El cambio en el discurso de la oposición va más allá de lo que manda la razón, es como si el regreso a la actividad rutinaria tras la terrible partida del Presidente Chávez hubiese sido con los faroles apagados, las guías desordenadas y la sala de la casa de la MUD encharcada. De seguro fue un retorno con la cabeza hecha un horno y el desconcierto tomando cada vez más cuerpo en los pensamientos del señorito y sus afines.
Tanto pueblo junto, tanto llanto sincero, tantas personalidades del mundo presentes y tantos países declarándose en duelo los terminó de meterlos en un padecer. Empezaron a balbucear las primeras palabras y ya no había dictador. Soltaron otras en un trémulo siseo y no siquiera apareció el militarismo, ni el autócrata, ni la queja por la libertad de expresión. Ni una voz, por muy baja que fuese, se acordó de los estudiantes huelgahambristas y encadenados.
Era como si las piezas del ajedrez hubiesen cambiado de forma, hasta los cuadros blanquinegros se volvían de otros colores. Cuando el pueblo pidió que el líder de la revolución, nuestro camarada gigante, el Chávez nuestro, fuese llevado al Panteón Nacional, junto a Bolívar, El Libertador, los choferes y espalderos de los dirigentes de la MUD, apoyados en las puertas de los lujosos automóviles, se despabilaron y buscaron con su mirada el salto de sus patrones. Pero nada, los tercios parecían unos muñecos inertes en manos del viento. Tan aletargados que parecían apoyar la propuesta.
Han ido saliendo de su inercia. Le han ido dando la espalda a la antes aplaudida Comisión de DD HH de la OEA, pues al camarada Chávez había que reconocerlo como un gran líder, a quien Nicolás y sus amigotes malucos traicionaron. Si antes lo odiaron tanto, hasta el punto de darle un Golpe de Estado y apresarlo y perseguirlo, ahora lo querían más que sus propios familiares y pedían respeto para él. que no le molestasen en su última morada, que no usasen su nombre en los discursos.
Otro día reconocieron en el Presidente gigante su trabajo a favor de los pobres, sus políticas de inclusión social, pero -aclaraban- Nicolás es otra cosa, es la otra cara, estaba con Chávez, pero no lo seguía, al contrario le daba por el pecho a los pobres con un paquetazo. Armaron una teoría rara: ellos, que en 14 años intentaron de todo para borrar al camarada gigante de la faz de la tierra, son los seguidores de los programas sociales del líder de la revolución, mientras que Nicolás, con esos mismos 14 años estuvo al lado de Chávez, es enemigo de esos programas.
Parece, me dice un amigo, que hubiesen pasado por un programa de rehabilitación chavista, tan exitoso en su aplicación, tan efectivo en sus resultados, que en un santiamén el señorito y sus seguidores se han convertido en fervorosos militantes de la causa del camarada Chávez y han descubierto que el camarada Nicolás Maduro y el resto de dirigentes del PSUV y el Polo Patriótico son unos infiltrados que traicionaron al gran líder.
Lo preocupante es que este discurso móvil, itinerante, encuentra eco en los seguidores del antichavismo. Demostración de cuanto tiene de cierto el grito del pueblo: ¡Chávez vive!
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