Cardenal Urosa Savino: El Comunismo está todavía muy lejos de ser alcanzado por la humanidad

El nuevo ataque del Cardenal Urosa Savino contra el presidente Hugo Chávez y la Revolución Bolivariana es una mezcla de ignorancia con falacia. Analicemos de que dimensión es la ignorancia de este prelado de la iglesia católica romana y dónde está la falacia como argumento

Afirmar que el Comandante Hugo Chávez está imponiendo en Venezuela un sistema comunista es hacer gala de un absoluto desconocimiento acerca de las leyes del desarrollo económico, del planteamiento marxista sobre los modos de producción y del proceso concreto que está viviendo nuestro país. Dicho de otra forma: es no saber nada del marxismo, cuestión que le queda muy mal a un Cardenal, pues todo el mundo los evalúa como personas cultas.

De acuerdo con Carlos Marx - a quien para refutarlo hay que leerlo primero- “…ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas relaciones de producción antes que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua…”.

En la Venezuela actual no se ha cumplido esta aseveración marxista. Ni el capitalismo de Estado de la cuarta república ni el proceso de transición socialista han creado las condiciones necesarias para el establecimiento del comunismo como modo de producción. Es decir, aun cuando el Comandante Chávez se lo propusiera - hipótesis negada - no podría establecer hoy, en el corto plazo y mediano plazo, una sociedad comunista, porque sencillamente la realidad objetiva no lo permite.

El problema es que Urosa Savino también ignora que Marx y Engels, se vieron obligados a titular su pequeña obra de 1847, Manifiesto del Partido Comunista, en razón del desprestigio acumulado por las corrientes del socialismo utópico pequeño burgués y fantasioso que dominaban la escena política de aquel tiempo, con pensamientos muy pueriles y nada científicos como los que en la actualidad expresa este Cardenal.

De manera que en rigor debemos hablar es de socialismo, de revolución y partido socialista, antes de revolución y partido comunista, claro si nos referimos a la obra original de los fundadores del socialismo científico.

Cuan consciente estaba Marx de lo difícil que era implantar el comunismo en la tierra que en el texto “La Ideología Alemana” señaló:

“…el comunismo, empíricamente, sólo puede darse como la acción “coincidente” o simultanea de los pueblos dominantes, lo que presupone el desarrollo universal de las fuerzas productivas y el intercambio universal que lleva aparejado… por tanto, el proletariado sólo puede existir en un plano histórico-universal, lo mismo que el comunismo, su acción sólo puede llegar a cobrar realidad como existencia histórico- universal…”

Estoy convencido de que el Cardenal Urosa Savino, tampoco ha leído este texto de Carlos Marx, de lo contrario no se atrevería a lanzar los señalamientos políticos proferidos contra el presidente Hugo Chávez. Y sí las ha analizado, (dándole el beneficio de la duda) entonces, incurre en una deshonrosa deshonestidad intelectual.

Nosotros -incluido por supuesto el presidente Hugo Chávez- interpretamos correctamente al científico que fue Carlos Marx. Por tanto, estamos concientes de que hoy, con el nivel de desarrollo desigual que tienen las fuerzas productivas, del intercambio desigual dominante y de la limitada conciencia de los seres humanos, producto de la terrible alienación y enajenación idelógica de los grandes medios de comunicación, el comunismo continuará siendo una utopía. Porque el comunismo será un sistema universal o no será nada, en ninguna parte del mundo de forma aislada se podrá instaurar un sistema comunista como ideal de la suprema igualdad en la tierra.

Científicamente hablando, lo que hoy se puede construir es una sociedad basada en los valores socialistas de la justicia, la equidad, la libertad y la solidaridad. De modo que – señor Urosa Savino – no venga con el cuento del comunismo, que la Revolución Bolivariana tiene perfectamente claro lo que es posible hacer hoy y aquí, en virtud, de la correcta interpretación de los fundamentos teóricos del marxismo.

Esta es la sociedad que estamos intentando construir en Venezuela. Que no es la sociedad que existió en la cuarta república. Aquella fue la república de la injusticia, la desigualdad, la competencia darwiniana, asentada sobre un régimen político de libertades restringidas por el excesivo control de una partidocracia corrompida. Esto puede ilustrarse con los abundantes datos disponibles que hablan de la pobreza crítica, la exclusión social y la marginalidad de la Venezuela de finales del siglo XX.

