Los milagros de Chávez

Ver asumir este viernes 13 de julio al presidente Nicolás Maduro en la presidencia de Mercosur fue algo realmente extraordinario, más aún ver a todos esos mandatarios unificados en los objetivos e intereses comunes y propios de nuestras naciones latinoamericanas y caribeñas como es la defensa de la soberanía de los pueblos, la integración económica, política, social y cultural, el rechazo a la intromisión y los ataques del imperio así como la firme determinación de no tolerar el irrespeto a ningún dignatario de la región ni la violación de los tratados y leyes internacionales, entre otras.

En cada una de las intervenciones de los mandatarios advertí la imagen de nuestro comandante eterno, Hugo Rafael Chávez, sentí su presencia más viva que nunca. Y es que en lo particular, no se si a otros le sucede lo mismo, esa conexión que durante muchos mantuvimos con nuestro amado presidente nos hace olvidar a ratos su partida física.

Es difícil no hallar en esos encuentros, cumbres, asambleas extraordinarias la figura de nuestro líder, lo que me recuerda aquel Canto a Bolívar de Neruda: “Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire, de toda nuestra extensa latitud silenciosa, todo lleva tu nombre…”. Padre nuestro Chávez, Telesur lleva tu nombre, el ALBA lleva tu nombre, Petrocaribe, lleva tu nombre, Unasur lleva tu nombre, la CELAC lleva tu nombre y hoy Mercosur lleva tu nombre al dar el giro este organismo que dejó de ser netamente financiero para convertirse en una instancia de integración global que concentra lo social, político, económico y cultural.

Antes de Chávez estas reuniones eran tan distintas, aquellas intervenciones tan frías, con resultados tan entreguistas; el Comandante incorporó esa pasión, esos bríos y ese empeño de perseguir sueños que hoy vemos hechos realidad. Qué Venezuela formara parte de Mercosur, era algo impensable como impensable también era que un presidente latinoamericano levantara su voz para exigir respeto al gobierno de los Estados Unidos, de España, de Francia, Inglaterra, Italia o cualquiera que se creyera con derecho a pisotearnos. Quien osaba hacerlo corría la suerte de quedarse aislado y desprotegido.

Chávez insistió tanto en la solidaridad, en la amistad de los pueblos hermanos; para él internacionalismo iba más allá de las simples relaciones cordiales y los acuerdos económicos. Sus palabras están latentes: “Los llamo a todos y a todas a que cada día nos entreguemos a nuestra causa socialista, a nuestra causa bolivariana, a nuestra causa revolucionara, y además a engranarnos con los movimientos populares, movimientos sociales y gobiernos progresistas de América Latina y del mundo y desplegar-como tenemos que hacerlo-la solidaridad a los cuatro vientos.” Que orgullo se siente hoy de ser venezolana, latinoamericana y caribeña. Estos son tus milagros, Padre Comandante.

*Periodista

mariaangelicagonzalez254@gmail.com


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