En vísperas de las elecciones parlamentarias en Venezuela el próximo domingo, 26 de septiembre de 2010, es pertinente preguntar si el socialismo bolivariano todavía considera la lucha de clases como una necesidad transhistórica anti-capitalista.
¿Acaso que las elecciones ‘socialistas’ y democráticas forman parte de las violentas luchas de clase actuales a escala mundial, como las experimentamos entre otras, en Irak, Afganistán, China, Grecia, Francia, EE.UU., Palestina, Gaza, Cuba, Bolivia, Colombia o Sudáfrica? ¿Acaso que una gran depresión o una mega recesión no forman parte de la lucha global de clases?
Esas son preguntas teóricas filosóficas que anhelan respuestas práxicas.
De todos modos, aquí en Venezuela y sobre todo para nuestros compañeros del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), sólo queremos iluminar dialécticamente algunos aspectos de los conceptos “clase” y “lucha “.
Nuestro gobierno revolucionario siempre señala que la “revolución socialista” en Venezuela es “pacífica”, pero que al mismo tiempo es una revolución “armada”. En otras palabras, que nosotros los venezolanos tenemos nuestras propias ideas particulares acerca de la paz o las armas, también nuestros propios conceptos de la “revolución socialista”, y que hacemos y pensamos un socialismo y una revolución sui generis.
Ahora bien. Venezuela tiene el derecho por nacimiento y la soberanía para liberarse y emanciparse a sí misma como le plazca. Se debería practicar esta libre autodeterminación también en otros países. Es que la Emancipación empieza en casa, o en la lucha, en la lucha de clases para obtener un hogar, una verdadera Madre-Patria, una verdadera Matria y una Vida humana decente.
Sin embargo, cuando se trata de aprender de otras revoluciones sociales, la cuestión es diferente. Si estudiamos la Comuna de París, la Revolución de Octubre, la Revolución china, la Revolución de Vietnam, la Revolución cubana y la Revolución de Guinea Bissau, entre otras, entonces descubrimos que todas ellas no podían escaparse de las profundas contradicciones violentas de la historia moderna, de la historia de las luchas de clases.
En la dialéctica, en el conocimiento y la verdad, se necesitan al menos dos para bailar el tango de la violenta lucha de clases: un amo terrorista, ateo y opulento y un esclavo dócil, flaco y sumiso; esta relación social dialéctica al fin y al cabo es la inexorable lucha de clases.
Ahora, activemos una vez más nuestras neuronas para analizar un poco más profundo el concepto “lucha de clases”.
¿Cuál es el contexto filosófico histórico de la lucha de clases, vista como el generador dinámico y dialéctico del trabajo, del capital, de la competencia, de la concentración, de la acumulación y de la globalización? Más precisamente para nosotros, para Humania del Sur, para Venezuela, es la explotación económica, la dominación política, la discriminación social, el genocidio militar y la alienación total deshumanizante.
Nos permitiremos contestar a todas estas preguntas importantes de una manera muy simple, lo cual no quiere decir que vamos a recurrir a la jerga simplista. Por el contrario, la sencillez, como la acción conciente de clase, es la madre social de la belleza emancipatoria.
¿Qué es “lucha”?
¿Qué noción científica tienen conceptos como ‘lucha’, ‘conflicto’, ‘antagonismo’, ‘revolución’, ‘contradicción’ y ‘guerra’? Hace más de dos milenios y medio, la clave dialéctica para abrir esta Caja de Pandora ya nos la presentó el famoso filósofo hylozoista materialista de la Grecia Antigua, Heráclito de Éfeso.
En el orden mundial cerrado, geocentrista, lógico-formal y esclavista de la Antigüedad, defendido por los titanes filosóficos sistémicos, Platón y Aristóteles, fueron precisamente el agon, la lucha y el sphairos, el reposo que gobernaron la cuna de la “civilización”. Esos dos ángeles guardianes de la filosofía (intra)sistémica habían contrapuesto lógico-formalmente a ‘A’ y su derivado ‘no-A’. El mundo estaba bailando el “pasodoble”, se mantuvieron sólo dos posibilidades: bueno y no-bueno, verdadero y no-verdadero, es decir, la pura verdad absoluta. La lucha de la clase dominante se dirigía contra la contradicción y en contra de la dialéctica mientras la lucha de la clase explotada anhelaba la disensión cristiana y el fuego satánico del Cielo.
