Verdades bien dichas

A 13 años de un triunfo con sabor a vida…

Un día como hoy, hace 13 años fuimos testigos de un triunfo histórico, trascendental, inesperado para unos pocos, anhelado para millones. Hace 13 años el pueblo venezolano triunfó con Hugo Chávez y comenzó a transitar un camino que no ha sido fácil pero que ha tenido sabor a vida, a futuro, a esperanza, a logros. El mismo Chávez dijo alguna vez que el 6 de diciembre fue la expresión de un pueblo que se decidió a ser alfarero de una nueva república y constructor de una Venezuela real y verdaderamente libre, real y verdaderamente soberana, real y verdaderamente independiente.

Desde hace 13 años somos protagonistas en colectivo de una historia que antes escribían los amos del Valle o del dinero. Fecha memorable que debe ser objeto de debate, análisis, revisión y hasta de la rectificación necesaria. Vale preguntarnos si hemos dejado al pueblo y a Chávez cumplir sus objetivos? Es bueno interrogarnos por qué ha resultado tan fácil para algunos disfrazar un discurso, ataviarse de rojo por fuera y convertirse en socialistas sin serlo? Es imprescindible que al celebrar estos 13 años de justicia social, revolución agrícola, petrolera y educativa, indaguemos también por qué algunos programas sociales siguen siendo torcidos por algunos poderosos por encargo que no han podido trascender la conducta capitalista y el comportamiento burócrata? Esas son solo algunas de las preguntas que me rondan hoy cuando celebramos la consecución de un sueño de vida para las grandes mayorías de mi patria.

Mi memoria no es frágil. Frescos están en mis recuerdos de joven crítica de siempre, los desmanes económicos y políticos de los gobiernos de oposición, por eso a pesar de nuestros errores u omisiones siempre debemos asegurar que no volverán. No volverán esos “señorones” de la política que usaban a los policías para bañar al perro de su casa, no volverán ni vestidos de rojo. Tampoco volverán los que acordaban las políticas económicas del gobierno jugando dominó con banqueros y directivos de Fedecámaras; no podemos permitir que vuelvan los enemigos de la cultura popular que auparon la más aberrante alienación del pueblo venezolano a través de los grandes medios audiovisuales para idiotizar en masa; no podemos descuidar políticas para que vuelvan los terratenientes; no podemos ni pestañear porque de hacerlo volverán los enemigos de la democratización educativa, esos que tiemblan cuando un pobre se gradúa de médico comunitario.

En fin, 13 años después están sobre la mesa grandes interrogantes, grandes retos y un inmenso compromiso: seguir construyendo la Patria Socialista de la mano de ese pueblo noble que cada día reconoce en Chávez a su más grande aliado, a un amigo cercano, al más sincero interlocutor y a su más certera esperanza. 13 años después todos y todas debemos crecernos ante este inmenso compromiso.

Intolerancia en la Cumbre…

La intolerancia se puso nuevamente de manifiesto. El caso Winston Vallenilla y su presencia como animador del concierto en la cumbre, como parte de la clausura de la CELAC dejó en evidencia, no sólo cómo gobernaría la derecha, claro está, en un hipotético y negado caso, sino y peor aún, cómo se han retorcido las cosas en algunos corazones de la oposición, donde se amenaza, se acosa y se insulta hasta a un señor que sólo estaba allí haciendo un trabajo. Un mal momento que nos habríamos ahorrado si el moderador de este acto que era, sobre todo, un acto político, hubiese sido por ejemplo Pedro Carvajalino. Perdimos una oportunidad tremenda, pero somos respetuosos, no como los intolerantes e irrespetuosos que se regodearon insultando con amenazas veladas al carismático Vallenilla. La intolerancia los carcome.

De Panamá a Caracas…

Desde aquel grito libertario expresado en la célebre Carta de Jamaica en 1815, cuando nuestro padre Libertador Simón Bolívar reivindica su proyecto continental por la unión de los pueblos de América, pasando por el congreso anfictiónico de Panamá en 1826 donde se plasmaron propuestas concretas por la transformación social y el desarrollo latinoamericano y caribeño, hasta la cumbre de la Celac realizada en Caracas, Venezuela este 2 y 3 de diciembre, tenemos una historia que contar. La matriz de esta historia es una sola: la unión de nuestros pueblos, la complementariedad para crecer, la defensa de nuestra identidad, en fin, el abordaje de asuntos generales, bajo una óptica común. Definitivamente son más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Sigamos el camino trazado por nuestros libertadores, Bolívar, Morelos, San Martín, O`higgins y otros que soñaron y lucharon por una América unida. El propio Bolívar vaticinó en su pensamiento esa América como “la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”. Ese concepto unionista no es un simple y romántico ideal, es una necesidad imperiosa y una coincidencia natural. Nos unen y nos reúnen una identidad de costumbres, de orígenes, de lengua, de liderazgos y hasta de fe, entonces, por qué distraernos o demorarnos? El imperio a través de sus lacayos de la comunicación intentó silenciar la CELAC, un vano esfuerzo porque los acuerdos trascenderán las maniobras de Estados Unidos y sus incondicionales. La unión latinoamericana y caribeña no es una declaratoria es una realidad que percibimos en cada esfuerzo, en cada política, en cada convenio, en cada acuerdo que nos ratifica como una gran Patria. Nuestra América es nuestra.

Sin tiempo para distracciones…

Hoy no tengo tiempo para distracciones, por eso, ni el nuevo debate de los majunches nacionales, ni las metidas de pata de sus homólogos locales, tienen cabida en mis verdades de esta semana. No se alegren es un asueto temporal.

@natachainatti / natachainatti@gmail.com



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Natacha Inatti


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