Fusión y Convivencias

Niños y sus mochilas al hombro, desean irse de la patria de Bolívar

Cuando era un niño, los nobles y ricos en mi ciudad natal Puerto Cabello, no usaban reloj. Cuando bajaban con sus cargamentos de café, onoto, ñame, hortalizas y frutales de Caonabo y Urama se acercaban a la playa del mercado cerca de Playa Blanca y el malecón que le da entrada a los muelles

. Ya vendida la carga iban a su interior, del mercado municipal, y le obsequiaban a sus menores hijos una licuadora de cebada, un lápiz, sacapuntas y un cuaderno para llevar las cuentas de las ventas diarias. Por muchos años, fue una idea sostenida.

Ahora, nuestros niños toman sus mochilas y colgadas a sus hombros con una vestimenta, les exigen a sus padres que los saquen cuanto antes del país, de su terruño. A cualquier lugar de destino. Y, así le vemos en las pantallas televisivas en las grandes caminatas buscando un mejor porvenir.

Es una experiencia amarga, un temporal que no escampa y, una progresiva tensión que nos da a entender la volatilidad de la vida y su inexorabilidad ante el tiempo. Ya el aliento sostenido se evapora al transcurrir los años y, el escenario que observamos es de extrema gravedad.

Debemos resaltar la vinculación del niño con lo afectivo y emocional, desprenderse de su patria porque carece de una educación higiénica e instruccional. Todos los niños venezolanos desean ver sus despensas llenas en su hogar y la nevera con sus lácteos y alimentos primarios y cereales. Es tiempo de navidad, ver a sus abuelas y padres hacer hallacas y un pan de jamón. Su tristeza la llevan adentro y, ya el tiempo de las mieles se acabó.

Es que no hay gas, ni en la tierra del comandante Chávez Frías. Guárico, Cojedes, Barinas y portuguesa carecen de gas y algunos son Estados productores. En el campo, muchas abuelas tuvieron que vender sus fantasías para adquirir rolos de leña porque están solas, la unidad familiar tuvo que irse vía Colombia hacia otros países, ya nos acercamos a nueve millones de venezolanos.

Estamos en una época de degaste, Venezuela es una sociedad de transición hacia el socialismo, pero, todos engañaron al presidente Chávez y a Nicolás Maduro Moros y con solo glorificar los símbolos patrióticos basta. Tenemos que resurgir en nuestros valores morales y merecer la patria que queremos. Nadie esta detenido por corrupción. Pero, sí. El Ministerio Público amonesta a un centro sanitario por llamar la atención a un ciudadano que cree que en el país hay carencia de normas de obediencia civil. Estamos en una etapa de silencio y olvido.

Es una guerra no declarada que esta por llegar, es el silencio recurrente sobre la patria. Esta generación del futuro prefiere caminar y ya comienza a caminar hacia otras camineras. Los bolichicos, algunos del tren ejecutivo y gobernadores han creado un abanico de prototipos, Hay una migración fuerte que silencia nuestras pisadas. Es la mujer venezolana que toma a sus criaturas y se aleja caminando hacia tierras extrañas a su seno.

Es necesario sobrevivir, muchos niños deben hacerlo., es el amor y el presidente Maduro extiende las manos, pero, hay una parte que existen y existirán, los siempre alacranes.

Es ir callado uno junto al otro. Niños, madre y padre en una tierra de gran capital, huyen para laborar y darles alimentos a sus hijos.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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