Para la clase trabajadora está prohibido hasta el día de hoy la contradicción, el relacionar y el pensar. La libertad de pensamiento y de expresión son mitos. Claro, uno puede pensar libremente lo que uno siente, pero eso sí, ¡que jamás lo diga en voz alta! Para los esclavos asalariados, en la lucha de clase ideológica, en la superestructura, no es válida la frase “dubito, cogito, ergo sum”, “dudo, creo, por lo tanto, soy”. Y, sin embargo, el filósofo marxista de la esperanza, Ernst Bloch, afirmando la lucha de clases global, afirmó categóricamente: “Denken heißt Überschreiten”, pensar es aventurarse más allá.
En realidad, fue ya en Grecia Antigua, en las polis como Mileto y Lydia, donde en la superestructura ideológica de la simple acumulación de capital se inició filosóficamente un control mental universal, un Holocausto Mental contra cualquier resistencia física o intelectual proveniente de las clases bajas. De ninguna manera esto es diferente hoy en día, quod erat demonstrandum, en la Sudáfrica del Apartheid, la Alemania Nazi, Irak, Afganistán y Gaza.
Parménides de Elea postuló el hen kai pan, el eterno Único, el futuro Dios católico (A). Esto expresa la relación perversa y unilateral entre la Sociedad dominante y la Naturaleza explotada que es per se el proceso del trabajo, la lucha de clases, la historia misma.
Por otra parte, Heráclito postuló el movimiento eterno, su panta rhei, su “todo fluye” (No-A).
Ambas filosofías forman la dialéctica, una contradicción, una lucha, un movimiento; forman dos lados antagónicos de la misma cosa, de (A). Internamente, dentro de (A) continua con pleno vigor una lucha de clase despiadada, la dialéctica.
Con relación a la actual lucha de clases internacional contra el fascismo mundial, ¿qué significa esto?
Concretamente, esto significa que los siguientes son dos caras de la misma cosa, del mismo proceso: la revolución y la contrarrevolución, la Revolución Francesa y la Comuna de París, la Revolución de Febrero y la Revolución de Octubre en Rusia. Una de ellas es pro-capitalista (A), la otra es pro-socialista (no-A).
Sin duda, según nuestro Presidente Hugo Chávez, la revolución bolivariana es anti-capitalista y se dirige contra el imperialismo norteamericano. Obviamente, el capitalismo global es el imperialismo y el imperialismo es el capitalismo global. El padre social moderno (la patria) del capitalismo es la Revolución Francesa agonizante, entonces lógicamente la futura madre natural (la matria) del socialismo es la Comuna de Paris viviente.
Esto hay que tener en cuenta cuando vamos a las urnas el próximo domingo.
Es decir, tenemos que estar concientes si votamos por la Revolución Francesa o la Comuna de París, por la Barbarie orwelliana o el Socialismo humano. Tenemos que preguntarnos cada uno de nosotros: ¿Estamos a favor del río fluyente de la vida o ya estamos pacíficos, es decir, descansando en paz?
Esto, el propio Heráclito lo confirmó: “El Cambio en sí no cambia”. En otras palabras, el descanso eterno y el movimiento perpetuo son cosas idénticas. La lucha de clases es la historia, es el proceso de trabajo, es la producción explotadora. En cambio la creación, la creatividad y la emancipación son de otro tipo de polvo de estrellas galáctico.
Las ideas dominantes se convirtieron en las ideas de las clases dominantes; y fue a través de las “ideas” que la lucha de clases entró en el dominio filosófico.
