En el Estado Falcón, así como en otras regiones, los únicos que podrán morder pernil hasta que se le caigan los dientes, son aquellos que llevan años ocupando altos cargos. Y como ya es archisabido, además tendrán acceso al consumo de la costosa pierna de cochino, la clase media alta, o sea, la pequeña burguesía pueblerina. En cambio, al ciudadano común, el que vive de su trabajo honesto y recibe un mísero salario de hambre, a ese ni siquiera le dejaran oler el apetecible pernil que ofreció el demagogo Bernal. Con razón este personajillo está tan devaluado, que ya no gana ninguna elección.
De modo que sin caer en exageraciones ni politiquería barata, debemos admitir que esta será la navidad más tristes y oscuras de nuestra historia contemporánea. Nunca como ahora, el hambre se disparó a gran escala, y la escases de bienes y servicios alcanzo proporciones alarmantes, a tal punto que ahora se puso de moda decir que me voy del país, aunque sea a las Antillas menores, con tal de no calarse más a Nicolás Maduro, quien con sus errores nos condenó a vivir como en tiempos de post-guerra mundial. Y pensar que todavía tiene los santos riñones de querer repetir en el 2018.
Palabras más, palabras menos, quienes hemos sido defraudados diremos que este el 31 por la noche, solo en el alto gobierno se atragantaran comiéndose el pernil que no llego a millares de hogares venezolanos, y que no fue posible que llegara, porque las mafias que operan en los Clap, se encargaron de devorarse todo, con la misma voracidad de quien se traga un burro sin eructar. ¿Y será por eso que Raimundo y todo el mundo dicen que el chavismo no volverá a ganar elecciones, así hagan trampas y el petróleo alcance a los 50 dólares para comprar conciencia?
Con razón Bernal están tan gordo, y el resto de la población cadavérica. ¡Que tal!