Hermano, todos en la vida hemos llorado y lloramos, bien sea por noticias o hechos lamentables, como también de alegría, satisfacción… Lloré la partida de mis padres ocurridas el mismo año, como lloré la partida de familiares, amigos y gente que admiraba. También lloré de alegría con el nacimiento de mis tres hijos, en sus graduaciones como profesionales, en el matrimonio de mi hija…
También he llorado ante las desgracias naturales com la de Vargas, la de Haití; ante las injusticias humanas, la indiferencia ante los problemas de la gente…la guerra, la destrucción de civilizaciones enteras…
Pero de un tiempo para acá, muchos hemos llorado con dolor por la Patria porque no hemos sabido convivir en Paz; porque no se ha querido hacer una verdadera oposición respetuosa al gobierno, necesaria en democracia, ya convertida en oposicionismo; porque no hemos discernido que el otro es tan venezolano como yo; porque en el afán de acabar con la Revolución cegados por el odio no han bastado golpes de Estado petrolero, patronal, intentonas, sino que se ha hecho no solamente pacto con el diablo, sino pactos con muchos diablos, hasta importar terrorismo, francotiradores y paramilitares propios de otras latitudes para asesinar funcionarios, degollar motorizados, asesinar e incendiar instituciones hasta con niños adentro…venezolanos.
Lloramos la muerte de Chimaras, la de Danilo, la de Chávez, la de Otaiza; como lloramos la de Alejandro Fermín; la de Franceschi; la de Mónica…y la de tanto compatriota en manos del ampa desatada bajo la mirada indiferente y apoyadora de gobernadores y alcaldes…lloramos por los que perdieron la vida a manos de la violencia desatada por la arrechera de irresponsables perdedores, resentidos políticos y por la "salida" anticonstitucional y antidemocrática.
Lloramos por el daño que hacen a mi gente "venezolanos" que aprovechándose de la guerra económica provocada por un sector, aliados con mafias y secundados por contrabandistas y bachaqueros desangran al país.
Lloramos, con arrechera santa como la del Manso Rebelde de Galilea ante la muerte de su amigo Lázaro y su amada Jerusalén, por dos jóvenes brillantes como muchos de mi Patria, Carlos Serra y María Herrera, con un futuro inmenso. Carlos, diputado a la Asamblea Nacional más joven elegido democráticamente por su pueblo, María, su compañera y luchadora social, muertos de la manera más cruel, inhumana e importada (asesinatos selectivos) porque Carlos se atrevió a denunciar los planes macabros en contra de nuestro país, muertes detonantes para disturbios futuros y desestabilización, caos y más muertes.
Lloramos por los padres de Carlos y María, por sus hermanos, porque tenemos y amamos la familia…y lloramos con dolor profundo por esos muchachos que inoculados de odio son capaces de hacer los actos más bajos y degradantes de la especie humana en contra de jóvenes como ellos, de otros seres humanos, de su "misma Patria", sin importarles nada como quienes han vendido sus almas en pacto con las tinieblas…
Lloramos, porque ninguno de esa, disque unidad democrática, ha tenido la más mínima humanidad de lamentar, denunciar y rechazar tan viles asesinatos, más bien los atañen al hampa común restándole importancia con silencio cómplice.
Lloramos por esos padres ya indolentes, acostumbrados, consentidores, o, bajo amenazas o miedo, que permiten a sus hijitos e hijitas cometer como zombis tales monstruosidades sin el menor remordimiento, sin sentimientos, como si no tuvieran padres, hermanos, familiares, amigos, Patria, Dios, educación, valores…nada…como si no les importara nada ni nadie, llevados de la mano por lideres negativos de mentes costrosas, irrecuperables, fascistas.
Lloramos más aún, pero, de orgullo patrio, cuando vemos a la generación de oro triunfar en todos los ámbitos; cuando vemos a la gente feliz porque ya tiene casa equipada; porque pueden estudiar…y lloramos con esperanza en el Señor, porque un día no muy lejano viviremos en Paz, en armonía, con respeto al que piensa diferente; con una verdadera oposición con moral, patriota, con liderazgo, humanista, con ética; con un gobierno para todos y reconocido por todos; en un país prospero, lleno de vida, desarrollado, feliz...