“La casa que vence las sombras” es una manera de referirse a las universidades, en el sentido metafórico, de que el conocimiento probo logra sacar al individuo de la oscuridad. Ciertamente, para vencer tales tinieblas es menester que los rectores y docentes que laboran en dichas casas de estudios hayan logrado tal objetivo, es decir, salido de la cueva, tal como nos ilustra el erudito Platón en aquel inmemorial “Mito de la caverna”. Me da la impresión que un título académico no acredita a su favorecido en la posesión del conocimiento verdadero. En este caso lo convierte en un ser incapaz para el ejercicio docente, tanto en primaria, secundaria o en la educación universitaria. Parece ser que esos sujetos viven en mundo de sombras proyectadas, es decir en mundo de apariencias, incapaz de descubrir la verdadera luz (la del Sol) a través de la razón.
Con lo anterior no pretendo hacer Filosofía dado que carezco de las herramientas fundamentales para discernir sobre temas tan insondables para mi. Pero cuando veo y escucho el comportamiento de de algunos rectores y ciertos docentes “universitarios” me da como cierto escozor, una especie de pena ajena al pensar que el futuro de nuestros bachilleres está en manos de tales especímenes.
Muchos años de mi vida lo pasé en el ambiente de la universidad, primero como alumno, luego como docente y conozco parte de ese mundo como la palma de mi mano. Cuando escucho a los rectores y a los sindicaleros de la FAPUV clamar por la autonomía universitaria, una mezcla de hilaridad y de zozobra se entrecruza en el intersticio del cerebro donde surge el sentimiento.
Quizás muchos de los lectores desconocen la forma de elegir el aspirante de la candidatura a rector, decano, vicerrector, jefe de departamento, hasta de un simple jefe de cátedra. En tiempo de la cuarta república se reunían la secretaría de educación, tanto de AD como de Copey para proponer los aspirantes a ocupar tales cargos. Por lo general ambos partidos iban coaligados para enfrentar al candidato de la izquierda, que en aquella época tenía cierta pujanza y por eso la necesidad de aquella nefasta alianza (la llamada guanábana). Como se ve, las futuras autoridades universitarias eran propuestas por agentes externos a la propia institución, que sólo respondían a intereses de tipo político y no a los académicos. No creo que los procedimientos hayan cambiado mucho y por eso vemos a un Leopoldo López apandillando, junto a la plana mayor de FAPUV, para darles instrucciones a los obedientes reunidos sobre las acciones a tomar. Una forma de arrogarse el dirigente fascista la funesta paralización de las universidades “autónomas”, en perjuicio de los intereses de los estudiantes.
Lo explicado anteriormente nos conduce a un agravante peor: una elección concebida mediante este lóbrego procedimiento acarrea a las autoridades universitarias, una vez ocupado el cargo, a compromisos ineludibles con las corrientes políticas que le dieron apoyo. Tales deudas con los partidos políticos tienen que ser canceladas mediante un único e infecto mecanismo: a través del desembolso del “cochino y vil dinero”. Del vicerrectorado administrativo se emiten abonos (cheques u órdenes de pago) bajo ciertos subterfugios para pagar alguno que otro renglón. Una manera de indemnizar a los corrompidos cogollos de los partidos que apoyaron la candidatura de las autoridades universitarias. Mucho de ese dinero sale por vía de viático a los rectores, vicerrectores o profesores, o de asesoría, o de cargos innecesarios, o de becas estudiantiles, o de compromiso con proveedores amigos o del partido, en fin, son muchos las formas como se ingenian las autoridades universitarias para cumplir con los compromisos de sus bienhechores. Parece que en eso constituye la autonomía universitaria: permitir que los rectores hagan lo que les da la gana con el presupuesto sin rendir cuenta al estado que le entrega los fondos. Una forma curiosa de concebir la autonomía.
El acápite anterior pone en evidencia que tal autonomía, de la cual blasona la rectora de la UCV, cuya candidatura debió ser forjada en algún cenáculo de AD, COPEY, Bandera Roja y PJ (puro joder), no es más que pura garrulería, pura charlatanería para convencer a una ingenua población que desconoce los aconteceres internos de la “casa que vence las sombras”.
Estuve presente en la UCV durante uno de los brutales allanamientos ocurridos en la cuarta república y me asquea ver al verdugo Ledezma con inconcebible desparpajo, sólo posible en un político de harta desfachatez, desfilar en una marcha universitaria para pedir autonomía y mayor presupuesto. Y qué decir de a presencia de Leopoldo López, María Machado y Capriles, quienes con sus estampas en una caminata universitaria opaca cualquier intención de lucha reivindicativa estudiantil o profesoral. ¿Algún lector recuerda los nombres citados en el medio del fragor de las luchas cotidianas de los universitarios (as) (década 80 y 90 del siglo XX) en la búsqueda de cupos, residencias estudiantiles, pasaje estudiantil, contra la represión, contra los desaparecidos, contra el imperialismo? Sinceramente, los señores de la FAPUC, FCU y los rectores de nuestras casas de estudio dejan un amargo estupor al pretender la existencia de alguna coincidencia entre las aspiraciones de una lucha universitaria y los intereses económicos de esos truhanees de la política.
Otro más: la agresión de algunos países europeos contra el presidente Evo Morales puso en evidencia varias situaciones en lo que se refiere a la política intencional, entre éstas:
La prueba evidente de la dictadura imperial que ejerce los EEUU sobre algunas naciones de Europa.
La transformación de ciertos países de la Comunidad Europea, quienes pasaron de imperios a países sumisos a la CIA y al Departamento de Estado de USA.
La crasa incompetencia de los servicios de inteligencia de los EEUU que, con un espionaje como éste, en poco tiempo tendrán dentro sus fronteras un ejército de ocupación enemigo sin que la CIA lo advierta.
La hidalguía del presidente Evo, quien supo enfrenar con valentía la pretensión colonialista del jalabola de los EEUU, es decir, el embajador del reino de España en Austria, quien pretendía revisar el avión presidencial boliviano. Algún parecido con la actuación de Capriles en la embajada de Cuba en Venezuela no es coincidencia, simplemente así actúa la derecha fascista.