Bolívar aún llora su pena!

El triste y deprimente espectáculo de un pueblo -a pesar de su pasado glorioso- hoy se encuentra en la mas absoluta ruina, provocada por intereses que en su momento no pudieron derrotar lo indómito de su espíritu y la virtuosidad de su rebeldía. No pudieron con él en el campo de batalla, los anhelos de libertad de ese pueblo, no conocieron limites ni superioridad militar de un enemigo que, por arrebatarles los dotes de la naturaleza, los pretenden esclavos e inferiores por su color y, por tanto indignos para auto determinarse.

Haití. Esa grande nación, de las primeras en rebelarse contra los imperios Europeos, primera también en lograr su independencia a sangre y fuego, con el coraje afro caribeño como combustible, no le puso reparos al genio de América, cuando la procuró por ayuda para la gesta libertaria de un continente que rebullía en la búsqueda de un destino propio. La condición que se le impuso a Don Simón para colaborar, fue noble y digna: “una vez lograda su meta, concédale la libertad a todos los esclavos dentro de sus limites territoriales”. En angostura el genio libertador decretó la abolición, cumpliendo su promesa. El que no se haya cumplido en esos tiempos, es asunto de otro tema aparte. Haití, la madrina de nuestra libertad, aportó tropas, armas, dinero y lo más importante: ejemplo y moral.

El compromiso de los pueblos de Venezuela, Colombia, Bolivia, Ecuador, Panamá, Perú, es un compromiso muy grande con el sufrido y maltratado pueblo de Haití. No como algunos dicen, que los debemos alimentar, no, el asunto no es de estómagos o de dádivas, de limosnas. El problema es de dignidad y apoyo moral para combatir a los opresores que ayer fueron derrotados, y que hoy se alían, para cobrarles el atrevimiento. Propongo que quienes tengan la capacidad de organizar una cruzada en pro de la segunda independencia de Haití, lo hagan y nos permitan colaborar a quienes, a pesar de nuestras limitantes, deseamos agregarnos a la batalla. No es asunto de gobierno, es asunto de pueblo consciente, lo que aportemos debe ser con carácter de compromiso moral y, debe haber la disposición de ir mas allá de un gesto simbólico. Total que en Haití nos estamos jugando el destino común que como pueblos del continente sur nos compete a todos. Si es necesario habrá que colaborar con resistencia que vaya mas allá de la simple resistencia pacífica y moral, necesarias, pero no únicas. Es asunto de cumplir con los deseos del libertador, quien hoy no ha parado de llorar el destino de quienes le auxiliaron y a quienes vemos con desinterés mal agradecido y con visión corta. Lo que pasa en Haití, es el cobro de las deudas que consideran el imperio y sus satélites europeos, con la complicidad de gobernantes de nuestra propia región, por el atrevimiento a ser libres y el de apoyar a quienes soñaron también esa utopía. Si queremos un continente libre de toda injerencia empobrecedora y fabricante de miseria, debemos empezar por batallar al lado de los haitianos, POR TODAS LAS VÍAS NECESARIAS.

Empecemos por exigir el inmediato retiro de las tropas de Brasil y Argentina. El cese de la intromisión norteamericana y francesa, el apoyo de todas las naciones del continente sur a la reconstrucción de la “República Reina de América”, la República que tiene a Don Simón en pena y con la congoja de ver la desidia de que sus hijos no la apoyen como Ella los apoyó a ellos en su tiempo de más necesidad y desinteresadamente.
La verdadera libertad del continente sur empieza por Haití, como punto de honor y vergüenza de pueblos solidarios.

Mientras defendemos los espacios recuperados al imperio, debemos fijar la meta de libertar a Haití de las garras criminales y esclavizante del imperio maldito. Es nuestro deber

javiermonagasmaita@yahoo.es


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Javier Monagas Maita


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