Drama de un niño sirio refugiado

“Sólo oí cuando mi padre, me dijo: corre Talal. Y desde ahí ya no supe de él ni menos de mi mamá. Entendí que aquel grito de mi padre era para salvarme y él dar la vida por la mía, bajo aquel estruendo del fuego de las armas, que no diferencia quiénes somos niños, ni mujeres ni ancianos, que al final somos los que más sufrimos por decisiones que los chiquillos no lo logramos entender.

El hecho fue que corrí a pesar de que quería quedarme con mi padre, pero éste no me dejó, porque él ahí se podía defender solo; por eso me indicó el camino por donde correr y por ahí tratar de llegar a otro país extraño y pidiera ayuda, y esas palabras se me clavaron en la mente y corría como un desesperado y más aún cuando en el trayecto miraba a niños muertos y otros con extraños movimientos, tal vez por el envenenamiento de las sustancias nocivas que lanzaron hombres malos que vinieron mandado del más allá para asesinar a nuestras familias.

Pero mis fuerzas empezaron a flaquear y tuve que parar y sentarme en una roca escondida del camino para defenderme y evitar que aquella lluvia de balas cayera contra mí. Desde ese escondite vi pasar hombres bien armados, quienes me hacían temblar. Esperé que pasaran todos y seguí en mi loca carrera, muerto de sed y también de hambre, pero no le paraba; sólo pensaba en pasar la frontera, como me explicó mi papá. Aunque las fuerzas me abandonaron y caí desmayado en la orilla del camino...

Cuando desperté estaba en otro país, con otras personas, de las cuales la mayoría eran niños; nos encontrábamos en una chabola (tienda de campaña) y ahí personas de unos organismos internacionales nos prestaban ayuda y nos proporcionaban agua y alimentos. Mientras tanto yo pensaba en mis padres y lloraba y me preguntaba: ¿qué sería de éllos? ¿Por qué el mundo tiene que ser así? ¿Por qué tuve que huir de mi país? ¿Por qué no podemos ser como otros niños de otros países que juegan y estudian en sus escuelas? ¿Por qué las guerras? Y decir que hay aún personas en el mundo que aprueban esta agresión en contra mi país, de mis padres y de todos mis hermanos. ¡Qué inhumanos!”


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Emigdio Malaver

Margariteño. Economista y Comunicación Social. Ha colaborado con diferentes publicaciones venezolanas.

 emalaverg@gmail.com      @Malavermillo

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