A finales de los 80 y
en los años 90 diversas organizaciones dieron vida a un movimiento
que daría al traste con la tesis de la “Generación Boba” del exRector
Chirinos. El Movimiento 80, la UJR, el Movimiento Ezequiel Zamora, La
Coordinadora Regional de Educación Media (CREM), el Frente Independiente
de Educación Media (FIEM); posteriormente: Factor 0, El Movimiento
Autónomo de Bases, Pr@xis, entre aquellas muchas otras formas de organización
que asaltan mi memoria, dan fe de dónde han emergido el día de hoy
diversos personeros del equipo de gobierno del Presidente Chávez, y
aunque no todos los que formaron parte de estos movimientos están apoyando
el proceso revolucionario, sin embargo no ha dejado de ser una rica
cantera de cuadros políticos para el progreso actual del proyecto socialista.
Muchos de los que ayer
tiraban piedras, se encapuchaban o daban la cara “con rabia y sin
capucha” (como tituló un día El Diario de Caracas a una protesta
efectuada en el Liceo Andrés Bello), eran perseguidos, detenidos, acosados,
etc., hoy son gobierno, y a veces deben confrontar la crítica de jóvenes
que no están de acuerdo con sus acciones de gobierno.
¿Qué diferencia a la
juventud revolucionaria de los 80 y 90 con la juventud revolucionaria
del siglo XXI, en pleno gobierno bolivariano y con intención de desarrollar
un proyecto socialista?
En los 80 y 90 quienes
luchábamos por nuestras convicciones estábamos desguarnecidos, sólo
nos guiaba el principio de que un cambio político, social y económico
era necesario y el socialismo y el pensamiento bolivariano era imprescindible
para lograrlo, y nos acompañaban nuestros muertos, que como Jimmy Hernández,
pensaron que poniendo su vida de por medio lograrían detener el terrorismo
capitalista; con alta concepción ideológica de la lucha, pero mucha
ingenuidad en la acción (doloroso para mi es recordar que Jimmy murió
en mis brazos, después de haber sido atropellado por el conductor de
un autobús lleno de ira, que fue inducido por los dueños de las líneas
de transporte a tal acto, ya que ellos eran amenazados con sanciones
si permitían que los autobuses fuesen utilizados como medios de protesta).
Hoy en día, la lucha
de los estudiantes revolucionarios sigue siendo una lucha por la verdad
y aún a pesar de que la derecha venezolana ha encontrado una cantera
de militancia en la universidades privadas, pintando sus manos de blanco
en espera de que alguien se las tiña de rojo sangre; la verdad sea
dicha, esto no ha pasado porque éste gobierno ha tratado de ser coherente
con su origen.
Sin embargo, es una deuda
histórica de nuestro gobierno y un compromiso histórico de nuestra
juventud, y en especial de nuestros estudiantes, no dejar de ser críticos
y propositivos. Teniendo la extraordinaria oportunidad de tener un
gobierno aliado de las luchas históricas de aquellos que fueron “víctimas
de la democracia representativa”, la captación “gobiernera” de
cuadros estudiantiles y políticos que a veces se movilizan por prebendas
personales, han hecho y hacen daño a la conciencia de quienes son el
futuro de la revolución.
Ser crítico, irreverente
y revolucionario es una condición natural de ser joven y estudiante,
y eso jamás debe cambiar si realmente apostamos por un proyecto a mediano
y largo plazo. Permitir que la crítica sea el arma de la juventud de
derecha es perder la bandera de lucha que por décadas se libró, y
ha permitido que hoy tengamos al Presidente Chávez liderando este proyecto,
y esto sería un error fatal.
La crítica propositiva, en manos de jóvenes y estudiantes comprometidos podría ser la clave definitiva, para superar los niveles de ineficiencia e ineficacia que algunas veces se presentan erróneamente en la aplicación de políticas públicas del gobierno bolivariano y socialista.
@NicmerEvans
evansnicmer.blogspot.com