¿Por qué son estas frases,
indudablemente, premonitorias?
Porque la irrupción
de Porfirio Lobo en la cumbre de los presidentes de Colombia y Venezuela,
el pasado 9 de septiembre, no puede considerarse un hecho aislado sin
el tutelaje de Washington, (principal promotor del “Plan Colombia”
y de las bases militares intervencionista en Nuestramérica) cuyo principal
objetivo, es detener la disposición de cambio de nuestros pueblos y
los avances progresivos que, el poder originario ha producido en los
nuevos gobiernos y en las formas nuevas de integración que se desarrollan
en Latinoamérica y el Caribe (ALBA y UNASUR). Por otro lado, no puede
dejar de mencionarse que, el régimen de facto impuesto a Honduras por
el imperio norteamericano se ha convertido en un costo económico, fuera
de la capacidad yanqui y la economía hondureña no da muestras de recuperación.
Además que, el imperio necesita de una solución aunque sea parcial
a la crisis hondureña, para poder ejecutar la misión de desestabilizar
la Nicaragua pre electoral (que según, es bastante adversa para los
aliados del imperio). Significa entonces, que la estrategia norteamericana,
es solventar un par de problemas estratégicos.
Ante este escenario, los norteamericanos entienden en su pragmatismo que ellos no están en capacidad de sostener la fachada del Golpe de Estado militar hondureño, por ellos patrocinado y entonces, buscan una solución en Petrocaribe que generaría fondos suficientes para resolver el problema, dadas las características de esta iniciativa. Ah! Pero hay un escollo, Hugo Chávez, buscando reelección y evidentemente, su participación es esencial para obtener el oxígeno que el régimen hondureño necesita. En consecuencia, podemos apreciar a un gobierno estadounidense apremiado por sus propios errores de cálculo, a un presidente Santos jugando sus propios intereses y a un régimen hondureño política y económicamente quebrantado, buscando soluciones.
Todo lo anterior ubica
al imperialismo y a la oligarquía criolla vende patria, asociada a
él en condiciones de dependencia, como el principal enemigo de la Revolución
bolivariana, y su avance. Estamos asistiendo a un conjunto de acontecimientos
que no podemos desdeñar porque esta en juego, el proyecto revolucionario
del siglo XXI, que no es otra cosa, que la suerte del pueblo venezolano
del que formamos parte.
Con sobrada razón, desde
principios de este año, el camarada-presidente Chávez planteo la necesidad
histórica de construir, como tarea central, un instrumento político
(llamado por él, “El Gran Polo Patriótico”) amplio y unitario
de las fuerzas revolucionarias y de los sectores patrióticos organizados,
para transitar en las mejores condiciones la coyuntura actual y a su
vez, que trascienda el carácter electoral y sirva de base para construir
la expresión orgánica permanente de la alianza antiimperialista. En
consecuencia, se hace necesario abordar dos niveles diferentes, uno
táctico y otro estratégico. Pero hay que hacerlo de manera simultánea,
en y a través del “Polo”, porque si no somos capaces de promover
esta vanguardia para romper las condiciones del capital y construir
la hegemonía revolucionaria, podemos perder esta oportunidad histórica
que nos brinda la revolución venezolana, con Chávez a la cabeza. Para
decirlo de otra manera y como destaca Lenin, es la voluntad política
la construye el escenario, y no al revés.
Los enormes perjuicios
que la inexistencia de una estructura orgánica de dirección unitaria
y colectiva a causado al proceso bolivariano, no esta en discusión;
siendo cada elección una oportunidad desperdiciada para ello. La carencia
de esta entidad se ha mantenido, en buena medida por la falta de conciencia
sobre esta necesidad, en la alta dirigencia del proceso (Psuv) que ha
tenido limitaciones para comprender que el partido, no es la única
forma de articulación política y que hay otras formas, de construir
esa articulación como voluntad política de la multitud. Lo que llama
Gramsci, voluntades colectivas, como resultado de la articulación
de una pluralidad de posiciones. (Unidad de la Diversidad) Esto
ha llevado, no sólo al peligroso retraso en el inicio de la construcción
de la instancia de dirección colectiva y unitaria que necesita la revolución
venezolana, sino incluso, al alejamiento innecesario de factores y fuerzas
que, objetivamente deberían estar integradas a la revolución bolivariana.
Parafraseando a Reinaldo Quijada (Clase Revolucionaria): “Los Movimientos
y Organizaciones Sociales no pueden estar supeditados o subordinados
al PSUV. Deben tener VOZ PROPIA en el Polo Patriótico”. Pero por
otro lado, “Los Movimientos y Organizaciones Sociales, están también
llenos de vicios, al igual que el PSUV. Algunas Organizaciones Sociales
se han dejado “captar” por dirigentes nacionales o regionales del
PSUV, otras por los Poderes Constituidos. Han perdido su autonomía.
Su esencia popular. Son, en términos generales, excluyentes entre ellas,
aunque critican el sectarismo del PSUV”. En consecuencia, se ha olvidado
que el poder constituyente es permanente o se produce su institucionalización
burocrática, es decir, su confiscación y su disolución por
parte de Estado burgués. Mientras exista, en uno y otro lado, quienes
confisquen las decisiones que deberían ser colectivas y se apropien
de aparatos del Estado, poco podemos avanzar en función de la arquitectura
y consolidación de ese espacio protagónico de articulación política
denominado: “Gran Polo Patriótico”.
Por lo tanto, las organizaciones
sociales (voluntades o identidades colectivas
del poder popular) en articulación con el Psuv para ser fuertes
deben convertirse, en el cemento orgánico unificador,
para decirlo con Gramsci, en un Bloque Histórico para poder ejercer
su poder revolucionario y transformador de toda la sociedad, desmontando
el modelo productivo capitalista y la cultura e ideología que le es
consustancial. Solamente el pueblo organizado de una manera consciente
en bloque histórico, es el garante de que la revolución socialista
bolivariana se consolide y permanezca. “La responsabilidad histórica
es muy grande y el reloj corre” (R. Quijada, ya citado). Parafraseando
nuevamente a Gramsci: si no rompemos con el pasado y matamos al viejo
Estado y hacemos posible la construcción de un nuevo Estado, ese viejo
Estado con sus instituciones se recompone y nos aplasta, tragándose
la revolución y volvemos a lo mismo. Es la muerte del proceso o la
posibilidad real de que sea, un proceso de transformación radical de
las actuales relaciones sociales.
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