Era una tarde, como cualquier tarde Larense, en la ciudad de Barquisimeto. Era el día martes cinco de marzo de 2013, a las 4:25, parecía que quería llover, pero no, era que el tiempo presagiaba lo muy temido. Venía una lluvia, pero no precisamente de agua, sino de lágrimas.
El vicepresidente, Nicolás Maduro Moros, anunciaba que el comandante presidente HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS acababa de exhalar su último aliento. Por supuesto, primero viene el aturdimiento y la negación, luego el asombro, para inmediatamente sentir un inmenso dolor en el pecho, y una expresión amarga, de rabia y de angustia. ¡EL COÑO É LA MADRE! Pensé… sin darme cuenta, estoy mojado, estoy bañado en lágrimas.
Vinieron a mi mente rápidamente muchos recuerdos, los cuales en forma de remolino se entremezclaban, pero hubo uno, que fijó poderosamente mi atención.
Resulta que el comandante en plena campaña presidencial, manifestó: “me gustaría, después que la nación estuviera en paz, irme para el Cajón del Arauca, y pasar mis últimos días disfrutando de ese inmenso llano”. Entonces, yo te pregunto Dios mío, porque no esperaste un poco más, y le diste la oportunidad de un merecido descanso.
Pero, mí Dios interior contesto: YO LE DI LA OPORTUNIDAD Y EN ESTE MOMENTO LA DISFRUTA. ¿Cómo es eso? Pregunte, y Dios, dijo, ahora él es aire que seca tus lágrimas y las de muchos en forma suave y cariñosa, sin que tu ni nadie se percate, pero anda en este momento en todas partes, está en todos los corazones de los venezolanos de buen voluntad y todos los rincones de la Patria.
¡NO LLORES MÁS, el país debe enrumbarse por mejores caminos y Chávez será ahora el Guardián de la Venezuela que ha de ser desde AHORA y para SIEMPRE…!
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