Entrevistando imaginariamente a Marx sobre lo tratado en: El capítulo X de “El Capital” (IV)

¿Cuándo se hace posible llevar a cabo el análisis científico de la competencia?

No hemos de considerar ahora el modo y manera en que las leyes inmanentes de la producción capitalista se manifiestan en el movimiento externo de los capitales, cómo se imponen en cuanto leyes coercitivas de la competencia y cómo, por tanto, aparecen en cuanto motivos impulsores en la conciencia del capitalista individual, pero desde ahora es claro lo siguiente: el análisis científico de la competencia sólo es posible cuando se ha comprendido la naturaleza intrínseca del capital, así como el movimiento aparente de los cuerpos celestes sólo es comprensible a quien conoce su movimiento real, pero no perceptible por los sentidos. No obstante, fundándonos en los resultados ya alcanzados, debemos hacer notar lo siguiente para que se comprenda la producción del plusvalor relativo.

Si una hora de trabajo se representa en una cantidad de oro de 5 bolívares, una jornada laboral de 12 horas producirá un valor de 60 bolívares. Supongamos que con la fuerza productiva dada del trabajo se terminaran 12 piezas de mercancías en esas 12 horas de trabajo. Digamos que es de 5 bolívares el valor de los medios de producción, materia prima, etc., consumidos en cada pieza. En estas circunstancias cada mercancía costaría 10 bolívares, a saber: 5 bolívares por el valor de los medios de producción, y otros 5 bolívares por el valor nuevo agregado en su elaboración. Supongamos ahora que un capitalista logra duplicar la fuerza productiva del trabajo y, por consiguiente, producir 24 piezas de esa clase de mercancías en vez de 12, en la jornada laboral de 12 horas. Si el valor de los medios de producción se mantuviera inalterado, el valor de cada mercancía disminuirá ahora a 7,5 bolívares, a saber: 5 bolívares por el valor de los medios de producción y 2,5 por el último trabajo nuevo agregado. A pesar de la fuerza productiva duplicada, la jornada laboral sólo genera, como siempre, un valor nuevo de 60 bolívares, pero éste se reparte ahora en el doble de productos. Con lo cual en cada producto singular únicamente recae 1/24 en vez de 1/12 de ese valor total, 2,5 bolívares en vez de 5 bolívares, o bien, lo que es lo mismo, al transformarse en producto los medios de producción, sólo se agrega a éstos, por cada pieza, media hora en vez de una hora de trabajo entera, como ocurría antes. El valor individual de esta mercancía se halla ahora por debajo de su valor social, esto es, cuesta menos tiempo de trabajo que la gran masa del mismo artículo producida en las condiciones sociales medias. La pieza cuesta 10 bolívares, término medio, o representa 2 horas de trabajo social, al transformarse el modo de producción, cuesta sólo 7,5 bolívares o no contiene más que 1 1/2 horas de trabajo. El valor real de una mercancía, sin embargo, no es su valor individual, sino su valor social, esto es, no se mide por el tiempo de trabajo que insume efectivamente al productor en cada caso individual, sino por el tiempo de trabajo requerido socialmente para su producción. Por tanto, si el capitalista que emplea el nuevo método vende su mercancía a su valor social de 10 bolívares, la vende 2,5 bolívares por encima de su valor individual y realiza así un plusvalor extra de 2,5 bolívares. Pero, por otra parte, la jornada laboral de 12 horas se representa ahora en 24 piezas de la mercancía, en vez de las 12 de antes. Por consiguiente, para vender el producto de una jornada laboral necesitará una demanda duplicada, o sea un mercado doblemente grande. Si las otras condiciones se mantienen incambiadas, sus mercancías sólo conquistarán un mercado más amplio si reducen sus precios. Aquel capitalista las venderá por encima de su valor individual, pues, pero por debajo de su valor social, digamos que a 8,5 bolívares la pieza. De esa manera, de cada pieza extraerá todavía un plusvalor extra de 1 bolívar. Este incremento del plusvalor se operará para él, pertenezca o no su mercancía al ámbito de los medios de subsistencia imprescindibles y, por tanto, forme parte determinante o no en el valor general de la fuerza de trabajo. Prescindiendo por ende de la última circunstancia, para cada capitalista existe el motivo de abaratar la mercancía por medio de una fuerza productiva del trabajo acrecentada.

Con todo, aun en este caso la producción incrementada de plusvalor se origina en la reducción del tiempo de trabajo necesario y en la consiguiente prolongación del plustrabajo. Digamos que el tiempo de trabajo necesario asciende a 10 horas o el valor diario de la fuerza de trabajo a 50 bolívares, el plustrabajo a 2 horas, el plusvalor producido cada día a 10 bolívares. Pero nuestro capitalista produce ahora 24 piezas, que vende a 8,5 bolívares la pieza o, en total a 204 bolívares. Como el valor de los medios de producción es igual a 120 bolívares, 14,12 piezas de la mercancía no harán más que remplazar el capital constante adelantado. La jornada laboral de 12 horas se representa en las otras 9,88 piezas. Siendo el precio de la fuerza de trabajo = 50 bolívares, en el producto de 5,88 piezas se representa el tiempo de trabajo necesario y en 4 piezas el plustrabajo. La relación entre el trabajo necesario y el plustrabajo, que bajo las condiciones sociales medias era de 5:1, es ahora únicamente de 5:3,4. Al mismo resultado se llega de la siguiente manera. El valor del producto de la jornada laboral de 12 horas es de 204 bolívares. De éstos, 120 bolívares corresponden al valor de los medios de producción, el cual no hace más que reaparecer. Quedan por tanto 84 bolívares como expresión dineraria del valor en que se representa la jornada laboral. Esta expresión dineraria es más elevada que la del trabajo social medio de la misma índole: 12 horas de este trabajo se expresan apenas en 60 bolívares. El trabajo cuya fuerza productiva es excepcional opera como trabajo potenciado, esto es, en lapsos iguales genera valores superiores a los que produce el trabajo social medio del mismo tipo. Pero nuestro capitalista sigue pagando, como siempre, sólo 60 bolívares por el valor diario de la fuerza de trabajo. Por tanto el obrero ahora necesita únicamente 7,14 horas para la reproducción de ese valor, en vez de las 10 anteriores. Como vemos, su plustrabajo se acrecienta en 2,86 horas, y el plusvalor por él producido pasa de 10 a 24,30 bolívares. El capitalista que emplea el modo de producción perfeccionado, pues, anexa al plustrabajo una parte mayor de la jornada laboral que los demás capitalistas en la mima industria. Hace individualmente lo que el capital hace en gran escala en la producción del plusvalor relativo. Pero por otra parte, aquel plusvalor extraordinario desaparece no bien se generaliza el nuevo modo de producción y se extingue, con ello, la diferencia entre el valor individual de la mercancía producida a más bajo costo y su valor social. La misma ley de la determinación del valor por el tiempo de trabajo, que para el capitalista que emplea el método nuevo se manifiesta en que tiene que vender su mercancía por debajo de su valor social, impele a sus rivales, actuando como ley coactiva de la competencia, a introducir el nuevo modo de producción. En último término todo el proceso sólo afecta la tasa general del plusvalor, por consiguiente, cuando el incremento de la fuerza productiva del trabajo ha hecho presa en ramas de la producción, vale decir, ha abaratado mercancías que entran en la esfera de los medios de subsistencia imprescindibles y constituyen, pues, elementos del valor de la fuerza de trabajo.


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Nicolás Urdaneta Núñez


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