Aunque no soy docente de carrera, en alguna medida, por circunstancias del destino, me ha correspondido ejercer la enseñanza a otros semejantes, carentes de conocimientos, para el desenvolvimiento de su vida en sociedad. Aún recuerdo, aquel año 1979; trabajando yo, en Caripito, Edo. Monagas; fui designado para darles clases de alfabetización a un grupo de reclutas que pertenecían a una dependencia militar. Para ese entonces, existía un grupo significativo de jóvenes que se dedicaban a prestar su servicio militar; y eran analfabetas. La gran mayoría no había aprobado el segundo grado de instrucción primaria, cosa que me parecía bastante anormal a pesar, de estar a dos décadas de antesala al siglo XXI. Desde hace seis años, aproximadamente me hallo desempeñando el ejercicio de la docencia, en calidad de instructor contratado en varias instituciones universitarias, lo que me condujo a escribir estas líneas, casi por obligación y sentido de pertenencia. La educación, como fin social y fin del Estado, merece atención primordial, sin menoscabo de las otras necesidades sociales.
De primicia, es oportuno agregar, que el significado etimológico del término "Docente" se desprende del latín "Doceo" que significa enseñar (Según diccionario latín-español, pág. 110. Edic. Clásicos Universales). Traigo todo esto a colación, por el ánimo que me mueve, después de haber hecho un pasaje por el libro de Luís Biggot (El Docente Neocolonizado). El mencionado autor realiza un esbozo en relación a la situación de la educación, en un contexto histórico, cultural, dramático, que ha venido sucediéndose a partir del proceso de conquista y colonización de Venezuela. Según mi apreciación, asoma una serie de indicadores que van de lo interno a lo externo. En el plano externo o foráneo, hace hincapié en el fenómeno de transculturación que hemos padecido los venezolanos, en la cual el docente no escapa a ello. Muchos son los elementos que influyen, según el autor, de cómo ha venido transfigurándose el ejercicio del docente. Los aciertos y desaciertos en materia de enseñanza pública, ha venido arrastrándose desde hace muchísimo tiempo, a pesar del boom petrolero.
En este orden de ideas, el protagonismo del docente Venezolano, se ha visto influenciado por esa corriente Eurocentrista. Este último término, debe ser operado con mucha prudencia. No se trata de eliminar por completo el conocimiento foráneo, pero sí hay que considerar que la educación debe estar amoldada, más, a nuestras costumbres, nuestra idiosincracia, a nuestra geografía, a nuestros valores tangibles e intangibles. Muchas veces, no se concibe que un estudiante conozca más de un personaje artístico extranjero, que de un propio escritor Venezolano o de un héroe patrio. Que conozca más de la geografía de otro país que la de su natural región; por colocar unos ejemplos. El autor señala todo lo relacionado con los métodos y las formas cómo se ha venido introduciendo la publicidad extranjera en la sociedad: El cine la televisión,ha tenido que ver con todo este desarraigo en cierto punto, sin excluir la importancia comunicacional que debe existir en toda sociedad. Los nuevos paradigmas de la educación, creo, deben estar encajados acorde a las necesidades actuales de la población. No es cosa fácil.
A manera de conclusión, soy del que piensa que, en la actualidad, se requiere de un docente, que no sólo se limite a las actividades dentro del espacio de encuentros académicos; sino, además, de un sujeto que esté investigando, constantemente. No solamente,quedarse ahí. Debe sacar provecho de las debilidades y convertirlas en fortalezas. Desprenderse del tareísmo que normalmente lo invade, buscando alternativas en conjunto con los participantes con quienes realiza el intercambio de saberes. Debe convertirse en un ratón de biblioteca para estar actualizado en cuanto a las ciencias del saber. Deberá poseer un alto contenido axiológico que le permitirá relacionarse y socializarse con el medio académico y extra académico que lo rodea; buscando soluciones en conjunto. Compenetrarse en la búsqueda de las fallas, los problemas latentes, que a veces, parecen no tener solución. Sin menospreciar las herramientas y estrategias metodológicas actuales, deberá profundizar cuáles son las que más se adaptan a la realidad. De aquí su gran función social. De lo contrario, se convertirá en un docente colonizador.