Y del segundo
destaca su fracaso. No ha habido forma de
hacerlo funcionar ni de ser bien acogido. El derrumbe de la U.R.S.S
y sus amigos como evidencia histórica (y conste que no incluyo a Cuba,
milagro de sobrevivencia que requiere otro
“capítulo”) no me alegra ni discuto, pues
puedo ser socialista pero no necio.
Su premisa fundamental: “El mejor resultado se obtiene de que
cada quien en la sociedad haga lo mejor para sí
mismo y para todos”, es bellísima
pero impracticable. Contiene una contradicción que la cancela.
¿Entonces
qué hacer? Tengo una propuesta: hacer del ensayo actual venezolano
un proyecto eficaz, eficiente y efectivo. Aclaro: es
“eficaz” lo que se hace bien; es
“eficiente” lo que se hace bien, sin dilapidar ni sacrificar recursos
-y se mide en términos de cantidad, calidad, costo y tiempo-; es
“efectivo” lo que produce el resultado deseado. No voy a poner ejemplos
y se los dejo al lector inteligente. Acoto además lo siguiente: no
he empleado el término “socialismo” en el ensayo venezolano porque
no estoy seguro que lo sea. Y añado: quiérase o no, el vocablo tiene
negativa connotación para muchos por supuesta cercanía al Comunismo.
Si es cierto o no, o pura matriz de opinión
instalada por sus enemigos, no es materia de esta consideración.
Y finalizo:
la oportunidad venezolana de demostrar al mundo que hay otra cosa distinta
a la perversidad capitalista y a la impracticabilidad comunista, es enorme.
Tenemos los recursos para hacerlo y estamos en el momento adecuado.
Si no lo hacemos, que ese mundo
“nos castigue” (severamente)
y si lo hacemos, “que nos premie” (grandemente)
Pero hay algo que me preocupa y lo recojo
en la posdata.
P.D.:
El ensayo actual venezolano tiene debilidades en la eficacia, en la
eficiencia y en la efectividad, lo que lo pone en riesgo y debilita
como modelo. ¿Qué deberíamos entonces hacer?
¡Cónchale!.. ¡¡Corregirlo!!