Una de estas tardes que tanto le sobran a un ser humano, en que me hallaba meditando en relación a la educación-instrucción de mi amado y querido país, se me vinieron a mis neuronas un cúmulo de pensamientos como nubes saturadas; y como mis dígitos no quieren estar quietos, me provocó, como bocado exquisito, escribir algunas líneas en relación a este aspecto tan importante como lo es la educación en cualquiera de sus niveles.
Ahora bien, no pretendo señalar que soy docente titular, pero ejerzo la docencia, desde hace cierto tiempo; por lo que considero que mis modestos argumentos que usted podrá leer más adelante, no son fuentes de la ficción o de una fantasía, como las de Alicia en el País de las Maravillas, sino que son inspiradas en esa relación Docente-Discente que se teje a diario en el claustro académico. Antes de continuar con mi exposición, siempre mantengo que soy Militar de la reserva activa y Abogado de profesión; y, docente de convicción. Trinomio de ocupaciones que hay que saber hilvanar como la araña desde su nido. Maniobrar con el tiempo es la orden del día.
Refrescando aquí un poquito mis añejas neuronas, remembro que una vez, un amigo, de pocos de los que uno tiene, me dijo: "La docencia no produce ganancias" y en ciertas ocasiones; cuando me encuentro con alguien, lo primero que me increpa es con esta pregunta: "¡¿Y a cómo pagan la hora?!". Créame, mi invisible lector, me cae como un baño de agua fría esta interrogación, cuando a mi manera de ver las cosas, pienso que lo primero que se le ocurre a la gente es el aspecto económico, las finanzas, sin preguntarme sobre los muchachos, futuros de Venezuela; esa mocedad que uno ve en el aula, ansiosos por saber, con sus cargamentos de preguntas e inquietudes. Pubescencia que desde el vespertino, ya van con sus libros debajo del brazo, cual espartanos del conocimiento. Cuando menciono lo económico, no es que sea de menor importancia, mas lo sustantivo es el capital humano, a quien se le trasmite la enseñanza; y de quien también se aprende. Como usted sabrá, es un aprendizaje bidireccional. El humanismo debe prevalecer sobre el materialismo.
Desde mi cosmovisión ser docente, profesor, facilitador, instructor o como pretenda denominarse, no es sólamente cumplir un horario o estar pensando cuántas horas me dieron para incrementar mis caudales, estar pensando todo el tiempo en los días libres. La enseñanza debe ser un apostolado, quien no lo vea así, no está encajado con lo que hace, es preferible que se dedique a otra cosa, de tantos oficios que hay por ahí. La experiencia me dice, que hay que compenetrarse con ese mundo del estudiante o discente. Ir más allá de lo académico, preocupándose además por el contexto humano, que en la mayoría de los casos, el problema radica en este último. Un joven puede que sea una lumbrera (Aventajado académicamente) en determinada materia, pero si su contexto familiar-social no es el más adecuado o está desarticulado, en cualquier momento de su vida, téngalo por seguro, caerá por un farallón. Se han visto casos. Creo que hay que reforzar los valores, comenzando por la familia; y aquí también, juega un papel importante la escuela; de ahí la ingente conciencia que debemos poseer los maestros. Todo docente debe probar el éxtasis de la enseñanza hacia sus pupilos. Creo que tod@ maestr@ nunca deberá preguntar: "¿Cuántos alumnos son?" sino "¿Dónde están?"
En este orden de ideas, y viéndolo como un motor de progreso o de desarrollo de cualquier Nación, es significativo traer a colación el artículo 3 de nuestra Constitución Nacional: "El Estado tiene como fines esenciales la defensa y desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad (…) La educación y el trabajo son los procesos fundamentales para alcanzar dichos fines" Pues bien, es de suma lectura este contenido, ya que ese binomio "Educación y trabajo", considero, vienen a ser los polos para el engrandecimiento de nuestra amada y querida Venezuela. Es por ello, que no debemos obviar el proceso de educación que viene a garantizarnos estabilidad moral, intelectual y económica, y donde cada Venezolano, cada Venezolana tiene una cuota de responsabilidad, sin importar los sacrificios y el esfuerzo constante que se verá reflejado para el bienestar de nuestro país y por ende, dejarle un surco de esperanzas y nuevos derroteros a las generaciones que vienen pisándonos los talones. De ahí, que hay que creer y tener confianza en nuestra juventud que asiste diariamente a los liceos, universidades y otras casas de fuentes de estudio. ¡Cual orgullo de la muchachada Venezolana! Cada alba los arropa con energía y pasión por engrandecer a nuestro país. Serán los futuros dirigentes de la Nación. Por supuesto, como reza el artículo precitado, el Estado tiene una magna responsabilidad.
Es significativo señalar, que me he topado con personas que me arguyen "¿Qué para qué tanto estudiar?" si al fin y al cabo, no van a ganar lo necesario. Con las normas del buen oyente, les presto atención. A los que se dejan que uno le plantee sus argumentos, les digo: "Que no sólamente de pan vive el hombre" sin zambullirme en radicalismos religiosos y sin caer en debates estériles. Considero que el conocimiento no tiene precio. Aunque la educación sea cara, más cara es la ignorancia. Muchas veces, le pongo como ejemplo: a aquellas personas que viven contemplando el éxito de los demás o algún invento de cualquier naturaleza, les digo que eso se debió al conocimiento, al estudio, que no apareció por arte de una varita mágica; y que fue precisamente, por el esfuerzo del saber de seres que dejaron de abstraerse; y se ahondaron en la cognición. Hay que diferenciar entre estudiante y estudioso.
Como colofón, voy a hurtarle al Maestro Simón Rodríguez, (1771-1784) un juicio de profundo contenido social, veamos: "Escribamos para nuestros hijos (…) pensemos en su suerte social (…) dejémosle luces en lugar de caudales; la ignorancia es más de temer que la pobreza". De aquí puede desprenderse que la juventud Venezolana tiene un gran desafío para propulsar el desarrollo social, económico, educativo, cultural, ambiental de esta amada y querida tierra, llena de riquezas y de grandes oportunidades; superando los obstáculos y comprometiéndose hondamente con el sentido de pertenencia de la tierra que los vio nacer; y donde estoy convencido que muchos abonarán su sangre por nuestra bondadosa Patria. Separarse de actitudes individualistas y egocentrismos; de lo contrario la primera ráfaga de viento que pase se los llevará. Por ello, considero que todo joven deberá internalizar a la educación-instrucción como motor de progreso.
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