Definitivamente bochornoso y triste el espectáculo dado por los indignos diputados oposicionistas el miércoles 22 de diciembre, durante la segunda y última discusión de la Ley de Educación Universitaria (LEU), lo que demuestra una vez más su rastrero e incondicional servicio a la oligarquía criolla y al capitalismo internacional, pero totalmente de espaldas a los supremos intereses de la Patria.
A través de la transmisión realizada por ANTV pudimos ver a diputadas y diputados absolutamente desencajados, amén de desubicados, haciendo gala del más riguroso desconocimiento tanto de la materia discutida (Educación Universitaria), como del documento en sí mismo (el Proyecto de Ley), que no sabíamos si compadecerlos, reírnos o irritarnos por tanta ignorancia, torpeza e indignidad juntas.
Pudimos ver desde los torpes consuetudinarios como el Sr. J.J. Molina y sus cantinfléricas intervenciones repitiendo que los estudiantes “demócratas” no aceptan al socialismo, pasando por la ignorancia de Doña Pastora confundiendo la integración de las funciones universitarias con la integración laboral de los docentes, además de su apocalíptico “baño de sangre”, hasta llegar a Ricardo Gutiérrez quien auto-insuflado como “digno” profesor universitario hizo indignas recomendaciones gatopardianas para mantener la universidad “no neoliberal” de la rectora Arocha, (¿?), ni qué decir del “no derechista” Ismael García, argumentando sin argumentos, que rechazan la LEU bajo un antidemocrático “No porque No”…
Evidentemente sólo se trataba del desesperado recurso para retardar la discusión y aprobación de una de las leyes más esperadas y necesarias para el proceso de transformación que reclama el país, pues nadie en su sano juicio y responsable ejercicio ciudadano puede ir en contra de un instrumento legal que procura fortalecer el rol del Estado Docente, derivado del pensamiento bolivariano; desarrollar el pensamiento creativo, crítico y transformador en los futuros profesionales; combatir la fragmentación y rigidez disciplinar en el abordaje pedagógico-epistemológico; articular teoría y práctica en la producción del conocimiento; asumir la inter y la transdisciplinariedad en la creación intelectual e innovación tecnológica; que cuestiona la enseñanza memorística-bancaria a favor de los intereses del sistema del capital, fomentando el aprendizaje holístico de la realidad compleja.
En otras ocasiones hemos reflexionado en torno a la necesidad de transformar la educación, con énfasis en la universitaria, en tanto proceso fundamental para la construcción del país y la sociedad requerida en el siglo XXI, propuesta que ha sido ampliamente debatida en los escenarios internacionales en clara evidencia de la caducidad y obsolescencia del modelo vigente, por lo que nuestra LEU coloca a la República Bolivariana de Venezuela, a la vanguardia mundial de tales transformaciones.
También se evidenció en el debate la claridad académico-política de las diputadas y diputados revolucionarios, quienes con humildad y paciencia no sólo confrontaron las sandeces esgrimidas en fatuos argumentos, sino que además dictaron cátedra (para utilizar la expresión que fascina a los conservadores pitiyanquis) de pedagogía, didáctica y currículo universitario muy contextualizados con las tendencias educativas mundiales, en apego irrestricto a los principios bolivarianos y en contra de las aspiraciones reformadoras de los intelectualoides academicistas, para quienes la autonomía universitaria en modo alguno supone el ejercicio responsable a favor de los intereses del pueblo, sino el mantenimiento de cuotas de poder para las élites, quienes rechazan la participación activa y protagónica de la comunidad universitaria y organizaciones comunales en la formulación-ejecución presupuestaria, considerando violados sus derechos adquiridos para usufructuar los dineros y otros recursos del país, que nos pertenecen a todas y todos.
Tan insólita actitud de los legisladores oposicionistas, de los chamos manitas blancas y los academicistas conservadores, sólo se justifica cuando comprendemos que las universidades, y las “autónomas” en particular, se convirtieron hace muchos años en espacios para el adiestramiento de la “mano de obra calificada” requerida por las empresas capitalistas en la producción de plusvalía y no para la formación del talento humano que requiere el desarrollo nacional; si entendemos que se han convertido en guaridas para los negocios y el lucro personal de autoridades deshonestas que no rinden cuentas, obviando la creación de conocimiento e innovación a favor de la ciencia, la tecnología y la sociedad; cuando asumimos que son utilizadas como búnkeres para mantener el estatus quo de las tecnocracias transnacionales y no para la integración de saberes en resguardo de los recursos naturales para el disfrute de las generaciones futuras.
Por eso quienes creemos en la verdadera autonomía y asumimos el ámbito universitario como espacios de creación en beneficio de la humanidad, decimos: Bienvenida la Ley de Educación Universitaria…
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