Las recientes declaraciones de Aristóbulo, dadas por alguien quien pudiera querer hacernos creer vive en una sociedad de iguales, hasta en un estadio superior a lo que quienes gobiernan suelen referirse, que a criterio de Marx, no de Aristóbulo, ni siquiera se corresponden con una sociedad socialista o en transición hacia ese estadio, como aseguran los más moderados o discretos, no es más que un galimatías o canto de cisne de quien atosigado por el enredo en el cual se metió no halla como explicarse convincentemente así mismo. Y eso le pasa a los asomados o quienes se extralimitan queriendo ser más vivos que todo el mundo y hasta más papistas que el propio Papa. Esos cazadores que terminan siendo cazados.
Aristóbulo ha venido desde hace algún tiempo, tanto que Chávez aún estaba vivo, prestándose para tareas que muchos por escrúpulo y hasta respeto por sí mismo no asumen, intentando mantenerse a flote y sobre todo para asegurarse las ventajas que le permitan soportar sustentar su parcela. Aquel día que Tareck William Saab, siendo gobernador de Anzoátegui cayó en desgracia con Chávez y este optó por defenestrarlo de la Gobernación de Anzoátegui, algunos dicen que atendiendo al reclamo popular, inmediatamente Aristóbulo estuvo presto para hacer aquel mandado y allí comienza a operar como el señor feudal de esta entidad oriental, a la que alguna que otra vez había visitado de pasada. Pareció haber hallado asiento territorial a su poder personal.
Pasó cuatro años de gobernador, según muchos, más bien parecía el señor feudal que de vez en cuando llegaba a Barcelona a vigilar sus posesiones y esclavos. Caracas le atraía en demasía porque su meta no se lograba si de la capital se alejaba por mucho tiempo. Lo de venir de vez en cuando a esta ciudad oriental, siendo su gobernador, era una penitencia que debía pagar para logar sus fines y aspiraciones más altas, debía convencer a quienes estaban por encima de él y estaba dispuesto a "cualquier sacrificio". Y alejarse de Caracas, de los sanedrines políticos es para él un enorme sacrificio. Pero bajo su mandato, para no hablar en específico de su labor, basta decir que en las elecciones de la AN, esa que ganó la oposición, su derrota fue descomunal; tanto que el Psuv apenas sacó el diputado por lista, Earle Herrera, en una entidad que cuando le eligieron de gobernador, ese partido ganó apabullantemente. La primera asociación que se puede hacer es con el desempeño suyo como gobernador.
Pese la insatisfacción abrumadora de la militancia del Psuv y de la gente ante su gestión se fue a Caracas a desempeñarse como vicepresidente de la república. Nelson Moreno, entonces presidente de la legislatura, le sustituyó con relativo éxito en la gobernación, tanto que logró avivar las esperanzas de la militancia y realizó una seria de tareas abandonadas por Aristóbulo y los suyos. Ante la convocatoria de la ANC, opta por presentarse como candidato en Anzoátegui y resulta el triunfador menos votado. Los resultados, tomando en cuenta la abstención, dejaron evidencias que de haber participado la oposición Aristóbulo hubiese sido derrotado. Atrás habían quedado sus mejores tiempos como líder popular y se iniciaba una nueva etapa y un nuevo proceder signados ambos por la decadencia.
