Qué fácil es pedir de boca que Maduro abandone la jefatura del Estado y el Gobierno, como si eso fuera más sencillo que soplar y hacer botella.
También en sano juicio, habría que preguntarse: ¿Qué ganaríamos saltando por encima del ordenamiento jurídico y ultrajásemos la Carta Magna, precisamente cuando las potencias occidentales están ávidas de materias primas para suplir las deficiencias de su economía en medio de una severa crisis cíclica del capitalismo mundial.
Entonces, ¿Tendrá sentido lógico y contenido patriótico, que nos conformásemos con ser el bocado apetecible para esas corporaciones trasnacionales que poco les importa la suerte de los pueblos? No olvidemos que después de ojo sacado no vale Santa Lucia.
Por lanzarse a una piscina vacía sin medir las consecuencias a posteriori, liderazgos irresponsables empujaron a sus pueblos a morder el polvo de la derrota.
Y porque decimos que nadie sabe que tiene hasta que lo pierde, también aconsejamos no ponerse a inventar con abruptos cambios de gobierno, pues a la final podría resultar peor el remedio que la enfermedad.
Por andar buscando lo que no se les había perdido e inventando con la elección de Violeta Chamorro, los nicaragüense pagaron con sangre viendo como se derrumbaban las conquistas sociales que habían logrado con los sandinistas en el poder.
¿Se imaginan la tamaña desgracia que significaría que por torpeza cayéramos en las garras de esos psicópatas furiosos de la MUD, capaces de quemar vivo a un ser humano por motivos fútiles?
