Según Karl von Clausewitz, la guerra es "la continuación de la política por otros medios". Las formas de hacer una guerra dependen de los propósitos de los combatientes. Por ejemplo, en las guerras romanas, cuyo objetivo era expandir el imperio, el objetivo militar principal eran los combatientes de la nación a conquistar, para incorporar el pueblo una vez conquistado al imperio. Algo parecido es lo que han pretendido hacer los Estados Unidos y sus aliados con otros países en los últimos tres siglos.
Después, de la aparición de las armas nucleares se cambió el concepto de guerra, por primera vez se podía dar por resultado la aniquilación total de los dos bandos. Aun más, la especie humana estaría expuesta a su extinción. Se consideraba que la Guerra fría del siglo XX, había concluido, pero los últimas invasiones de las fuerzas armadas estadounidense, a países como Irak, Afganistán, Pakistán, Libia y Siria, demuestra lo contrario. Todas estas guerras tienen como fin, apoderarse de los recursos petroleros y minerales de esos países.
Actualmente, la República de Corea del Norte le declaró la guerra a Corea del Sur y a los Estados Unidos, debido al bloque económico y militar contra su país. Igual situación de bloqueo confronta Irán. La posibilidad de un enfrentamiento nuclear a escala regional, es bastante probable porque Corea del Norte posee armas nucleares. Los efectos de una guerra nuclear regional, aunque menores que los de una guerra nuclear global, siguen siendo devastadores.
En un enfrentamiento nuclear, entre las superpotencias nucleares, como EE.UU y Rusia, se podría detonar entre 5.000 a 10.000 megatones de fuerza explosiva. En 48 horas, se produciría una lluvia radiactiva que acabaría con el 35% de los adultos sanos. Las tierras del hemisferio norte podrían recibir más de 500 rems. (Unidad de medida de los efectos de emisiones radiactivas en el ser humano: para tener una idea de lo que representa el rems, un trabajador expuesto a radiaciones no puede recibir más de 5 rem en un año. Esto implicaría un alto nivel de envenenamiento radiactivo. Se calcula que unos 1.500 millones de personas morirían en los primeros ataques.
El invierno nuclear asemejaría a una glaciación repentina, de consecuencias catastróficas para los seres vivos. La temperatura global bajaría de manera drástica en días, desde -10 °C en el caso más modesto, hasta -50 °C en el más severo. La fotosíntesis no se produciría y la casi totalidad de la vegetación moriría en pocos años, siguiéndole todos los animales herbívoros. En pocos meses no habría alimentos suficiente para la mayoría de los seres vivos.
Los océanos no serían afectados por el oscurecimiento y el invierno nuclear, pero el aumento de la radiación ultravioleta acabaría con el fitoplancton, y con la cadena nutritiva en los mares, lo cual produciría una mortandad generalizada. Las diferencias en las temperaturas entre los continentes y los océanos generarían un caos climático gigantesco, lo que dificultaría enormemente la vida en las zonas costeras marítimas. Esperamos que prive la sensatez entre los países involucrados y se evite una catástrofe humanitaria.
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