Siendo vicepresidente de la ANC, puesto allí en adelanto de lo que vendría después, el cogollo decide matar dos pájaros de un tiro. Cortarle las alas a Nelson Moreno, sin que sepamos los motivos, las cuales le habían crecido ligeramente por su relativamente positiva gestión al frente de la gobernación y exponer a Aristóbulo a una derrota anunciada. Y él se prestó para eso. Ya estaba caminando por inercia rumbo al despeñadero. Y en efecto, un muy oscuro personaje, quien ahora no sabe qué hacer frente al cargo de Gobernador de Anzoátegui, el señor Barreto Sira, viejo militante de AD derrotó al de Curiepe quien se vio obligado a volver a la ANC. Su regreso a ese novedoso escenario de la política coincide con las manifestaciones de desacuerdos e inconformidades de Isaías Rodríguez. Volvió Aristóbulo a la ANC a llorar su derrota en el estado oriental y a ser de nuevo su primer vicepresidente ante la retirada de aquél. Vuelve Aristóbulo a prestarse para una tarea de esas por encargo que a pocos agradan. Las circunstancias parecieron configurarse especialmente para la nueva vida que venía desempeñando y se proponía hacerlo con más énfasis y menos escrúpulos.
Y llegó su momento cumbre, pero ese cuando no te queda sino venirte cuesta abajo. Ya antes, siendo gobernador y luego candidato a Constituyente y de nuevo a gobernador, se exhibía sin ninguna discreción con funcionarios muy cuestionados y hasta señalados por procederes inadecuados como los ex alcaldes de Barcelona y Guanta, Guillermo Martínez y Jonathan Marín. De este último es suficiente recordar que pocos días después de la derrota electoral de Aristóbulo, se escapó del país. En estos casos se dice a confesión de parte relevo de pruebas. Y no se puede decir que el ex gobernador desconocía lo que todo el mundo aseguraba en la calle y los medios denunciaban abundantemente.
Su momento cumbre llegó cuando aceptó sustituir a Elías Jaua como Ministro de Educación. Aparte de otros asuntos políticos que no vamos a tratar aquí por razones de espacio, el plan económico de Maduro y sus íntimos, eso que llaman "Programa Estratégico de bienestar y Progreso Económico", sacadas las cuentas, exigía a quienes lo diseñaron un proceder absolutamente ajeno a la izquierda y hasta a la socialdemocracia, como desconocer, como si se procediese por orden del FMI, las conquistas logradas por los trabajadores a través de las contrataciones colectivas. ¿Dónde hallar hombres procedentes de la izquierda dispuestos a avalar y hasta ejecutar tan infame y descalificadora tarea?
Alguien observador y no de muy buena fe que digamos o quizás hasta él mismo, vio en el Aristóbulo de ahorita el hombre como mandado a hacer para eso.
Por lo visto, Elías Jaua, quien como Ministro de Educación, no mucho tiempo, atrás había acordado con los trabajadores del despacho, obreros, administrativos y docentes, el contrato vigente y lo venía cumpliendo con religiosidad, no estaba dispuesto a prestarse para aquello, sobre todo sabiéndolo un proceder contario a lo que había defendido toda su vida como militante revolucionario. La inconsecuencia, como todo, tiene un límite.
¡El hombre para esto es Aristóbulo! Parecía serlo por ese estar en una pendiente, en un rodar cuesta abajo, necesitado de algún escollo, algo donde apoyarse y su experiencia sindical.
Y llegó al "llegadero". Justo a un sitio donde pudiera "espelongarse" pero que, por lo que debe hacer, pudiera reportarle la salvación en otra vida. Darle el salva conducto y hasta la salvación.
Sindicalista al fin, viejo político, experimentado en eso de revestir de oropel, sobre todo con las palabras, la insignificancia y hasta lo poco honorable que se acometa, Aristóbulo apeló a la "igualdad", ese viejo sueño de poetas y revolucionarios, aquellos que han querido asaltar el cielo y esperan que "ese día llegará", para fingir de noble y limpio lo que ahora hace, negarle a los docentes el derecho escrito en un contrato que consagra sus conquistas. Algo para lo que ningún revolucionario y ni siquiera socialdemócrata pudiera prestarse. Ese falso, fatuo discurso de Aristóbulo no es más que un mascarón de proa para ocultar su pena.
Con ese gesto Aristóbulo, devenido en un prevenido, dispuesto a prestar todos servicio, siempre se le permita seguir con vida, por el contrario, pudiera estar cantando como el cisne.