Por cierto, si en la próxima Asamblea Nacional es el partido Acción Democrática el que se llevó la mayor tajada de diputados de oposición, no es porque estén en vías de recuperar su esencia popular, todo lo contrario, fue la negociación rastrera y la manipulación de conciliábulos la que permitió que eso ocurriera. El drama de la oposición es que se parece cada día más a lo que dice detestar: hablan de democracia y no consultan con nadie, discursean a favor de la libertad pero más manipuladores de los hechos y las noticias imposible, hasta se atreven a hablar de la corrupción como si no fueran sus líderes los más encopetados y probados corruptos. Manejan el discurso del odio y la discriminación, induciendo a la gente al antichavismo irracional, lo que permite por ejemplo que tengamos como gobernador en Nueva Esparta a una figura tan nefasta y que la bancada parlamentaria electa destaque por su absoluta mediocridad y falta de escrúpulos.
En cuanto a las lecciones por aprender en las filas de los afectos al Chavismo, específicamente la estructura del PSUV, me remito a un artículo recibido por correo electrónico, que calza la firma de Reinaldo Iturriza López:
“Lo que hay que revisar y cuestionar radicalmente es la lógica de funcionamiento del partido/maquinaria. Caso contrario, se acentuará la crisis de la polarización chavista y se reforzarán las tendencias que apuntan claramente a la burocratización de la política. Esta crisis de polarización se produce desde el momento en que comienza a percibirse al chavismo popular como “masa de maniobra” electoral, signo inequívoco de su alienación de lo popular. Se produce la clausura del proceso de interpelación mutua entre partido/maquinaria y chavismo popular, y el objetivo estratégico deja de ser la construcción del socialismo, el autogobierno popular, la construcción de poder popular, y pasa a ser ganar elecciones.
La lógica de funcionamiento del partido/maquinaria supone, de hecho, un falso problema: es necesario tener mayoría para llegar a la táctica revolucionaria. Dicho de otra manera: es necesario ganar elecciones para que la revolución sea posible, no importando si para alcanzar victorias electorales se adoptan tácticas anti-populares y propias de la vieja partidocracia, porque el fin justificaría los medios. Es al contrario, y ya lo planteaba Rosa Luxemburgo: “no se llega a la táctica revolucionaria a través de la mayoría, sino a la mayoría a través de la táctica revolucionaria”. Es aplicando la táctica revolucionaria – la contienda electoral como un episodio más del proceso permanente de acumulación y construcción de poder popular – como se llega a la mayoría. Puede suponerse que a eso se refiere justamente el Presidente Chávez cuando habla del “voto estratégico”. Lo “estratégico” no es triunfar en la contienda electoral, sino la construcción permanente de poder popular, la democratización radical de la sociedad venezolana. Es construyendo poder popular como el chavismo se convertirá en una fuerza invencible en contiendas electorales”. El que tenga ojos que vea y el que tenga oídos que oiga.