La IV República despojó a los educadores sentipensantes de sus credenciales, otros fueron excluidos sin poder entrar al sistema. Los que vinieron a esta quincalla clientelar exigían, carnet en mano, un puesto en la depresiva economía betancourista. El “póngame manque sea de maestro” se oficializó. A estos seres, sin estudio ni vocación, les inventaron el “Mejoramiento profesional”, academias de juguetes que funcionaban como colchones calientes para aspirantes desdignificados entre lochas y sexo. Garantizaban una plusvalía ideológica al capitalismo al generar profesionales serviles al sistema. Los nuevos aspirantes a docentes fueron enseñados por estos y se repitió la historia casi hasta el sol de hoy. Hasta en los lugares recónditos funcionaban las “listas negras” de los adecos. No había internet pero igual la guadaña de la exclusión obraba implacable.
En las nuevas refundaciones los intentos de cambio académico han chocado contra las mentalidades conservadoras de la repetición, de la abulia y el saboteo dirigido, Se han abortado casi todos los intentos de renovación, congelándose una estructura pétrea que habría que dinamitar por infuncional para la dinámica contemporánea.
Felicitaciones a los educadores que con dignidad y sabiduría resisten y honran este apostolado libertario.