El Cardenal Urosa Savino utiliza el término comunismo para referirse a la acción del gobierno de Hugo Chávez sin incorporar el registro empírico de cuanto hemos hecho en esta primera década del siglo XXI, para revertir los dramas sociales heredados frente a los cuales la alta jerarquía eclesiástica guardó siempre silencio sepulcral, con honrosas excepciones, por supuesto. Y todo en medio de un sistema político de naturaleza participativa y abierto a las mayorías, orientado por una Constitución que es la más democrática y progresista de nuestro continente, aprobada en referendum por más del 70% de los venezolanos.

Al calificar al gobierno de Hugo Chávez de comunista, sin entrar en el contenido del problema, se construye una falacia que se utiliza como argumento intelectual para la descalificación política, apelando a un cierto temor que genera la palabra comunismo en el inconsciente colectivo de una parte de los ciudadanos venezolanos. Es la utilización de los elementos de la llamada psicología de masas para producir el efecto de rechazo ideológico, en sectores sociales que incluso -como la clase media profesional- ha sido beneficiada ampliamente por las políticas económicas del gobierno bolivariano. Al mismo tiempo sirve de elemento de cohesión de los sectores anti-chavistas en medio de la batalla electoral, con lo cual la alta jerarquía eclesiástica continúa con su rol de actor político beligerante en contra del gobierno bolivariano.

La jerarquía eclesiástica recurre dogmáticamente al uso del término comunismo a sabienda de que la realidad política y socioeconómica del país dicta mucho de ser la de un sistema de economía comunista, basado en los viejos conceptos de la ortodoxia dogmática. Para ellos el objetivo es frenar la transición socialista invocando un comunismo que no existe ni siquiera en forma clara en sus cerebros. Echan mano de un espanto, el comunismo, para asustar a un vivo, el socialismo, que si es el empeño real de Hugo Chávez y de quienes le acompañamos.

Una vez más, en vispera de un proceso electoral para la relegitimación de uno de los poderes del Estado, la Asablea Nacional, la Conferencia Episcopal, esa especie de sindicato de la alta burocracia del Estado del Vaticano en Venezuela, desempolva el desgastado argumento del anticomunismo en vez de plantear que en el debate de la contradicción capitalismo-socialismo ellos están del lado del capitalismo. Deberían decirlo abiertamente y cumplir con el mandato de no mentir. Declararse partidarios del capitalismo sería una posición más honesta que encubrir su apego a los valores del mercado, la ganancia excesiva y el individualismo egoísta invocando a Dios para manipular a los pobres, a quienes el capitalismo ha reducido a la miseria y la indigencia.

Sería prudente que el intelectual Emeterio Gómez, organizara un taller con la burocracia eclesiástica para que les enseñara algunos argumentos más de fondo en la defensa de su sistema capitalista, para ver si se atreven a asumirla sin titubeos ni subterfugios.

Pero sepa Cardenal Urosa Savino, que al adoptar plenamente al viejo capitalismo venezolano tendrá que hacer lo mismo con el régimen político cuartorepúblicano de AD y COPEI, con lo cual pasará a hacer cómplice, entre otras cosas, de todas las atrocidades que los gobiernos adecopeyanos cometieron, por ejemplo, las más de mil desapariciones forzosas de personas por actividades políticas. Es además, reconocer y confesar que muchos curas y obispos visitaban los teatros de operaciones anti-guerrilleros para dar la extremaunción a los moribundos mutilados y destrozados por las torturas de los aparatos de represión de aquellos gobiernos, nunca tildados de inhumanos o violadores de Derechos Humanos por la jerarquía eclesiástica. Los espectros de aquellos hombres y aquellas mujeres deberían atormentar más al Cardenal y a los burócratas de la Conferencia Episcopal, que el fantasma de un comunismo que no ha existido, no existe, ni existirá en Venezuela en muchas décadas.

Cardenal Urosa Savino y la Conferencia Episcopal deberían ocuparse de otras cosas, y dejar que los muertos entierren a sus muertos.


rsanz1339@gmail.com


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Rodolfo Sanz

Secretario General de Gobierno del Estado Bolivariano de Miranda. Miembro de la dirección nacional del PSUV.

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