Tarjeta “Mi jubilado”

No tengo por costumbre polemizar ni entrar en diatribas sobre mis notas. Creo en la libertad de expresión y pienso que sobre los artículos que uno escribe la gente tiene el derecho de sacar sus propias conclusiones, formarse una opinión sobre el contenido de la publicación y hacer razonamientos que ojalá contribuyan a la solución de problemas, sobre todo, acerca de la inseguridad en el Zulia que es el caso que más nos ocupa en estos momentos.

Ya habrá quienes comparten con los columnistas y articulistas los puntos de vista esbozados, a ellos, muchas gracias y que los sigan disfrutando. A quienes no les gusta – desconozco ahora qué podríamos hacer -, pero en estos momentos no me sale más que ofrecerles mis respetos, consideración y recomendarles que lean los que crean realmente interesantes.

Eso es lo que yo, particularmente, hago. Aunque quizás les parezca mentira, pero tengo la agradable experiencia de que los artículos que redacto y no me gustan son los que más le gustan a los amigos lectores.
Pero no nos distraigamos en este aspecto, vamos a la idea central del asunto. Tras la publicación del artículo: “Asesinato moral de policías jubilados”, el domingo pasado, un amigo me emplazó a que en lugar de hacer planteamientos, aportara soluciones.

Y creo que, pese a que noté en sus palabras un alto contenido de arsénico, tiene una buena dosis de razón, de modo, que reflexionando sobre el caso haré lo posible para complacerlo.

Les recuerdo que en mí artículo anterior escribí sobre la desgracia de los policías jubilados, quienes después de entregar la mayor parte de su vida a un oficio que tiene tanto de digno como de peligroso, en las puertas de la Gobernación del Estado son recibidos a perdigones cuando van a reclamar sus derechos.

Una situación que llegó a tal punto, que el Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo, tuvo que congelar al Ejecutivo zuliano 50,1 millardos de bolívares de un crédito previo recibido, tras una medida cautelar introducida por los jubilados y ex trabajadores, pues no sólo no hay manera de que les cancelen, sino que ni siquiera tienen intenciones de hacerlo. Según las últimas informaciones este dinero desapareció, pese a la orden judicial.

Ahora bien, ¿Por qué en lugar de ofrecer la Tarjeta “Mi Negra”, que se sabe es un mecanismo técnico y financieramente inviable, el cual no hace más que evidenciar la manera burda y populista con la que el candidato Manuel Rosales hace campaña electoral al estilo de la IV República, no ponen en funcionamiento la Tarjeta “Mi jubilado”?

La Tarjeta “Mi Jubilado” sí es viable. Para hacerla circular sólo se requiere ser honesto, tener un poco de sensibilidad humana, pensar si quiera en que todos vamos a llegar a viejos, algunos con dinero y poder; otros no, pero parafraseando una canción de la época de mis abuelos recordemos que: en el fondo de la fosa, llevaremos la misma vestidura.

Porque dinero hay. Ya lo demostró el Juzgado Superior en Lo Civil y Contencioso Administrativo. Sólo falta la voluntad de la Gobernación, que no tiene como prioridad a esas personas, la mayoría ya de pelo cano y de movimientos y acciones lerdas, así como nuestros padres.

Tengo la certeza de que la tarjeta “Mi Jubilado” se lo agradecerán al Ejecutivo regional no sólo los jubilados, sino los hijos, los nietos, las esposas y los progenitores de éstos, si aún tienen la suerte de tenerlos vivos, así como todo aquel que al menos tenga una “burusa” de sentimiento hacia la vejez.

Pero lamentablemente para la actual administración de la Gobernación zuliana, el personal y mucho menos los ancianos tienen importancia. Y lo que verdaderamente causa lástima es que esa actitud reacia muestra que el resto del personal actualmente operativo y que, afortunadamente, aún tiene fortaleza, corre el riesgo de sufrir la misma suerte en el futuro.

Y es que cómo creer en un hombre que como candidato ofrece a través de una tarjeta suministrar una cantidad en dinero mayor a un salario mínimo a los desempleados del país, y como gobernador no es capaz siquiera de cancelarles a los jubilados ¡Por Dios! No tienen justificación y “Mi Jubilado” podría ser una solución.

albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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