Alquimia política

Reflexiones tácticas

En días pasados, cuando el caso de Globovisión y los ataques del grupo de los partidarios de Lina Ron a sus instalaciones, Mario Silva expresó, con pertinencia estimo, de que había sido un acto innecesario. Y esto es la realidad: nadie golpea al “perro muerto”. Pero pareciera que quienes respaldamos los procesos de cambio, no aprendemos de nuestros errores.

Acá en Portuguesa, en la ciudad de Guanare, donde nací y he vivido mis cuarenta y un años de existencia (salvo mi espacio de estudios en Mérida, ante la falta de la hoy municipalización de nuestras universidades), se siente con mayor vehemencia esta situación de “miopía táctica”. Advierto que siendo militante del PSUV, no me siento en la misma mesa de las autoridades del partido, ni “salgo a convites” con ellos, porque les aprecio en extremo hipócritas y fariseos. No están convencidos de este proceso de cambio y sus acciones son reiterativas de las críticas que ha tenido el proceso revolucionario en sus diez años de existencia (personas que hasta unos días atrás los veías en bicicleta por las calles de Guanare, hoy andan en ostentosas camionetas último modelo). No disimulan.

Y a esta realidad, “archi conocida”, se le suma los enfrentamientos internos que ya dan pena ajena. En Portuguesa no existe una oposición (como tampoco se ve en el país nacional), sino unos grupos de interés que están allí pescando en “río revuelto”. Buscan afanosos la mano necesitada de quienes tienen el privilegio de los contratos y recursos del estado. El liderazgo de Wilmar Castro Soteldo, no termina de germinar ante ataques desmedidos de los propios compañeros de fórmula. Lo último que se ha colado es que él, en su desesperación de crear conciencia y unidad en el ámbito laboral de la gobernación, está planificando una “caída y mesa limpia”, es decir, la destitución de todos los funcionarios de la gobernación del estado para sanear el inmenso abismo de corruptelas que se ha anidado. Ante los ojos se ve que es una manipulación de información acerca de alguna que otra crítica que ha dado el Gobernador, porque los vínculos de esa nueva mafia que copula en las instituciones de poder son descaradas y reales: cuando se habla de corrupción en Portuguesa es porque verdaderamente existe.

Entonces: ¿qué hacer? Lenin, en su tiempo, respondió con mucho tino esta respuesta ante la realidad del movimiento revolucionario ruso; a nosotros nos queda corto cualquier respuesta sino se motiva a la militancia a entender que erradicar la corrupción y los desafueros internos entre los grupos de interés del chavismo, se traduce en profundización del proceso revolucionario. No se puede hacer “la revolución” en condiciones de inseguridad ideológica: hace falta unificar criterios, dialogar, pero sobre todo reconocer en los opuestos que cada espacio que le damos no los enriquece a ellos, han perdido liderazgo obviamente, pero si nos lleva dos pasos atrás de nuestro objetivo…   

Lenin, según Werner Bonefeld y Sergio Tischler Visquerra (2003), tuvo una concepción de la organización revolucionaria encarnada por el partido, y su idea del Estado cuyo poder debe ser tomado, como instrumento de la revolución; lo cual sigue siendo para nosotros los medios de la política revolucionaria.

La revolución ya no es un dogma leninista como se llegó a entender en el pasado, su tendencia actual es a una forma moderada del trotskismo, es decir, internacionalización del movimiento revolucionario. El marxismo ortodoxo intentó con gran empeño adaptar la dinámica de la lucha de clases a concepciones preconcebidas de organización, buscando hacerlas manejables bajo la dirección de los líderes del partido. Tradicionalmente, el manejo de la lucha de clases ha pertenecido a la burguesía, la que “concentrada en forma de Estado” (tal cual lo describió Marx), depende de la contención de la lucha de clases y su manejo en forma de una igualdad abstracta.

En este sentido, la negación política en las sociedades progresistas modernas debe conllevar a la subordinación de la desigualdad en la propiedad y a las relaciones de igualdad abstracta en la forma de relaciones de intercambio, lo cual se ve reflejada en la concepción del Estado Popular donde cada quien debe recibir un trato igualitario en la asignación de recursos económicos, e iguales oportunidades de trabajo según el talento y condiciones de cada persona.

A todo esto, nos vemos en un abismo táctico al ver que el movimiento revolucionario está siendo minado por pequeños “caballos de Troya”; esto amerita una confrontación más directa de tipo ideológico y mediático. Hay que sincerar los liderazgos locales del partido que no producen nada para afianzar el movimiento hacia realidades concretas y coherentes con el pensamiento transformador de una sociedad de iguales y por iguales. El caso del estado Portuguesa es un pequeño ejemplo de lo que se está haciendo mal; ojala la historia no nos cobre caro los errores y omisiones que por complacencia de lo que he llamado “liderazgos de utilería”, hoy se tolera conductas revolucionarias que van en contra del pueblo y sus anhelos republicanos.

ramonazocar@yahoo.com



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Ramón E. Azócar A

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

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