El presidente Obama y su trofeo de Bin Laden

¡Bendito has de quedar presidente Obama! Hasta que la brisa de la satisfacción sople a tu favor dentro el pueblo norteamericano y, de ellos, casi seguro vas, a lograr que te reelijan para un segundo período en la Casa Blanca, por haber parido la gran idea de paz mundial y sofreír la eufórica dicha de mandar a matar a Bin Laden y lanzarlo furtivamente al mar su cadáver y con esa iniciativa de temerario africano de generaciones, has restregado con paciencia la afrenta que ese terrorista musulmán, amamantado bélica y sicológicamente por vuestro ejército imperial en Afganistán y, quien tuvo la cruda osadía de enfrentar la seguridad y defensa de tu imperio yanqui en el gobierno de W. Bush al planificar el derrumbe de las Torres Gemelas en pleno corazón de Nueva York.

Ya Bin Laden no vale un comino para la humanidad y, si alguna vez fue el coco de la preocupación de ustedes, hace poco que pertenece al pasado que ilumina tu presente, ya que el premio es todo tuyo, tú gran trofeo que disfrutaste en camisa con tu comitiva, seleccionada para observar el acabar con ese terremoto de sus angustias que por más de diez años los mantuvo parapléjicos de burlas y de engaños en sus escondites, hasta que al fin afinaron la puntería y después el banquete que te sació el alma gringa de risa, celebración como regocijo infinito y con un suspiro de alegría aplaudiste tu propia miseria hecha realidad. Y ahora quién te aguanta, tus palabras van y vienen no como balas perdidas, no, de euforia como mito.

Es posible que seas el hombre más odiado por una gran porción de la humanidad consciente que exista sobre la tierra, y de otros la superestrella del momento, aunque no lo has dicho, pero sí una hija de él, tus comandos lo agarraron vivo y lo asesinaron, si es qué cabe para ustedes esa palabra o quizás mejor decir lo fusilaron o lo mataron y, cómo y ¿cuántos tiros le metieron y en ese rito de cayapa, no es un crimen de lesa humanidad, no estaba indefenso? ¡Qué perversión!, ¿hombre por dios insania de venganza?

Y algunos días después expresaste en tu delirio de caza recompensa que, el pueblo americano no olvida a sus enemigos y ¿a quién olvida?, preguntas al vaivén de una muerte segura o más bien crónica de una muerte planificada por tu gobierno.

Ojala que la sombra de Bin Laden te acompañe siempre y que su muerte no se transforme en males mayores para tu pueblo y tus compinches y que la copa en que brindaste por su desaparición no te explote rebosante de problemas de los que ya tienes.

Y quiera tu gran suerte que los otros cuatro años que te esperan de mandato: no se los lleve el diablo de tu banalidad por el camino del desastre y te veas rodeado de tantas situaciones de torpezas como sufrimiento inimaginable les caiga del mundo a la plebe de tu país, porque los poderosos y las trasnacionales tienen el cielo a su alcance y disfrute como burguesía al fin.

Osama Bin Laden te marcó para siempre y solo una b te separa de él y, cuando todo este alboroto de noticias alcance su cauce normal, deberías estar en el banquillo de los acusados de la gente consciente por atentar contra todos los principios de los derechos humanos de los individuos y en particular de uno que se sospechaba que era terrorista, porque si a ver vamos, todos somos hijos de dios y todos cabemos en ser y estar en su reino. ¿Si o no? En alguna parte debe estar copiado eso. Hoy por ti.

¿Felicidades, mister Obama? ¡Buen provecho! Y todo por el asesinato de un hombre y roguemos a san Benito que, no permita que un hueso de más insoportable brutalidad se le atragante al peligroso imperio de la inmoralidad que lo lleve a una reacción en cadena que malogre más la paz del mundo y lo llene de negra esperanza de maldades insidiosas, tal cual tienen hoy día al mundo zambullido en bajezas.



estebanrr2008@hotmail.com



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Esteban Rojas


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