por nuestros empresarios han sido la de dólares y no la de bienes fabricados nacionalmente.
Sin embargo, tienen la opción del dumping, una práctica burguesa dañina a toda sociedad consistente en lanzar al mercado ingentes volúmenes de bienes a precios muy bajos para así sacar del juego a la competencia. En el caso actual, para sacar a los mercales y pedevales. Ustedes se hallan ante esa dicotomía políticoeconómica. Aplican dumping o se van con su capital a otra parte. Esta segunda opción la deben tomar con la mayor brevedad posible, habida cuenta de que otros podrían adelantárseles y en el mundo ya no quedan muchos países dispuestos a recibir capital burgués.
[1] Los mercales, pdvales y centros de abastecimiento estatal afines son mercados arrancados a esa oligarquía tradicional que hoy sigue con pretensiones de retorno al poder como si se tratara de una dificultada pasajera.
[2] Se trata de una asesoría profesional que de buena fe les brido gratis a fin de que su ruina no se les acelere en caso de seguir invirtiendo su capital en nuevas campañas tentativas a sacar del juego esta revolución. Mientras más la atacan, más perdidas tienen, y esa estrategia es muy ajena a la lógica convencional burguesa.
[3] Los dólares extraídos de CADIVI han venido representando el nuevo mecanismo financiero usado por esos mismos empresarios que siempre vivieron del Estado. Prueba de ellos son las notorios y ya descubiertas irregularidades presentadas por sus beneficiarios.