En su doctrina de las ideas Platón elevó el Uno de Parménides a las alturas sublimes, al summum bonum, al ‘bien supremo’, al ‘descanso’ total, al ‘descanse en paz’. Más tarde, los neo-platónicos y los estoicos religiosos le dieron un nombre teológico más simple. Como parte de la ilustración burguesa helio-centrista, el control mental lógico-formal, las estructuras feudales obsoletas, expresadas en la religión, los credos, los catecismos, las creencias y las revelaciones, fueron tumbadas por la Razón, por la Idea Absoluta objetivista y dialéctica de G.W.F. Hegel, por el Weltgeist (Espíritu del Mundo), en otras palabras por el Capital en avance, luchando.
Por otra parte, al igual que en otras partes de Arabia, África o China, muy temprano los filósofos presocráticos panpsíquicos estaban tratando de introducir la dialéctica, la ciencia del movimiento, en el pensamiento europeo antiguo. La tradición filosófica materialista de Heráclito, se extendió como negación del idealismo platónico hasta la Italia medieval, a través de los filósofos árabes-africanos, y entró como parte del Renacimiento en el materialismo mecánico burgués, y así en la producción capitalista moderna, en la globalización, en las guerras mundiales patriarcales y finalmente en la extinción humana genocida.
Heráclito nos ha dado dos pistas más con referencia a las luchas de clase históricas universales.
En primer lugar, explicó la esencia patriarcal y belicosa de nuestro orden mundial: “La guerra es el Padre de Todas las Cosas”. De esta manera elevó la Lucha a un concepto dialéctico central. Intrínsecamente, en toda cosa viva, en el movimiento mismo, hay una lucha, hay un dínamo (una posibilidad). Sin embargo, debido a limitaciones sistémicas, debido a la jaula cerrada y universal, la posibilidad (la negación), se limita a una realidad de clase (A). El movimiento, el cambio sólo puede venir desde adentro, por medio de métodos “pacíficos”. A cualquier cosa (B o Z) que va más allá de Parménides y Heráclito, es decir, más allá de (A) y (No-A), más allá de reposo y movimiento, simplemente se le niega toda existencia. Está prohibido pensar o actuar cualquier cosa que no es (A) o (no-A). Cualquier cosa que va más allá de la tercera ley de la lógica formal (y de la dialéctica) es ‘terrorismo’ o ‘comunismo’. La educación y la socialización capitalista son los antiguos carniceros de la dialéctica, de las contradicciones, de la Vida.
Las clases dominantes corporativas e imperialistas, las cuales como una pequeña elite monopolizan la propiedad privada, el capital, la violencia y el poder, como una clase dominante internacional global y globalizada, están armadas hasta los dientes, y en Irak, Afganistán, Palestina y Gaza se aniquila brutalmente cualquier lucha de los marginados oprimidos, de las explotadas ‘herramientas que hablan’ modernas. Ese Herrenvolk, esa ‘raza superior’ discrimina a minorías como los gitanos, marxistas o árabes.
Nunca en el proceso de producción capitalista y en la historia moderna, fue la lucha de clases tan continental e internacional como a principios de este milenio. De hecho, la realidad histórica revela que la lucha de clases en una isla, en un país, en una región o en un solo continente, no es suficiente. El Capital, el capitalismo es global, es globalizado, por lo tanto, su negación, la lucha de clases tiene que ser en todo el mundo.
La barbarie ya está en todo el mundo y nuestra única opción, como mínima posibilidad, es ahora el socialismo global o la extinción humana.
Por último, ¿qué nos aconsejó Heráclito que hagamos ante tales súper-depresiones y mega recesiones apocalípticas, en la época del colapso del capitalismo mundial?
¿Para qué exactamente Venezuela va a votar el próximo domingo?
Bueno, Heráclito, a través de 25 siglos aconseja que debe ser para la Verdad, mediante la Práxis y Teoría global, es decir, por medio de la emancipación humana. Nada realmente nuevo puede volverse obsoleto, desfasado, ni José Martí ni Simón Bolívar, ni Marx ni Rosa Luxemburgo:
“El Pensar sano es la mayor perfección;
Sabiduría es decir la verdad, es actuar de acuerdo a la naturaleza, es escucharla. (Heráclito)
Véase: http://espanol-franzjtlee.blogspot.com/
franz@franzlee.org.ve