Difícilmente podremos creer que Venezuela será mejor en manos de quienes hoy utilizan a estos sectores que, sin mediar palabras, son capaces de incendiar vivo a un ser humano, corretear con decidida intención de linchar a cualquiera otro que sea o parezca chavista.
Nadie, por emblemática que pretenda ser su recorrido o actuación en el campo de la Izquierda, puede tolerar ni permitir ser instrumento ni imagen de este tipo de anómalas y psicóticas actitudes, tan propias como las que acostumbran perpetrar las hordas de salvajes terroristas del DAESH en el Medio Oriente.
Nadie que se presuma cierto grado de cordura, y realmente se preocupe por mantener protegida su familia, puede hacerse el desentendido o el loco ante todas estas aberrantes señales de inhumano salvajismo, que con mucha premeditación y frialdad, vienen queriendo instaurar en Venezuela, un estado de permanente y absurdo peligro para todos en este país.
Esta es una realidad que no es propia de nuestra racionalidad y mucho menos se la debe de asumir como propuesta política, ni siquiera como opción o condición para dirimir conflictos de cualquier índole. Esta patología debe continuar siendo ajena a la naturaleza de nuestro temperamento. Despreciada y repudiada por la gran mayoría de la población.
Por lo tanto, jamás se le debe permitir a quienes hoy son los que realmente están detrás de toda esta demencial estampida, en que se le ha querido brindar a la delincuencia prerrogativa política para justificar el verdadero caos apocalíptico que han formado, lo continúen haciendo con la misma impunidad como lo han venido realizando.
Quienes están detrás de todo este verdadero infierno son incluso peores que los propios desgraciados que cometen tan bárbaras y despreciables abominaciones. Son los que estúpidamente creen que erradicando la paz en Venezuela podrán alcanzar por la fuerza el Poder.
No puede haber excusa ni justificación para no repudiar estos actos que bien merecen el más enérgico rechazo y la más decidida condena. Venga de donde provenga la violencia debe ser aislada e inmediatamente enjuiciada con la mayor celeridad y contundencia merecida. Cosa que la Fiscal General ha relegado a un segundo plano, para escandalosamente confrontar con el gobierno.
Reconocemos que actualmente la Revolución Bolivariana viene padeciendo innumerables problemas, uno de ellos es una corrupción que precisamente nace y es promovida por los grandes sectores económicos privados, los que por medio de ella alcanzan inconmensurables fortunas y de paso, también, corroen nuestras bases morales para conspirar.
La Corrupción siempre ha estado ligada y forma parte obligada del sistema Capitalista. El propio Capitalismo es de Hecho y de Derecho un acto de corrupción, morbosidad y degeneración. Para tener éxito en el Capitalismo lo primero que se debe suprimir son las bases morales y después los derechos del pueblo.
Donde todo tiene su precio, y no hay para pagar, no se tiene derecho a vivir. La moral y la honradez son imposiciones que se le aplican a los pobres (los que con cárcel pagan la osadía de "robarles" a los ricos lo que les pertenece). Mientras los ricos y poderosos que mediante, Planes de Ajustes, logran disminuir el gasto público (robar) a los pobres, son premiados elevándolos a la categoría de Políticos y desde los Ministerios de Economía realizarán con mayor eficiencia sus crímenes.
Con total desfachatez nos quieren poner de ejemplo y llevar hacia la triste cotidianidad de aquellos países (según los EE.UU. ejemplo de democracia para el Continente) donde impera el salvajismo de los Carteles de la Droga y su monstruosa ley (donde quemar vivos seres humanos, decapitarlos y desmembrarlos) resulta más sutil y económico que controlar manifestaciones de descontento popular (por supuesto Colombia y México).
Quien se puede tildar de Intelectual Revolucionario, y no matar de la risa a buena parte de la humanidad, cuando desde Marx, Lenin, Gramsci, Marcusel…, pretenden justificar el planteamiento político de una oposición que solo a través del salvajismo y la violencia busca promover un país más democrático. Seguramente abandonando aquel célebre "Pienso luego Existo" para llegar al absurdo "Pienso luego te Quemo".