"Me mataron a Daniel, el único varón que me quedaba vivo"

I

El dolor de una madre

Me rasgó el corazón el llanto de la madre de un joven policía asesinado para robarle su moto, en la avenida Tamanaco de el Llanito. Bajo un estado de conmoción apenas tuvo fuerza para gritar, suavemente, como si sus palabras no quisieran asomarse para ver lo que pasa en este país. A la señora Ana González sólo le quedan cuatro hembras de nuevo que lanzó al mundo, bajo la alegría que da a una madre parir un hijo. Ahora, no ríe, sino que llora de

rabia e impotencia cuando su última esperanza fue asesinada. Era un miembro de la Policía Nacional Bolivariana, donde aterrizó un día con el sueño de serle útil a su país. "En este país matan a los policías y nadie hace nada, matan a la gente, y nadie hace nada, nunca había visto una situación tan grave", eso dijo la madre de Daniel, bajo un llanto sin lágrimas, pues, ya no le quedan… El manantial se le seco de tanto llorar. Los otros hijos varones también se los mataron, impunemente. Y dijo con la voz quebrada: "Al final no le quitaron nada, nada material, sólo su VIDA, la que Dios le dio a través de mi… ¡Qué tristeza, Dios mío! Daniel nos dijo cuando se metió a la BNB que prefería morir antes que ser robado en la calle. Era un hombre bueno y responsable con su hogar. Le pido a Dios que castiguen a quienes me lo mataron, esto no puede seguir pasando…".

II

La muerte asecha

Cada día es enlutado un hogar venezolano a manos del hampa desatada. Cada día asesinan a uno o dos policías. Cada día le quitan la vida a uno o dos guardias nacionales. Cada tres o cuatro día asesinan a un oficial de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana. Cada minuto asesinan a un hombre, a una mujer a un niño o niña en la patria de Bolívar y de Chávez. ¿Quién le pone un parado a esta barbarie? ¿Qué plan de los tantos activados va a frenar al hampa? ¿Qué le ha sucedido a este país? ¿Qué demonio se nos ha metido en la cabeza, que ya no hay escrúpulos ni pena, ni dolor; no hay lágrimas ni siquiera hay consuelo para las personas que les matan impunemente a sus seres queridos?

Isabel Allende, dijo una vez: "No hay nada tan peligroso como la impunidad, amigo mío, es entonces cuando la gente enloquece y se cometen las peores bestialidades, no importa el color de la piel, todos somos iguales". En efecto, todos somos iguales a la hora que el hampa aprieta el gatillo y nos quita la vida. Seamos de la oposición o del chavismo, el hampa no discrimina. Pero allí está. Desatada, con su locura acuesta cegándole la vida a niños y niñas, jóvenes, adultos y ancianos. Mientras tanto el Estado, responsable de preservar nuestras vidas, no puede. El esfuerzo que hace no funciona. ¡Dios nos agarre confesados!... ¡Volveré!

Puerto Ordaz, 21 de mayo de 2016.

 

 

 

 



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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