El madurismo, en su desespero terminal, ha inventado proponer “cadena perpetua para los corruptos”. Con eso, pretenden desviar la atención hacia un circo romano, linchar a algunos pendejos, tirarlos a los leones, desatar una “cacería de brujas”. La propuesta, aunque descabellada, abre lugar a una discusión que puede ser muy provechosa.
¿Qué es la corrupción? ¿Cómo definirla? Podemos aproximarnos diciendo que la corrupción es lucrar fuera de las leyes del capitalismo. De esta manera, un empresario que explota a una cantidad de obreros, que se apropia del trabajo ajeno no es corrupto, está dentro de la ley, es bien visto por la sociedad, considerado un exitoso, aunque ha contribuido al desempleo, a la marginalidad social, a la vejez desvalida. Si este mismo empresario destruye bosques, contamina ríos y mares con los desechos de su fábrica, no es corrupto. En resumen, los capitalistas destructores del planeta, creadores del desastre ambiental, apropiadores del trabajo ajeno, fabricantes de armas y guerras, no son corruptos, ellos hacen las leyes que dictan que no lo son, a ellos no está dirigida la cadena perpetua del madurismo.
Entonces, ¿cómo detectar a un corrupto?
Hay una señal muy clara: no hay corrupto pela bola, esto es una verdad universal. Aquel secretario de una alcaldía que se roba los lápices de su oficina y uno que otro billete mal puesto, ese no es corrupto es un simple roba gallina. Y allí tenemos una forma de empezar a identificar a los corruptos: la renta presunta, el origen de las fortunas. De esta manera, la cadena perpetua, que en su desespero electoral el madurismo propone, se convierte en un juicio al capitalismo, a su robo de la riqueza social, lo deja desnudo. Y llegamos a una definición ya conocida desde la antigüedad, como dijo el gran escritor Balzac: “detrás de toda fortuna siempre hay un crimen”. O como dijo el clásico, “todo capitalista es ladrón”, esa es la esencia del sistema capitalista, valga decir, el sistema es corrupto.
Queda en evidencia que la propuesta del madurismo es un pote de humo para desviar la atención de la gran corrupción que es el capitalismo y su espiritualidad, sus valores basados en el tener, más que en el ser, que justifican la aberración de la riqueza material superflua.
La verdadera lucha, la que acabará con la injusticia social, es la lucha por superar al capitalismo, ir al Socialismo. Esa batalla la evita el madurismo, es más, la traicionó, ahora no se conformaron con borrar los símbolos del chavismo, los ojos de Chávez, el color rojo, sino que se olvidaron del nombre Socialismo, le huyen. Podemos decir que hoy el mayor corrupto es el madurismo, que traicionó al legado de Chávez, y se entregó en las garras del capitalismo corrupto. Al madurismo le sale cadena perpetua, superarlo, dejarlo atrás como la última expresión del capitalismo. Debemos ir al Socialismo, a su forma de valoración del humano por su ser y no por el tener, única manera de superar la corrupción de raíz, que sea un contrasentido acumular riqueza, y un crimen ser capitalista, comparable con la esclavitud, los humanos mercancías.
¡CHÁVEZ, SOCIALISMO!