La hipocresía revolucionaria ya no tiene límites. El Quinto Objetivo Histórico del Plan de la Patria, se quedó vestido y alborotado en una gran misión ecosocialista, que el comandante eterno supo construir con la fuerza del Libertador, para que su clan de traidores pudiera destruirla en un abrir y cerrar de ojos.
En el mes de febrero del año 2015, la Defensoría del Pueblo informó con bombos y platillos la creación de un anteproyecto de ley, que se presentaría y se discutiría en el hemiciclo de la Asamblea Nacional, con el objetivo de erradicar la maldita tauromaquia del bendito territorio venezolano, en aras de proteger la salud mental y espiritual de toda la sociedad bolivariana.
Ciertamente, la crisis venezolana aumentó con furia en todo el tricolor patrio. Más curules de corrupción, más firmas de revocatorios y más desabastecimiento en las calles. Toda esa violenta problemática política que enfrenta el país, ha dejado en el abismo parlamentario el respeto por los derechos de los animales, pero también nos hace dudar sobre la supuesta existencia del recurso legal, que pretendía prohibir las corridas de toros en Venezuela.
Hace más de un año que la Defensoría del Pueblo, aseguró estar "trabajando" con uñas y dientes en el anteproyecto de ley, pero ya estamos gravitando el mes de noviembre del año 2016, y ni siquiera conocemos una palabrita del contenido que sustenta al mencionado anteproyecto de ley.
Resulta inevitable preguntarse ¿Será que nunca existió el anteproyecto de ley? ¿Por qué no se difunde tan siquiera un artículo, un capítulo o una sección? ¿Será que son unos flojos analfabetos? ¿Dónde están los gatos encerrados? ¿Cuánto cobran por engañar al pueblo?
No importa que por culpa de la oposición, el anteproyecto sea rechazado en primera discusión. No importa que el anteproyecto sea letra muerta, y descanse en una polvorienta gaveta. Y no importa que el anteproyecto tenga errores ortográficos en su redacción. Pero los defensores del ecosocialismo en Venezuela, pedimos que se informe sobre la realidad del texto legislativo.
Tendrían que ser unos desgraciados en la Defensoría del Pueblo, para jugar con la vida y con los derechos de los animales, pensando solamente en recibir recompensas económicas y adulaciones sociales, por haber prometido una mentira mayúscula que traiciona al toro por la espalda.
En los casi dos años que la Defensoría del Pueblo viene "trabajando", en el supuesto anteproyecto de ley que prohibirá las corridas de toros en Venezuela, ya se han logrado éxitos antitaurinos con mayor celeridad en otros países hispanoamericanos. Por ejemplo, las corridas de toros fueron prohibidas en Tocumbo (México), mientras que en España se prohibió matar en público al Toro de la Vega, y en Francia la tauromaquia fue excluida de su patrimonio cultural por dictamen del Consejo de Estado.
Como ustedes saben, en el mes de noviembre se celebra la Feria Internacional de la Chinita, siendo una tradición del estado Zulia que se celebra con espectáculos taurinos, para que el ardiente cielo de Maracaibo no se canse de meter la pata caliente.
Quienes conocen al desnudo mi prosa, ya saben de antemano lo que opino sobre la gentuza zuliana, que asiste con religiosidad a la monumental barbarie taurina. Yo tomé la decisión de ejercitar el Ateísmo, porque los animales que se emborrachan y aplauden el asesinato de un indefenso ser vivo, son los mismos animales que reciben la gran eucaristía en la Basílica, con el amor todopoderoso de la virgen de la Chinita.
Quizás las corridas de toros sean un mal necesario para Venezuela, porque cuando salimos al ruedo callejero de la geografía venezolana, observamos como el prójimo apuñala a su prójimo con la intolerancia, con la arrechera, con la frustración y con la envidia.
Tal vez correr sin rumbo sea una diversión merecida para los venezolanos, que viven toda la neurótica malicia de apedrear y robar a sus compatriotas.
Carniceros y carniceras que se comen el pacifismo venezolano, y se indigestan con manchas de sangre en cada esquina del tricolor patrio. Nadie quiere ser el toro, porque todos quieren torear los cuernos del mamífero, para sentir que triunfaron ante tanta mediocridad que reverbera en sus vidas.
Usted puede visitar de madrugada el colegio Martín Lutero en Maracaibo, y escuchar el silencio de todos los fantasmas de conciencia, que comprenden el daño emocional de los sangrientos eventos taurinos, y sufren el morbo animal de la funesta ruleta rusa.
Hoy no me arrepiento de ser ateo y vegano, porque tengo la suficiente claridad mental para cuestionar la grave putrefacción moral, que sufren los trogloditas venezolanos y sus trogloditas venezolanas.
Es obvio que la tauromaquia está blindada en la casa de Bolívar. Al diablo con la Misión Nevado, al diablo con la Ley para la protección de la Fauna Doméstica, Libre y en Cautiverio, y al diablo con la defectuosa Defensoría del Pueblo.
Desde nuestro cibermedio Ekologia.com.ve invocamos un nuevo domingo de resurrección, que permita respetar los derechos de los animales en Venezuela. No importa si regresa el maldito capitalismo de la oposición, y no importa si continúa el maldito socialismo de la revolución. Con la banderilla izquierda o derecha, tan solo exigimos justicia para el reino animal.