De millonario a mendigo y viceversa

Evocando una película estadounidense de comicidad con Eddie Murphy en los años ´90, jamás pensé que llegaríamos a una situación parecida a la Venezuela actual en pleno siglo 21 con una realidad nada risible, pero, al contrario, en uno de los momentos más tristes de nuestra historia con el símil de un episodio como tomado del libro "Los Miserables" de Víctor Hugo.

Pudiera hablar en primera persona de vivencia propia, pero sería mentir sino digo que es una situación general que nos están volviendo mendigos a todos en una país millonario, salvo los "viceversa" que en otrora fueron mendigos y ahora millonarios, es así, que cuando hago las comparaciones, quizás me entiendan solo por lo económico, pero, en esta realidad, abarco lo tangible y también lo espiritual porque la mendicidad comienza a desarroparnos de tal forma, que la calidad humana comienza a ser un recuerdo de lo que fuimos como ciudadanos.

Han pasado varios años y el comportamiento irracional de "pueblo comiendo pueblo" se tituló hasta la nefasta conducta de lo que llamamos "bachaquerismo", especie de usura que aprovecha de su semejante la necesidad humana de alimentarse, sanarse o mantenerse en su higiene personal para acorralarlo en una estafa desmedida que pareciera no tener fin, por eso, no es raro ver que de la nada, ciertos personajes sin escrúpulos se hayan convertido en millonarios como por arte de magia sacando provecho de la crisis económica de país y la necesidad de un pueblo que comienza a ser mendigo sin capacidad monetaria para alcanzar sus necesidades básicas como derecho humano.

Quizás la palabra mendigo no es la correcta para la comparación, pero coloco el ejemplo de la película para que sea menos ofensiva a nosotros mismos, aunque somos ofendidos diariamente ante la mendicidad que nos atrapa en un desamparo de ley sin precedentes. El hambre se nota en los rostros de niños, jóvenes y ancianos. Lo inaccesible de productos de higiene crean hedores por falta de aseo personal que se apoderan del entorno y se palpan en los sistemas masivos de transportes o espacios públicos. El remiendo de la ropa, el desgaste y el deterioro del calzado toca al trabajador sea obrero o profesional sin posibilidad inmediata de solventarlo y, la mirada triste de país, se hace llanto interior y rabia.

La delincuencia merodea, el comercio saca cuentas y el transportista pisotea al mismo pueblo del que es parte con la excusa de su propia necesidad. El desespero vuelve "bachaquero" al colectivo y estudiar comienza a aburrir y desesperar a quien no se puede concentrar con hambre y sed. El tema de la familia disfuncional toma fuerza obligado a la emigración que nos separa y se vuelve tema serio en cada familia obligada a producir remesa por la necesaria de recursos y calidad de vida, mientras que el talento humano se deprecia perdiendo crecimiento y nos convertimos en trabajadores de oficios calificados para el rebusque.

La mendicidad de la que hablo se alimenta de una anarquía que pauta el día a día a un pueblo que se siente impotente y desamparado frente a una especie de guerra interna. Aunque es claro que hay boicot y bloqueo contra Venezuela en una guerra externa como génesis del problema, también lo es la ineficiencia y corruptela que lo utiliza como excusa para tapar la guerra interna que arremete día a día contra el pueblo. Mientras tanto, los neo millonarios, son esos ex -mendigos que llegaron a la política o por la trampa del comercio viciado con una mano adelante y otra atrás y, por otro lado, esa gran mayoría de quienes emprendieron la vida estudiando, trabajando y luchando, ahora son los mendigos del neo modo de vida que se impone en este sistema. No basta rezar, también nos queda seguir luchando y la utopía de soñar con un ser millonario de amor que nos saque de esta mendicidad sin viceversa.



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Larry Márquez Peralta


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