La construcción de la nueva sociedad socialista requiere el compromiso ético de justicia e igualdad. Se debe desarrollar un pensamiento comprometido con la sabiduría del pueblo para despejar las incógnitas, en la transición de la “cultura política capitalista” a la militancia socialista. Igualmente sostener el valor de la autocrítica para ser capaces de admitir los errores propios y aceptar la critica de los compañeros de lucha. No se puede ser crítico ni autocrítico, en contraposición con el compromiso ético de la dignidad.
Un elemento estratégico de la revolución bolivariana es darle el máximo “protagonismo” al pueblo venezolano, explicándose en el contexto de la construcción de una democracia radical por protagónica, en la cual el poder constituido esta subordinado a la Organización Popular. En esto, nuevamente la ética juega un papel determinante. Puesto que seria incorrecto no entregar poder al pueblo, es decir, no subordinar las instituciones al Poder Popular.
El comportamiento ético, desde una perspectiva socialista, supone una ruptura con la forma de hacer política y los valores inherentes a la sociedad capitalista. No es posible construir el socialismo venezolano con las prácticas, principios y acciones del modelo que se pretende cambiar.
Para asumir la ética de servir y no servirse del pueblo. Se debe estar orgulloso por expresar intereses colectivos (Poder Obedencial) y no ambiciones personales o de grupos. La ética revolucionaria requiere asumir abordajes intensos en la praxis, con el ejemplo militante por los asuntos públicos en la perspectiva del bien común. Esto hace, al revolucionario cualitativamente superior, comprometido -respetando la unidad en la diversidad- con los sueños o necesidades del pueblo humilde y fiel constructor cotidiano de la causa socialista.
Debemos asumir la ética de servir al pueblo,
guiados por sentimientos y valores
humanistas.