Los gritos del silencio y la esperanza de que el Socialismo Bolivariano los escuche

Siempre ha sido un tabú. Desde la bilis negra de los griegos, pasando por diferentes términos para denominarla como melancolía, síndrome depresivo o comúnmente depresión, esta enfermedad ha estado envuelta en un manto de vergüenza y discriminación hacia quienes la padecen, y esto no ocurre sólo con la depresión si no con cualquier trastorno mental.

Imaginemos por un minuto el sufrimiento que estas personas llevan consigo, cuando creen y sienten que la vida no vale nada, les duele el pecho de dolor emocional y el abatimiento consume sus días. Imaginemos a alguien que en un mundo de semejantes se siente distinto y se cree perseguido o simplemente no puede llevar a cabo sus tareas ordinarias porque padece algún trastorno psíquico, más aun imaginemos la inmensa frustración que sienten cuando la gente “normal” para “ayudarlos” les dicen que eso pasa, que pongan de su parte, lo cual es exactamente lo mismo que decirle a un enfermo de cáncer la misma frase, como si se tratara de un problema de voluntad.

En otros tiempos eran confinados a cuevas, a torturas, a exorcismos, lobotomías etc, en tiempos modernos aunque parezca mentira poco o nada ha cambiado. Los pacientes psiquiátricos son apartados con vergüenza hasta por sus propios familiares y llevados a hospitales psiquiátricos (las cuevas antiguas) donde “viven” en las más precarias de las condiciones, y allí generalmente mueren de tristeza, de incomprensión, de olvido.

Es esta etapa del proceso nacional la que debe ofrecer, la que está en obligación de ofrecer a estos seres humanos, a estos hermanos excluídos la oportunidad de recuperarse y vivir dignamente, al fin y al cabo es este un proceso inclusivo que abomina –o debería abominar- cualquier tipo de exclusión o discriminación. Es por eso, que nuestros funcionarios en materia de salud deben entender de una buena vez y para siempre que es lo mismo un enfermo mental que un enfermo de un mal corporal, aun cuando el primero generalmente sufre más, que así como se estropean en ocasiones los otros órganos del cuerpo humano el cerebro –también parte del cuerpo- puede estropearse en su funcionamiento, y además es algo lamentablemente muy común, de alta prevalencia.

Sería pues, imperdonable e inexcusable, que este gobierno humanista de carácter socialista no ayude a estos enfermos. Adolfo Hitler los trató de exterminar con pistola en mano, las trasnacionales farmacéuticas los eliminan junto a millones de enfermos de otros padecimientos por no tener capacidad económica para costear sus tratamientos, no dejemos que sus gritos sigan siendo gritos del silencio y hacia el silencio, sin emisores y sin destino, sería un crimen muy amargo.

Ahora pensemos por un instante en lo que alguna vez ha hecho una mano amiga por nosotros en momentos de apremio y cómo nos hemos sentido al ser generosamente ayudados, es eso mismo lo que estos compatriotas requieren de nosotros y del primer gobierno en la historia patria que se ha dignado en ver al enfermo como un ser humano y no como un objeto al cual sacarle dinero porque si no se le deja morir.

Para que los gritos internos de sufrimiento de estos enfermos sean escuchados y debidamente atendidos el gobierno nacional tiene que garantizarles el derecho constitucional a la salud de manera eficiente y eficaz dotándolos de una infraestructura apropiada y del acceso a los medicamentos gratuitos, la rehabilitación de estos será pura ganancia para la patria, desde el lado humano como muestra de la dignificación del paciente y económica por la vuelta a la productividad de los mismos.

Dentro de la construcción necesaria de una nueva concepción del acceso a la salud deben tenerse en cuenta estas enfermedades, hacer campañas de concientización que alejen tanta ignorancia en la materia, formación de médicos especialistas en salud mental y –como lo dije antes- acomodo de las infraestructuras hospitalarias, ya que si el socialismo también los deja de lado o los estigmatiza no será verdadero socialismo.


Miguelvillalobos9@hotmail.com

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José Miguel González Villalobos

Abogado, Magíster Scientiarum en Derecho Procesal Civil, Cristiano, Bilingüe, con baja tolerancia a la estupidez. Entrenador personal.

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