Tiempo atrás hemos denunciado como los abastos, supermercados y afines se aprovechan del trabajo de los empacadores sin pagarles sueldo, prestaciones sociales o algún tipo de compensación laboral. También en el pasado reciente, mostrábamos la desviación a la que se había llegado, cuando la esposa del Alcalde de Porlamar en la Isla de Margarita, en su condición de también Concejala había anunciado su intención de financiar la implantación de senos de silicona a las muchachas humildes del municipio, dentro de un “programa social” que bautizó “ Sin Tetas no hay Paraíso”. Ahora nos toca correr la cortina de la política discriminatoria de una de las empresas distribuidoras de licores mas grandes del mundo, que como es lógico opera con multimillonarias ganancias en Venezuela.
Lo cierto es que recientemente un grupo de muchachas y muchachos contratados por una de las empresas licoreras que desarrolla actividad comercial en la Isla de Margarita, se acercaron a consultarnos sobre un grupo de documentos, que se les estaba obligando hacer firmar, bajo amenaza de despido inmediato, y entre los cuales se encontraban declaraciones que negaban toda relación laboral con la compañía para la cual notoriamente trabajan.
Así mismo, se les imponía rubricar instrumentos privados, en los cuales se les hacia reconocer falsamente, que se les había cancelado sus prestaciones sociales por concepto de adelanto para operaciones quirúrgicas o viajes al exterior o adquisición de viviendas. En el caso de las más jóvenes simplemente se le hace firmar un documento, donde señalan no tener relación de subordinación con empresa alguna y que prestan su servicio a destajo y por contrato y no como empleadas de las personas naturales y jurídicas que las contrataron, les pagan y para quienes prestan sus servicios de forma exclusiva y conexa.
Al ser consultadas por el supuesto pago adelantado de prestaciones sociales por “concepto de cirugías u honorarios médicos”, las trabajadoras nos informaron que tal aseveración era falsa porque ellas “se costeaban sus propias operaciones”, las cuales se limitaban, siendo muchachas jóvenes, a la mamoplastia de aumento, es decir el engrandecimiento de los pechos o mamas, así como otros tipos de cirugías plásticas todas relacionadas con la intervención cosmética y no la reconstructiva, es decir las intervenciones quirúrgicas única y exclusivamente destinadas a mejorar la apariencia física de la paciente, en este caso de las trabajadoras de la empresa distribuidora de licores.
Al revisar la data suministrada por el grupo de muchachas, se hacia evidente que un numero importante de las trabajadoras se habían sometido a algún tipo de cirugía plástica, y al ser interrogadas sobre las razones para tan alto índice de operaciones cosméticas, éstas respondieron sentirse obligadas por la circunstancia de que solo las muchachas con senos prominentes o mejor aspecto físico reciben superior salario y son ubicadas en los puntos de ventas o establecimientos de mayor calidad.
Es obvio que la política discriminatoria de la empresa de licores está, por un lado, empujando a las trabajadoras, a disponer de su propio dinero, para alcanzar la elevación necesaria dentro de la organización corporativa y alcanzar un mejor pago y un ambiente trabajo con calidad superior, en comparación con sus compañeras que realizando la misma labor no ganan igual salario y son confinadas a puestos de trabajo de inferior calidad, y por el otro lado, discrimina a un grupo de mujeres por el solo hecho de no aceptar someterse a una o varias cirugías plásticas para implantarse senos o glúteos, hacerse la liposucción o la rinoplastia (cambiar el ángulo del puente nasal, estrechar la apertura de los orificios nasales, o cambiar el ángulo nasal) entre otras.
Varias de las muchachas interrogadas manifestaron haber logrado mejor pago y ubicación dentro de establecimientos con mejor calidad, a partir de la operación de aumento de senos a las que fueron sometidas. Antes de la operación las ocupaban en licorerías de segundo rango y las rotaban de un lado a otro por sueldo inferior. Lo anterior fue confirmado por todas las presentes quienes están conscientes que sin operaciones, difícilmente ascenderán o mejoraran sus condiciones laborales.
La explotación de los humildes muchachitos empacadores de los supermercados, que no reciben ni salarios ni prestaciones sociales a manos de sus empleadores, y la discriminación y negativa de pagar las prestaciones sociales de las bellas muchachas de la empresa de licores, tienen en común a un patrono, con un concepto de gerencia, que pasa por aplastar al trabajador.
La explotación y discriminación debe ser rechazada por todos nosotros como sociedad, y nada tiene que ver con preferencias políticas o ideológicas, pero sí; con nuestra condición humana como pueblo.
braulio@consultoreslegales.net