El presidente legitimo de la República Bolivariana de Venezuela Nicolás Maduro Moros, recientemente informó al país, "pensando en voz alta", sobre la posibilidad que para el venidero año escolar estas pudieran tener carácter presencial atendiendo al criterio denominado "siete por siete", una semana de cuarentena flexible y otra semana de cuarentena radical. Informó además sobre la posibilidad de llevar adelante una especie de referéndum o consulta nacional para pulsar la opinión del pueblo venezolano sobre tema tan delicado.
Hasta donde alcanza la información que manejamos sobre la experiencia que en este sentido han tenido algunos países donde se ha vuelto al desarrollo de actividades presenciales tanto académicas como escolares y productivas, los índices de afectados por el covid-19 se elevan considerablemente.
En un pequeño sondeo hecho entre personas amigas y familiares, a través de nuestro celular, formulamos la pregunta relativa sobre si había o no condiciones para llevar a cabo las clases presenciales en todos los niveles. Un importante porcentaje respondió de manera negativa. Algunas personas llegaron a argumentar situaciones como la movilidad tanto de estudiantes como de docentes hacia los centros de trabajo, cuestión que hoy luce bastante complicada por el tema del suministro de la gasolina. Otras personas refirieron que en el caso de los niños y las niñas de los niveles de preescolar y escuelas era aún más riesgoso.
Comprendemos y entendemos la preocupación del Ejecutivo Nacional sobre aspecto tan vital a toda la sociedad venezolana, pero también valoramos se considere la opinión de quienes desde diversas áreas de la vida nacional tienen que ver con la educación, es decir, familias, comunidad, docentes, colectivos, instituciones, entre otras.
Lo otro tiene que ver con la estrategia planteada y en cierta forma desarrollada como lo es "Cada Familia una Escuela" y "La Universidad en Casa" utilizando para ello todas las ventajas que hoy día proporciona la tecnología de la comunicación. Aunque a nuestro modo de ver esto no constituye una novedad en vista que muchas instituciones y particulares desde hace algún tiempo han venido trabajando con esa modalidad, ante las circunstancias planteadas por el tema de la pandemia se asume como una necesidad imprescindible. No obstante, ello amerita se consideren otros factores como por ejemplo la garantía de un buen servicio de suministro eléctrico permanente, un buen servicio de internet y la adecuada formación del personal que tendrá la responsabilidad de conducir, producir, dirigir y facilitar los programas educativos respectivos.
No ponemos en duda la intensión del gobierno nacional y de los ministerios de educación respectivos, por garantizar el derecho a la educación tal cual lo contempla la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la Ley Orgánica de la Educación. Pero las buenas intensiones no bastan. Tampoco creemos totalmente lo que le escuchamos decir en una entrevista radial a un docente de una universidad privada con sede en Caracas, en relación a que la clases vía online en el año escolar 2019-2020 resultaron más efectivas para los estratos sociales A y B que para el resto de población estudiantil. Dicha declaración, aparte de tener toda una intencionalidad discriminatoria y racista, tiene su piquete político dirigido a sembrar la duda, la desilusión y la desesperanza entre el pueblo venezolano.
Una vez más estamos frente a un nuevo reto. De cada reto, cuando se asume con responsabilidad y entereza moral, se sale victorioso. Queda entonces esperar por la consulta nacional.